José Vega Diaz

Biografía Personal

Vega Díaz José (1902-1994) hijo de Crispín Vega y Cruz Díaz; obrero salitrero, dirigente sindical,  cm María Antonia Valencia Rivera, hija de Ramón Valencia y Gricelda Rivera.

Descendencia

Fuentes

Trayectoria Política

Vega Díaz José (1902-1994) [1] miembro del Partido Comunista, diputado por Antofagasta 1933-1937 (942 votos de los 1.234 de la lista del PC; la cifra repartidora fue 1.226, por 8 votos es elegido el único diputado de la lista); reelegido diputado 1937-1941; En un debate en 1936, frente a un diputado que afirmaba: “ustedes que están mintiendo un paraíso falso a los obreros, que les están prometiendo lo que ningún régimen les podrá dar. En estas filas no cultivamos el engaño; decimos la verdad a los obreros, reciamente como la sentimos” respondió: “Las imputaciones de Su Señoría son una canallada…”.

[1] Asistió al V Congreso de la Internacional Sindical en Moscú, agosto de 1930. Encabezó una delegación de la FOCH investigadora de los sangrientos sucesos de Lonquimay.

Bibliografia

Otras publicaciones

En el libro «Voces de la política, el púlpito y la calle» de Ricardo Boizard (1948) hay un capítulo sobre José Vega: «Cuando llegó a la Cámara, más ladraba que pronunciaba discursos; era un perro para hablar y para morder. Decía las coass con tal énfasis y con tan enfurecida rabia que un buen día le salió al camino ese zorro que en la Cámara fue durante cuatro años Juan Antonio Ríos. Aquello de Ríos para Vega ué un coscacho parlamentario. El hombre qudó atónito y desconcertado…. un dá pidió la palabra y le cupo hablar sobre Rusia. Los diputados de izqueirda abandonaban la sala y los de derecha sonréian. Vega decí cosas abscuas y desarticuladas. Abría su boca, arecía morder y daba gritos intensos y gruturales. De pronto, sin embargo, se le vió entrar en el tema con seguridad. Se le vió crecer y en todas partes se suspendieron las conversaciones. El hombre estaba haciendo una reseña de su visita al Soviet…. llegaba a Petrogrado y un munod sepresentaba a su vida: «trabajadores, uníos», era la voz de orden allí. Los obreros pasaban con sello de igualdad, ya que no de holgura. Las caras de los hombres reflejaban altivez, ya que no alegría. Mas adentro, en el fondo, en el tuétano del régimen, las inacabables esperanzas; sociedad sin clases, industrialización total, supresión de comercio, y mil cosas más que los mongoles adoraban como a dioses nuevos…»

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