Juan Luis Ossa Bulnes

Biografía Personal

Ossa Bulnes Juan Luis (1942) [1] abogado, académico, director de Codelco 2013, casado con Lucía Santa Cruz (1943)[2] historiadora, RN, directiva del Instituto Libertad y Desarrollo; directora del Banco Santander; en 2016: «No conozco democracia que opere sobre la base de cabildos que no están contemplados ni en la Constitución ni en la historia. Muy bolivariano» (1): hijo de Víctor Santa Cruz Serrano

[2] “Recuerdo en una agitada sesión de la Mesa de Diálogo, cómo Lucía Santa Cruz estallaba en lágrimas al momento de tomar la palabra al inicio de la sesión, recordando el miedo que la envolvía durante el gobierno de la Unidad Popular”, Alfredo Joignant, El socialismo y los tiempos de la historia, 2003, pag. 27

“La verdad es que habiéndome dedicado una parte importante de mi vida al estudio de la historia de las ideas, no puedo sino concordar en lo más profundo con Isaiah Berlin, quien decía que las ideas tienen consecuencias y por ello, la primera, y más importante tarea de un intelectual es analizar en forma crítica las ideas y propuestas que circulan en la sociedad, porque de lo contrario alcanzan una magnitud incontrolable, avasallan, se transforman en eslóganes y pueden tener consecuencias muy indeseables. Es una lástima que por ejercer este derecho, que es además una obligación, deba pagarse un costo tan penoso en términos de descalificaciones personales tan hirientes”, El Mercurio, 29 noviembre 2013

«Espero estar equivocada»» El Mercurio 23 octubre 2020: «Como muchos, sentí una suerte de alivio cósmico aquel 15 de noviembre… hoy día, un mínimo de honestidad intelectual me obliga a constatar que lamentablemente dicho pacto ha fracasado… otros, al igual que lo hicieron sus predecesores en la década de los sesenta, relativizaron la violencia, aduciendo la falacia de que la fuerza bruta es una respuesta justificada frente a la llamada «violencia estructural».

«El PC, el marxismo y el leninismo» «Soy anticomunista exactamente por las mismas razones por las cuales el nazismo me parece una doctrina aberrante… el leninismo es una doctrina que incluye explícitamente la dictadura del proletariado, el uso de la violencia, el terror y la revolución. Lenin sostiene que simplemente «hay que destruir a la burguesía aplastándola entre os piedras de molino: los impuestos y la inflación» 2 julio 2021

Descendencia

Ossa Santa Cruz Francisco Javier, abogado casado con Constanza Levine Lira, licenciada en artes, hijo de Juan Guillermo Levine Contreras y Rosita Lira

Ossa Santa Cruz Juan José (1979) abogado, master en derecho de la London School of Economics and Political Science; RN, académico UC; director de SERNAC 2012-2014, subsecretario de Justicia 2018; subsecretario general de presidencia 2019; casado con Carmen María Lyon Aldunate, hijo de Miguel Lyon Amand de Mendieta, corredor de propiedades y Carmen Aldunate Valdés; 3 hijos.

Ossa Santa Cruz Juan Luis (1982) [1] historiador, doctor, “detrás de la idea de que la Constitución futura debería plantearse como una reacomodación de la de 1925, se esconde la vieja idea ‘burkeana’ de que la tradición reformista es el mejor antídoto ante los quiebres profundos y violentos” (1). Bibl: “El Estado y los particulares en la educación chilena, 1888-1920” 2007. (3) (4)

[1] (1) “Constitución de 1925” carta, El Mercurio 11 abril 2016. “En el proceso de independencia la militarización de la sociedad es una necesidad porque hay una guerra civil con características totales: el hacendado se transforma en oficial; el inquilino, en soldado raso. Es algo que se da plenamente a partir de 1813. Luego, hay una militarización que dura mucho. El Estado surge del Ejército, en muchos sentidos. Y a partir de la necesidad de que el Estado exista, el Ejército continúa siendo un actor principal. No ya, necesariamente, en el campo de batalla, pero sí en la burocracia: los intendentes suelen ser militares, los gobernadores  suelen ser militares. Ahora, diferencia de Estados Unidos, donde siempre se enfatizó que los militares no eran una fuerza deliberativa en lo político, en América Latina las constituciones surgen muchas veces desde los militares, para quedarse en el poder. Es el caso de Bolívar…. El ejército es miembro de la élite. Ya en el régimen colonial los altos argos solían ser militares o milicianos, por lo cual yo no diría que el Ejército surge como cuerpo de élite a raíz de la guerra”, La Tercera 21 diciembre 2014

(4) Juan Luis Ossa y Sebastián Sichel: “El proyecto que él encarna es la salida más drástica y de más largo aliento para poder enfrentar al FA y al PC”  17 noviembre 2021

(3) En 2021 asume como asesor de la candidatura presidencial de Sichel.

  • Es licenciado en Historia de la Universidad Católica. Posee un Máster en Ciencias y un doctorado en Historia Moderna en la Universidad de Oxford. Aunque nunca ha militado, sus cercanos lo catalogan como un liberal de “perfil” Evópoli.
  • Se le reconoce como un seguidor del pensamiento de Edmund Burke, escritor, filósofo y político irlandés del Siglo XVIII, considerado el padre del liberalismo conservador británico, quien era crítico de los cambios bruscos que impuso la Revolución Francesa y, a la vez, de los sectores que se opusieron a las transformaciones.
  • Varias frases de Burke, de hecho, figuran en una parte del programa de Sichel, que fue presentado en las pasadas primarias. “Las reformas tempranas son arreglos amistosos con un amigo que detenta el poder… las reformas tardías son términos impuestos al enemigo conquistado”, son algunas de las reflexiones de Burke que aparecen en el texto denominado “Hacia una cultura reformista para el Siglo XXI” y que Ossa ayudó a redactar.
  •  En una entrevista a Ex-Ante, en julio pasado, el mismo Ossa explicaba que el principio que hay detrás del reformismo es proponer una agenda de cambios en forma gradual y moderada. Además, señaló que “hay un cambio cultural en el electorado” oficialista, que el “post pinochetismo en la derecha llegó para quedarse” y que “si uno tiene verdadera vocación de mayoría tiene que salirse del nicho de las llamadas tres comunas, que muchas veces actúan por miedo”.
  • Ese pensamiento, que además se nutrirá con los aportes de otros ex precandidatos presidenciales, servirá de base para elaborar la propuesta programática de Sichel.
  • Académicos que conocen a Ossa comentan que él se ha especializado como historiador en la época de la Independencia y en las primeras décadas de la construcción de la República.
  • En los últimos meses Ossa estaba trabajando en un libro que trata de mirar cómo se conformó el Estado después de una revolución.
  • Viene de una familia de larga tradición política. Por el lado paterno desciende de Mateo de Toro Zambrano y de los ex presidentes Francisco Antonio Pinto, Manuel Bulnes y Juan Luis Sanfuentes.
    • Su abuelo materno, Víctor Santa Cruz Serrano, fue diputado del antiguo Partido Liberal y embajador en Londres entre 1959 y 1970. Era amigo de Jorge Alessandri y Eduardo Frei Montalva. Tras el golpe militar, en 1978, Santa Cruz integró el “Grupo de los 24”, integrado por juristas opositores a Augusto Pinochet, entre ellos Patricio Aylwin, que proponían un texto constitucional alternativo al que estaba redactando el régimen militar.
    • Su padre, Juan Luis Ossa Bulnes, fue elegido diputado del desaparecido Partido Nacional en 1973, pero solo alcanzó a ejercer algunos meses. En 1988, Ossa Bulnes fue  uno de los fundadores de Renovación Nacional.
    • Su madre es la historiadora Lucía Santa Cruz y su hermano, Juan José Ossa, es el actual ministro secretario general de la Presidencia.
Entrevista a Juan Luis Ossa

Juan Luis Ossa: “Las nuevas generaciones de centroderecha no tienen problema con redefinir el modelo de desarrollo”

El historiador y encargado del equipo que busca un relato político para la campaña de Sebastián Sichel no solo tiene la edad para ser parte de esta nueva camada que se está tomando el poder. También tiene justamente el encargo de esbozar un sustento ideológico que ojalá sobreviva a esta elección. Para ello, dice, se alejan del espíritu refundacional de la izquierda, pero también del inmovilismo de la derecha más dura. «Nadie puede creer que va a aspirar a una mayoría política, social y cultural defendiendo principios monolíticos y unívocos»

Historiador a investigador del Centro de Estudios Públicos, desde hace unos meses que Juan Luis Ossa usa un tercer sombrero: el de encargado del grupo que busca un relato político no sólo para la campaña de Sebastián Sichel. También -aspira- para el futuro de la centroderecha.

Desde esa posición, Ossa analiza el cambio generacional que vive la política -”es sin duda un cambio de época”, dice- y proyecta su correlato político en el oficialismo. “La renovación generacional no es sólo etaria, sino que también es conceptual”, agrega.

En eso no sólo comparte el rango de edad -tiene 38 años-. También la idea de que las nuevas generaciones de centroderecha “no tienen problema con redefinir el modelo de desarrollo”, y que son “más proclives a aceptar las intervenciones del Estado cuando éste funciona bien”. Imprime, entonces, urgencia en una actualización del relato político: dice que están llegando tarde en comparación con el Frente Amplio, cuyo “espíritu refundacional es muy parecido al de la dictadura”.

-Hoy vamos un recambio generacional en general que está tomándose distintas esferas de poder.

Cada cierto tiempo hay cuadros que se renuevan, que generan nuevas preguntas y nuevas respuestas al conflicto. Si entendemos la política en parte como conflicto, estas respuestas son también miradas distintas para resolverlo. Y lo que está ocurriendo hoy es, sin duda, un cambio de época que quedó explícitamente demostrado en las primarias legales, donde ganan dos personas con menos de 45 años, pero sobre todo en los problemas y temas que se están discutiendo. Porque la renovación generacional no es sólo etaria, sino que también es conceptual. Y ahí me parece que los clivajes han ido cambiando y es muy difícil separar el mundo en derechas e izquierdas como si estuviéramos en la Guerra Fría.

¿Y cuáles son esos nuevos clivajes?

El modelo de desarrollo o la participación política son dos fenómenos que van a ir cambiando sustantivamente con el paso del tiempo. Es decir, las nuevas generaciones que representan el centro o la centroderecha no tienen ningún problema con redefinir el modelo de desarrollo para que, por un lado, haya crecimiento económico, pero que éste nunca esté en desmedro del medioambiente. Eso es una cosa que ya no es estrictamente de izquierda o progresista, sino que sumamente transversal. Y respecto de la relación más profunda entre el Estado y el mercado, esta generación es mucho más proclive a aceptar las intervenciones del Estado cuando éste funciona bien. No hay una mirada meramente crítica del Estado ni una mirada meramente apologética del mercado. Para nosotros, para nuestra generación, para este grupo que estamos coordinando el relato de Sichel y del sector, ni el mercado ni el Estado son objetivos en sí mismos; son medios. Yo creo que ese es un punto que nos diferencia sustancialmente del Frente Amplio, que tiende a ver el Estado como un objetivo en sí mismo, más que como un instrumento o un medio. Pero también nos diferencia con generaciones anteriores a la nuestra, que vieron al mercado como un fin en sí mismo.

Esta renovación, dice, se dio con claridad en el resultado de las primarias. ¿Cómo se explican estas ansias de lo nuevo? ¿Se trata de dejar atrás rostros de los últimos 30 o 40 años?

Lo primero es que ser joven no es garantía de nada. Y jubilar a los mayores de cierta edad es un error, porque hay muchos espacios donde la sabiduría puede jugar un rol importantísimo. Lo que ocurrió en las primarias fue un gran llamado de atención al sistema político tradicional, y en el caso de nuestro sector, un llamado de atención muy profundo a cómo vamos a enfrentar el siglo XXI. Que lo podemos enfrentar desde las generaciones jóvenes, considerando muchos aspectos de quienes nos antecedieron, pero con una mirada que tiene que ir más allá de la Guerra Fría, de los 90. Es decir, hay espacio suficiente para construir un relato, un proyecto político de largo alcance en donde el mercado y el Estado funcionen al servicio de las personas, de la sociedad civil y no al revés. Yo diría que esa tríada Estado, mercado, sociedad civil hay que rejuvenecerla con una mirada intelectual nueva, sin marginar por completo lo que se ha hecho hasta el momento. Eso sería muy arrogante, muy narcisista. Nosotros más bien planteamos una reivindicación crítica de los últimos 30 años, aceptando lo bueno del pasado, pero diseñando un modelo o proyecto político que supere las barreras más economicistas de los 90, y también la mirada simplona y estatista de muchos. Eso otra vez nos diferencia muchísimo del Frente Amplio, donde las aspiraciones refundacionales son explícitas.

Pero esta llamada de atención, ¿en qué se traduce?

Creo que, en primer lugar, en aceptar que eso que hemos llamado históricamente el centro o la centroderecha no está conformada por una o dos facciones -liberales o conservadores-, sino que pueden darse cita distintas tradiciones culturales, políticas. En el relato que estamos armando hay liberales, conservadores, hay comunitaristas y socialcristianos. Es la única forma, creo, de generar una mayoría cultural que nos permita disputar el poder al Frente Amplio. Pero al mismo tiempo es una mirada que, precisamente porque es sistémica, está abierta a la diversidad. Somos conscientes de que vivimos en una sociedad sumamente plural y que, por lo tanto, la tolerancia es clave para eso. Y puede generar una diferencia con otros proyectos de derecha que han existido a lo largo del país. Y eso ya, creo, genera un espacio que puede disputarle la mayoría cultural a un otro, en este caso representado en el FA y el PC.

¿Esa visión de diversidad no despierta tensiones en el mundo más conservador?

Es probable, pero es una visión que está construida en base a cuestiones que hemos venido discutiendo hace muchos años. No estamos inventando la rueda, no es ese nuestro propósito. Eso sería sumamente arrogante. Lo que sí creo es que es un proyecto que por primera vez está intentando seriamente combinar las culturas políticas y no pegoteadas. Porque creo que, además, la candidatura de Sebastián Sichel es eso, una combinación de culturas políticas. Él viene de una centroizquierda, ha estado jugando en distintos momentos en el centro político y es a éste al cual uno tiene que aspirar a través de la búsqueda de la mayoría cultural. Y eso significa ir mucho más allá de los partidos políticos y del diagnóstico oficial de Chile Vamos. Pero, por supuesto, considerando algunas de sus aristas.

Y a grandes rasgos, ¿hacia dónde se debería mover la derecha? Hablas de aspirar al centro…

Más que movernos hacia alguna parte, me gustaría responder cuál creo que debería ser el estilo de respuesta. Allí donde el Frente Amplio aspira a la refundación, incluso más, a la revolución y a la modificación de los poderes constituidos, nosotros aspiramos a reformar profundamente el statu quo, para lo cual nos alejamos de la derecha más clásica o dura, que ha torpedeado muchos cambios y modificaciones al sistema político y al modelo de desarrollo. Pero al mismo tiempo nos ponemos en una posición explícitamente reformista antes que refundacional o revolucionaria. Entonces más que movernos hacia un lado u otro, es la defensa de un principio y de un estilo. Nuestro estilo es reformista, para lo cual hay que ser crítico de lo que hemos recibido y heredado, pero no completamente refundacional como para dejarlo todo de lado. No puede ser que un país se tenga que construir cada 40 años, todo nuevo. Eso lo hizo la dictadura y el espíritu refundacional de la izquierda es muy parecido al de la dictadura, paradójicamente. Y eso es un error.

¿Ves en Gabriel Boric ese ejercicio refundacional?

Es que no puedo sino verlo, porque está en un pacto electoral con el PC, y esa es la mirada del PC. Y por mucho que él haya intentado en la primaria ponerse en una posición más reformista que revolucionaria, ahora va a tener que cuadrar un círculo muy difícil para que no se le sigan metiendo desde la izquierda. Y por lo tanto, va a tener que ceder a las aspiraciones refundacionales.

¿Y qué opción tiene Sichel? Dentro de su pacto también tiene parte de esa derecha que se ha negado a los cambios y que se ve en la Convención.

Estoy de acuerdo. Hay que hacer una invitación a superar la barrera de los 90, de la Guerra Fría y tener espíritu pragmático y darse cuenta que la construcción de mayorías culturales significa ceder. Y las nuevas generaciones tendrán que ceder con las antiguas generaciones y viceversa. Y los liberales con los conservadores. Y los conservadores con socialcristianos. Nadie puede creer que va a aspirar a una mayoría política, social y cultural defendiendo principios monolíticos y unívocos. Así no vas a ser nunca una mayoría.

¿La derecha está en crisis en Chile?

No, yo creo que está en reconstrucción. Esto ocurrió en el siglo XIX, en el siglo XX. No es la muerte de nada. Lo que veo como salida posible es que pensemos un diagnóstico de largo plazo. Si lo hacemos así, entonces nuestro acercamiento al electorado va a ser más fácil, pero sobre todo menos instrumental y más sincero.

¿Por qué pareciera que la izquierda es más atractiva para los jóvenes?

Yo creo que, en parte, porque la reflexión intelectual la hicieron antes. Estoy seguro de eso, que el 2006 y el 2011 son los preludios intelectuales -pueden parecer bien o mal los diagnósticos- de un ejercicio que sirvió. Son funcionales para el 2019. Estalló esto sin ellos ser conscientes de que iba a estallar, sin ellos liderar el movimiento del estallido, pero sí estaban más preparados para entender o canalizar conceptualmente las demandas. Y llegamos en ese sentido tarde al relato, y con un Excel más que un Word. Ese es un problema.

Llegaron tarde a esta pelea cultural…

Claro, en parte porque no hubo mayor interés en la reflexión intelectual profunda, y estamos saliendo del Excel para meternos en el Word. No quiero decir con esto que el Excel no importa, sí importa, porque las medidas concretas tú las resuelves con él. Pero la mirada de largo plazo la haces con Word y tú le tienes que plantear una salida a la sociedad cuando se enfrenta a una crisis, una salida estructural, sistémica. Y en eso estamos, buscando una salida sistémica. El Frente Amplio lo logra con las medidas y los instrumentos equivocados, a mi manera de ver, pero al menos tiene un relato.

Lucia Santa Cruz

«La historia es un cementerio de aristocracias» El Mercurio 28 enero 2022

«Esta «circulación de las élites» es lo que ha cucedido con la irrupción avasalladora de una nueva élite de políticos de izquierda» «Chile experimentó un cambio muy significativo en su estructura social, como resulado de la moderniazación capitalista acelerada, de la introducción del mercado ocmo asignador de los recursos y de las recompensas, y en vietud del crecimiento económico alto y sostenido. Ello produjo una trasformación de las élites, desde unas propias de una sociedad tradicional, generadas principalmente por el lugar de origen, hacia otras, mas amplias, mas diversas y mas ligadas a los logros, especialmente en la creación de riqueza, que a las posiciones heredadas y en segundo lugar, y mas importante, permitió la transición de vastos grpos de chilenos desde una situación de pobreza y marginalidad hacia una nueva clase media emergente, con características distintas a las que inspiraron a los sectores medios en el orden tradicional anterior. Una de las consecuencias de lo anterior fue la irrupción masiva de jovenes, representates de la pirmera generación universitaria de sus familias, con legítima expectativas y aspiaciones y mucha mas conciencia de sus derechos que sus padres… las transformaciones sin embargo, tuvieron varias debilidades… un fenómeno de movilidad social incompleto y trunco, pues debió ser acompañado por una revolución en la calidad de la educación pública; de un crecimiento económico continuo, sin el cual la movilidad pierde dinamismo y las sociedades se reoligarquizan; y finalmente, exigía una adaptación cultural más coherente con las formas de relación propias de la modernidad que se basan en una verdadera igualdad ante la ley, en un respeto por la dignidad de todos, sin privilegios indebidos y con recompensas que no sean el producto de subterfugios, sino de una competencia justa»

Juego de suma cero 23 septiembre, 2022, Lucia Santa Cruz

No debería haber dos lecturas. El texto propuesto por la Convención Constituyente —explícitamente vinculado al programa de gobierno de Apruebo Dignidad— fue rechazado por una mayoría sin precedentes, en todas las comunas del país (excepto 8 de ellas), en todas las edades y zonas geográficas y, con mayor diferencia aún, en las comunas con población más vulnerable, como también en aquellas habitadas mayoritariamente por personas de origen mapuche.

A pesar de ello, no parece válido aplicar el concepto de “vencedores y vencidos”, porque esta dicotomía es coherente solo cuando los conflictos se dirimen por la violencia; tras un acto eleccionario solo hay legítimos “ganadores y perdedores”, porque en democracia nadie clava la rueda de la fortuna, salvo tal vez por un lapso muy corto. No es fácil saber con certeza quién ganó en la elección más decisiva de los últimos 30 años, pues las razones para rechazar fueron diversas y múltiples, y quienes votaron en contra de la Carta representan las más diversas convicciones y motivaciones.

Es cierto que no ganó la derecha, como algunos insisten, pero también ganó la derecha. Ganaron los valientes de la centroizquierda que por integridad y honestidad intelectual abandonaron sus filiaciones históricas y sus tribus de origen. Ganó esa mayoría silenciosa a la cual poco importan las ideologías progresistas divorciadas de su realidad y de sus necesidades acuciantes. Ganaron la moderación, el espíritu democrático arraigado en el pueblo chileno y enraizado en nuestra historia republicana desde nuestros orígenes como país independiente, a pesar de sus altos y bajos.

Pero ciertamente hubo perdedores. Perdieron la plurinacionalidad, las divisiones raciales, la excesiva ideologización, la refundación, la polarización, la idea de un país profundamente fragmentado, sin puntos de unión ni características comunes; una dirigencia de constituyentes de pueblos originarios extremista, incapaz de representar los verdaderos intereses del pueblo mapuche, y la política basada en la agudización de las contradicciones. En suma, perdió la izquierda radical.

El problema es que el Gobierno, principal promotor del texto rechazado, dice que esta no es su derrota y que, en consecuencia, no habrá ninguna renuncia a su programa original. Es más, olvida que la aprobación de Apruebo Dignidad y de su programa en primera vuelta fue muy poco mayor al 25% del total de votos y solo ese es su núcleo duro.

¿Cómo explicar esta incapacidad para adaptarse con más sensibilidad al veredicto popular? Pues bien, se trata de representantes de una ideología que parten de la premisa incuestionada de que son los poseedores de una certeza única y final, la cual solo puede ser percibida por ellos, la vanguardia iluminada, y que además, de acuerdo al materialismo histórico, esta verdad estaría destinada, tarde o temprano, a triunfar como fin último. Y si además tienen la convicción de ser los depositarios únicos de la virtud y de la bondad, y sienten que su rol principal es redimir a la humanidad, no solo en Chile sino en el mundo entero (¿también en Jerusalén?), es comprensible que su lema sea avanzar sin transar. El problema es que con estas presunciones es prácticamente imposible construir diálogos democráticos para llegar a consensos.

Tampoco sintonizan bien con el mandato popular los que sí se creen vencedores, que han clavado esa volátil rueda de la fortuna y que pueden alcanzar la totalidad de sus aspiraciones políticas a pesar de que 4.860.093 chilenos, vale decir, un 38,14%, unos con más entusiasmo que otros, estuvieron dispuestos a aprobar un texto constitucional tan radical. La única solución, entonces, para convivir en paz, es que dejemos de jugar a un juego de suma cero en el cual el que gana lo gana todo, porque el que pierde lo pierde todo. (El Mercurio)

Lucía Santa Cruz

Fuentes

Juan Luis Ossa Santa Cruz
Ministro Ossa expone ante la Convención: defiende el presidencialismo pero con “cambios sustantivos” y presenta reparos a la unicameralidad del Congreso

Juan José Ossa acudió a la Comisión de Sistema Político en el marco de sus audiencias citadas. Sobre la composición del Parlamento afirmó que «yo conozco dos países que giraron hace poco de la bicameralidad a la unicameralidad, que son Perú con Fujimori y Venezuela con Chávez. Yo creo que ambos fueron un fracaso».

Intelectuales de centroderecha y cambio constitucional, Juan Luis Ossa 11 diciembre, 2022

El baile de máscara en el que se ha convertido la negociación para continuar con el itinerario constitucional podría hacernos perder de vista lo verdaderamente importante: el país necesita cerrar lo antes posible el dilema constituyente para que, como sensatamente dijo el expresidente Ricardo Lagos, podamos discutir en el marco de la Constitución y no sobre ella.

Para eso, es clave que los negociadores tengan una mirada de largo plazo, conscientes como deberían ser de que los cambios constitucionales, para que sean funcionales y perdurables, habrán de responder a demandas y necesidades intergeneracionales.

Apoyarse en la historia, la sociología, la filosofía política y otras ciencias sociales y humanidades afines podría ser aquí de gran ayuda, en tanto disciplinas que suelen ir más allá de la contingencia. Digo esto pensando sobre todo en los intelectuales y académicos de centroderecha, cuya labor en los últimos años ha combinado (virtuosamente, según lo veo) una mirada en general a favor del cambio constitucional, pero sin caer en los impulsos refundacionales que fueron ampliamente rechazados el pasado 4 de septiembre. Veamos.

Existe consenso de que el Acuerdo del 15 de noviembre de 2019 abrió un proceso constituyente en Chile: ese día, y en gran medida debido a los acontecimientos provocados por el estallido social, se fijaron las líneas centrales de lo que terminaría siendo el plebiscito de entrada, la elección de convencionales, el trabajo de la Convención y el referéndum de salida.

Reducir el antecedente inmediato del proceso a esa fecha no hace justicia, sin embargo, a las voces que, al menos desde 2016, vienen insistiendo que el país requiere una nueva Constitución. Voces que se encuentran en la izquierda y en la centroizquierda, pero también en tradiciones que habitualmente se (auto)reconocen como de centroderecha.

A pesar de sus diferencias, académicos conservadores, liberales y socialcristianos han compartido una preocupación similar: de no contar con un pacto constitucional redactado en democracia y legitimado por las grandes mayorías, se corre el serio peligro de mantener el debate constituyente indeseablemente abierto. En un contexto de múltiples crisis estructurales, cerrar la discusión constitucional parece ser una cuestión de sobrevivencia.

Pero no sólo hay razones pragmáticas para apoyar la redacción de una nueva Ley Fundamental. Intelectuales de esos sectores han planteado asimismo que el origen de la Constitución actual es un problema que difícilmente puede resolverse por la vía de una mera reforma.

Es verdad que la Constitución vigente no es simplemente “la de Pinochet” (decir eso es negar todo el camino recorrido por la Concertación y el país durante los últimos 30 años). No obstante, también es cierto que la ilegitimidad de origen de la Carta de 1980 se remonta al instante en que la Junta Militar se arrogó la potestad constituyente, allá por septiembre/noviembre de 1973, y que ninguna modificación posterior ha sido capaz de solucionarla. Escribir una Constitución en democracia es, en ese sentido, una suerte de ajuste de cuentas con la historia reciente.

¿Quiere decir esto que el nuevo texto debe barrer con nuestra tradición -tal como intentaron hacer los convencionales de izquierda- y refundar la convivencia política, social y económica del país? No, por supuesto que no.

De hecho, distintas contribuciones de académicos de centroderecha (que van desde columnas de opinión a libros de historia política, pasando por entrevistas, cartas al director y artículos internacionales) han planteado la necesidad de que instituciones y principios recogidos por nuestras constituciones históricas tengan cabida en el futuro. La permanencia del Senado, la defensa de la autonomía del Banco Central y el diseño de un régimen presidencial que combine eficacia y gobernabilidad son tres ejemplos (hay muchos más) del tipo de cuestiones al que le han dedicado tiempo e interés.

Lamentablemente, en las últimas semanas algunos líderes de derecha concentrados en el Partido de la Gente y el Partido Republicano han creído ser dueños del 62% del Rechazo, olvidando que lo que votamos ese día fue un proyecto constitucional específico, no el objetivo de redactar una nueva Constitución. Muchos “aprobistas” de entrada fuimos “rechacistas” de salida, pero eso no quiere decir que el problema constitucional se haya solucionado ni menos que la crisis se haya acabado por arte de magia. Las fuerzas contrarias al Apruebo obtuvieron ese porcentaje precisamente porque fueron capaces de superar el eje izquierda-derecha.

Así las cosas, ni la pulsión refundacional de las izquierdas ni el inmovilismo endémico de cierta derecha nos sacarán del atolladero. Aquí es donde la labor de los intelectuales y el poder atemporal de las ideas están llamados a jugar un rol preponderante. En efecto, por muy cambiante que sea la realidad social, hay cuestiones simbólicas y prácticas que se mantienen imperturbables en el tiempo. Una de esas es el imperativo de contar con una Constitución que no sea propiedad de algún grupo, sino el resultado de una deliberación pausada en donde las mayorías circunstanciales no aplasten a las minorías. Ese solo objetivo merece el más fuerte de los apoyos. (Ex Ante)

Juan Luis Ossa

Trayectoria Política

Ossa Bulnes Juan Luis (1942) [1]  presidente de la Juventud Nacional, Renovación Nacional; diputado 1973 por Santiago con 9.430 votos, el 2.6% (“no entiendo cómo hay gente que piensa que todo terminará el 4 de marzo… nuestro triunfo constituirá una primera etapa y no el triunfo definitivo. Este se obtendrá solamente cuando derrotemos para siempre al marxismo” (1)).

[1]  (1) La Segunda, 19 febrero 1973. “Reconocemos y apreciamos que el gobierno militar instaurado el 11 de septiembre de 1973, fue la respuesta apropiada al caos en que se encontraba el país, ya que puso fin a la incipiente guerra civil, consolidó el Estado de Derecho, creó una nueva institucionalidad que ha permitido el restablecimiento de la democracia y reemplazó la rigidez de los esquemas ideológicos totalitarios de la Up por la libertad económica que impulsó el gran salto de Chile hacia el progreso…” declaración de diputado Partido Nnacional de 1973, El Mercurio 21 agosto 2003. (1) El Mostrador 11 mayo 2016.

Bibliografia

Columna «La actualidad de Manuel Bulnes» La Tercera 18 octubre 2020 «… cargo que ejerció entre 1841 y 1851, y bajo el cual concilió las opiniones, atrajo a los mas capaces y coordinó su trabajo, con el apoyo de Manuel Montt. Sus logros fueron extraordinarios…. por sobre todo, destaca su espíritu de reconciliación y concordia, que se expreso por ejemplo, promoviendo la restitución de O’Higgins y San Martín, en sus grados y honores; la reincorporación de Freire y los otros militares que había sido exonerados a raíz de la revolución conservadora de 1829; la escasa aplicación de los estados de excepción y, aunque parezca risible, el asilo que Bulnes dió en nuestro país a su antiguo adversario, el mariscal Santa Cruz».

Textos de Lucia Santa Cruz

Libro «¿Pensamos tan distinto?» (2020): Lucia Santa Cruz: «El estado subsidiario piensa en el Estado como una asociación civil que debe ayudar a los ciudadanos a vivir sus propios proyectos de vida según sus propios ideales sin imponer objetivos propios. El ciudadano, el individuo y la libertad son el eje central del acontecer, aunque tan importante como aquello concibe un rol social del Estado, el cual debe protección a las personas que sin la ayuda del Estado puede que no sean capaces de tener una vida mínimamente aceptable según los criterios de la sociedad moderna El estado de bienestar, al contrario,presume que el Estado tiene objetivos propios, como, por ejemplo, la igualdad económica entre todos sus súbditos, así la sociedad y la igualdad están en el centro. Y en caso de existir tensión entre la libertad y la igualdad, la resuelve a faro de esta última.

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