Fernando Matthei Aubel

Biografía Personal

Matthei Aubel Fernando Jorge (1925) Aviador, Comandante en Jefe de la Fach 1978;cm Elda Fornet Fernández, hija de  Pilar Fernández, española.

Padre de Evelyn Matthei Fornet.

[1] Hijo de Walter, prusiano. “Bastó una mirada de sus hijos color cielo para que yo pensara ‘esta es la mujer que me recetó el médico’. Con su aire español, me preció algo así como un gitana rubia” Fernando Matthei, HIJAS p. 27

“Cuántas veces Elda me dijo: ‘Fernando, el chofer de taxi gana más. Retírate’… el peor tiempo fue el gobierno de Jorge Alessandri”, F. Matthei, HIJAS 54

Descendencia

Matthei Fornet Fernando

Matthei Fornet Robert (1957-1997), médico cirujano, cm Carmen Schacht, 3 hijos.

Matthei Fornet Hedy (1961) candidata a diputada UDI 2001 por distrito 18 de Santiago (39.717 votos, 20.9%)

Matthei Fornet Víctor (1963)

Matthei Fornet Evelyn (1953)[1]  ingeniero comercial (ver).

[1]  Pulso 18 enero 2012. “Trabajó cuatro años con Sebastián Piñera… el episodio de las intercepciones telefónicas hizo estallar el gran ‘Watergate’ versión chilena. Vino con todo el sazón de turbiedad, intriga, oprobio y escándalo que ceba el morbo colectivo. Sin embargo, demostraron, una vez más, que en política sólo hay muertos aparentes…. Ya está todo olvidado. Hoy buscan afanosamente reencarnarse en un proyecto que pensaron para sí” AVILA p. 75

Fuentes

“En 1978 se me fueron todos los generales, tenía a toda la Fuerza Aérea encima, porque todos estaban con Leigh y contra Pinochet.. y yo tuve que enfrentar no más”.

“Pudiendo seguir siendo comandante en jefe siete años más, como lo fue Pinochet, me fui siete años antes. Eso lo conversé con Patricio Rojas el ministro de Defensa, y con el Presidente Aylwin, porque querían que siguiera y dije no. Si hubiera seguido, habría sido senador designado y yo no quería, me oponía a esa figura” El Mercurio, 11 de agosto de 2013. “Compartí, y sigo compartiendo plenamente, los ideales que inspiraron el pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973, consecuencia inevitable de un conflicto civil agudizado hasta el extremo. Lamento profundamente, toda pérdida de vida humana. Me siento honrado de haber participado en el gobierno militar, como ministro y como miembro de la Junta de Gobierno. Creo firmemente que modernizamos de raíz nuestro país y le dimos un orgullo y una grandeza que le abrieron brillantes perspectivas. Cumplimos escrupulosamente nuestro compromiso de volver a la democracia plena y de restaurar la libertad política, económica y social. He señalado que la noche del plebiscito del 5 de octubre de 1988 tuvimos entre nosotros distintas apreciaciones sobre la mejor manera de asegurar el orden público, siempre dentro de la Constitución y la ley” EM, 10 enero 2012 p. A2

Familia

Trayectoria Política

Minstro de Salud, Comandante en Jefe de la Fach 1978, miembro de la Junta de Gobierno 1978-1990 (“Subí al despecho del general Pinochet y me encontré allí con el Presidente y los demás miembros de la Junta, quienes me comunicaron que me habían nombrado a mi Comandante en jefe de la Fuerza Aérea, por razones que conocerán ellos. Para mí, naturalmente fue la sorpresa más profunda porque yo estaba dispuesto a renunciar y no a asumir como Comandante en Jefe”);

fue el primer miembro de la Junta de Gobierno que reconoció el triunfo del No el 5 de octubre de 1988 (“Me parece que realmente ganó el No. Al menos yo lo tengo bastante claro”)

Bibliografia

Mi testimonio,  2003

Otras publicaciones

La Constitución respetada Por Fernando Matthei (Carta a El Mercurio, 10.1.12)

Hace unos días fui aludido en una carta a su diario respecto del plebiscito presidencial del 5 de octubre de 1988.

Considero mi deber precisar, por primera vez en un texto escrito, mi postura frente a este tema, que ha dado origen a ciertas versiones que no se ajustan a la verdad histórica.

Reiteraré aquí y ahora los cinco puntos clave que definen mi posición y que expresé con estos mismos términos el 4 de marzo de 1991 en la declaración oficial de la Fuerza Aérea de Chile sobre el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación.

Primero, compartí, y sigo compartiendo plenamente, los ideales que inspiraron el pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973, consecuencia inevitable de un conflicto civil agudizado hasta el extremo, en cuya gestación y desarrollo las Fuerzas Armadas y de Orden no tuvieron participación ni responsabilidad alguna.

Segundo, lamento profundamente, como lo he lamentado siempre, toda pérdida de vida humana. Las víctimas civiles y militares de esta desafortunada etapa representan un testimonio de extremo sentimiento para nuestra conciencia, con las consecuencias de dolor que acarrea para una nación el abandono de una convivencia regida por la razón, que obliga al empleo de la fuerza.

Tercero, me siento honrado de haber participado en el gobierno militar, como ministro y como miembro de la Junta de Gobierno. La labor cumplida por las Fuerzas Armadas la juzgará la historia y estoy convencido de que será positivamente.

Cuarto, creo firmemente que modernizamos de raíz nuestro país y le dimos un orgullo y una grandeza que le abrieron brillantes perspectivas.

Quinto, cumplimos escrupulosamente nuestro compromiso de volver a la democracia plena y de restaurar la libertad política, económica y social.

Este último compromiso fue sellado el 8 de agosto de 1980 cuando firmamos -el Presidente de la República, los miembros de la Junta de Gobierno y los ministros de Estado- el proyecto de una nueva Constitución. Esta Carta Fundamental contenía, en sus artículos transitorios, un mandato para la construcción, a través de un conjunto de leyes orgánicas constitucionales, de las instituciones que asegurarían una democracia al servicio de la libertad.

Asimismo, establecía un itinerario, preciso e inmodificable por nuestra voluntad, para una transición gradual, legal y pacífica hacia la democracia plena. Ese itinerario contemplaba un plebiscito para definir quién ocuparía el cargo de Presidente de la República en un período posterior.

Ese plebiscito se realizó de manera justa, transparente e impecable. Y su resultado, como no podía ser de otra manera, fue respetado estrictamente por el Presidente Pinochet y la Junta de Gobierno.

​He señalado que esa noche del plebiscito tuvimos entre nosotros distintas apreciaciones sobre la mejor manera de asegurar el orden público, siempre dentro de la Constitución y la ley, como es natural que existan en un momento tan crucial y entre personas que habían vivido y actuado en las circunstancias excepcionales que marcaron esos tiempos. Así fue, y creo que primó esa noche la moderación y sensatez del pueblo chileno.

Les aseguro a mis compatriotas que jamás existió la más mínima vacilación del Presidente Pinochet o de algún miembro de la Junta de Gobierno en orden a respetar los resultados de ese plebiscito y así cumplir estrictamente lo que mandaba la propia Constitución que nosotros habíamos propuesto al país.

Respeto, considero y valoro toda opinión distinta sobre estos años tan complejos, difíciles y preñados de destino para nuestra patria.

Pero los hechos son los hechos, y no puedo sino ser leal a mi conciencia y decir mi verdad. Se la debo al país que adoro y que tanto le ha dado a mi familia. Lo hago para ser fiel a la verdad histórica, base fundamental de la reconciliación y la unidad nacional que necesitamos para hacer de Chile una gran nación.

Fernando Matthei Aubel

General del Aire (r)

Ex miembro de la Junta de Gobierno de Chile.

Carta histórica sobre el plebiscito 1988 Fernando Matthei Aubel (El Mercurio,10.1.12)

Hace unos días fui aludido en una carta a su diario respecto del plebiscito presidencial del 5 de octubre de 1988.

Considero mi deber precisar, por primera vez en un texto escrito, mi postura frente a este tema, que ha dado origen a ciertas versiones que no se ajustan a la verdad histórica.

Reiteraré aquí y ahora los cinco puntos clave que definen mi posición y que expresé con estos mismos términos el 4 de marzo de 1991 en la declaración oficial de la Fuerza Aérea de Chile sobre el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación.

Primero, compartí, y sigo compartiendo plenamente, los ideales que inspiraron el pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973, consecuencia inevitable de un conflicto civil agudizado hasta el extremo, en cuya gestación y desarrollo las Fuerzas Armadas y de Orden no tuvieron participación ni responsabilidad alguna.

Segundo, lamento profundamente, como lo he lamentado siempre, toda pérdida de vida humana. Las víctimas civiles y militares de esta desafortunada etapa representan un testimonio de extremo sentimiento para nuestra conciencia, con las consecuencias de dolor que acarrea para una nación el abandono de una convivencia regida por la razón, que obliga al empleo de la fuerza.

Tercero, me siento honrado de haber participado en el gobierno militar, como ministro y como miembro de la Junta de Gobierno. La labor cumplida por las Fuerzas Armadas la juzgará la historia y estoy convencido de que será positivamente.

Cuarto, creo firmemente que modernizamos de raíz nuestro país y le dimos un orgullo y una grandeza que le abrieron brillantes perspectivas.

Quinto, cumplimos escrupulosamente nuestro compromiso de volver a la democracia plena y de restaurar la libertad política, económica y social.

Este último compromiso fue sellado el 8 de agosto de 1980 cuando firmamos -el Presidente de la República, los miembros de la Junta de Gobierno y los ministros de Estado- el proyecto de una nueva Constitución. Esta Carta Fundamental contenía, en sus artículos transitorios, un mandato para la construcción, a través de un conjunto de leyes orgánicas constitucionales, de las instituciones que asegurarían una democracia al servicio de la libertad.

Asimismo, establecía un itinerario, preciso e inmodificable por nuestra voluntad, para una transición gradual, legal y pacífica hacia la democracia plena. Ese itinerario contemplaba un plebiscito para definir quién ocuparía el cargo de Presidente de la República en un período posterior.

Ese plebiscito se realizó de manera justa, transparente e impecable. Y su resultado, como no podía ser de otra manera, fue respetado estrictamente por el Presidente Pinochet y la Junta de Gobierno.

​He señalado que esa noche del plebiscito tuvimos entre nosotros distintas apreciaciones sobre la mejor manera de asegurar el orden público, siempre dentro de la Constitución y la ley, como es natural que existan en un momento tan crucial y entre personas que habían vivido y actuado en las circunstancias excepcionales que marcaron esos tiempos. Así fue, y creo que primó esa noche la moderación y sensatez del pueblo chileno.

Les aseguro a mis compatriotas que jamás existió la más mínima vacilación del Presidente Pinochet o de algún miembro de la Junta de Gobierno en orden a respetar los resultados de ese plebiscito y así cumplir estrictamente lo que mandaba la propia Constitución que nosotros habíamos propuesto al país.

Respeto, considero y valoro toda opinión distinta sobre estos años tan complejos, difíciles y preñados de destino para nuestra patria.

Pero los hechos son los hechos, y no puedo sino ser leal a mi conciencia y decir mi verdad. Se la debo al país que adoro y que tanto le ha dado a mi familia. Lo hago para ser fiel a la verdad histórica, base fundamental de la reconciliación y la unidad nacional que necesitamos para hacer de Chile una gran nación.

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