Vega Fernández Humberto (1941-2009) ingeniero comercial,  Decano de la facultad de Economía de la U Central.

Casado con María Luisa Sepúlveda Edwards (1947) asistente social, PPD,  se incorporó al Comité Pro Paz en 1973, secretaria ejecutiva de la Vicaría de la Solidaridad hasta 1992, vicepresidenta de la Comisión Valech: El golpe de Estado me pilló en un policlínico en la calle San Pablo, donde trabajaba como asistente social. Primer me suspendieron, luego me despidieron, Y me conecté con las violaciones a los derechos humanos desde el primer día, porque pertenecía a un mundo al que le pasaron cosas. Mi marido Humberto Vega, trabajaba en la Dirección de Presupuestos del gobierno de la Unidad Popular y yo tenía una vinculación con el proyecto de sociedad que se quería construir, cuando dándome cuenta de los problemas que había. Tengo amigos que desaparecieron, otros que mataron y muchos se fueron al exilio. El tema de las violaciones me tocó de cerca sin ser yo víctima directa” (2); presidenta de la Fundación Museo de la Memoria y los derechos humanos; condecorada con el Premio de Derechos Humanos 2005 de la Fundación Friedrich Ebert en Alemania; hija de Roberto Sepúlveda Jara (1914) y María Teresa Edwards Lira (nieta de Eduardo Edwards Garriga y José Carlos Lira Carrera).

 (2) Relato en diario La Tercera, 24 septiembre 2017.

Vega Fernández Humberto (1941-2009) militó primero en el Partido Demócrata Cristiano, luego el MAPU, finalmente en el  Partido Socialista, subsecretario de Mideplan 2000-2001,  “Estima que la Constitución promulgada por el régimen militar, mitigada algo al asumir Aylwin, y un poco más durante el gobierno de Lagos, aún retiene muchos rasgos antidemocráticos. Su reemplazo mediante un amplio proceso constituyente es, según él, una tarea pendiente para avanzar hacia una sociedad más libertaria, moderna y equitativa. Se podría superar la extrema pobreza, objetivo en vías de lograrse, pero sobre todo es posible corregir la gran desigualdad existente en la sociedad chilena y que se refleja en el hecho de que el primer decil de la población controla más de 40% del ingreso, mientras el más pobre recibe menos de 2%” (1).

(1) Libro “En vez de la injusticia”, 2007.