Manuel Garretón Walker

Biografía Personal

Garretón Walker Manuel Antonio (1909-1958)[1] “de brillante pensamiento y elegante oratoria, abrazado con fervor a la causa, simpático y de una generosidad tan expansiva que fue el origen de su declive posterior y de su fin político tan lamentable” (4), hijo de  Roberto Garretón Bravo y Sofía Walker Shell, ingeniero, académico, embajador, presidente de la Juventud Católica de Chile; casado con María Luisa Merino Wilson (1915-1996), 3 hijos.

[1] “(1) Monseñor Jorge Gómez Ugarte ante su muerte. (2) Recuerdo de sus hijos al cumplirse 50 años de su muerte.  EM 16 diciembre 2008. (3) WAISS página. 44. (4) VALDES página. 73.

Descendencia

Garretón Merino Roberto (1941-2021) (1) abogado, defensor de los DD.HH. a partir de 1973.

Garretón Merino Manuel Antonio (1943)[2] sociólogo,  doctorado en París, académico U de Chile, MAPU, PS, exonerado de la Universidad Católica en 1973, importante cientista político con múltiples publicaciones, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2007, Premio Kalman Silver 2015 de la Latin American Studies Association; en el 2015 partidario de una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución: “hemos dicho que el núcleo del proceso constituyente es la Asamblea Constituyente, o instancia de representación y participación popular establecida por ley”

Garretón Merino Carmen (1945) PPD, cm Rodrigo Vera G.

(1) “A los extranjeros que llegaban a Chile, en 1975, les decíamos: ‘Hemos presentado 3.000 recursos de amparo y los hemos perdido todos’. En 1978 habíamos llegado a 7.000 y seguíamos presentando recursos. Algunas personas nos preguntaban: ¿Y para qué seguir presentando recursos? Había muchas razones para hacerlo. Primero, porque no teníamos por qué renunciar a nuestros derechos. Segundo, debíamos documentar lo que estaba sucediendo. Tercero, los periodistas no podían informar que habían tomado presa a tal o cual persona, pero sí podían decir que se había presentado un recurso por esa persona. Cuarto, para la historia”, LC, p. 487

Al fallecer en 2021: El profesional nació en Santiago en 1941 y estudió Derecho en la Universidad de Chile, jurando como abogado en 1967. Durante la dictadura militar tuvo un activo rol en la defensa de los perseguidos ante los Consejos de Guerra. En ese sentido, formó parte de la Vicaría de la Solidaridad, donde fue jefe del Área Judicial. Con el retorno de la democracia, el jurista encabezó el nuevo departamento de derechos humanos de la Cancillería. Además, Garretón fue funcionario de Naciones Unidas y Representante para América Latina y el Caribe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

[2] “Etapas y mecanismos del proceso constituyente” SOLUCION p. 309

Fuentes

Manuel Antonio Garretón: “Lo que ha hecho Boric puede ayudar a otras izquierdas en América Latina” 24 diciembre 2021

«Es él. No hay otro». De esta manera definió a Gabriel Boric el sociólogo y ensayista chileno Manuel Antonio Garretón junto a otros intelectuales de izquierda cercanos al Frente Amplio. Con estas palabras, respaldaron en abril la candidatura del expresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech).

«Tenía que ser un candidato que tenga liderazgo y sensibilidad social sobre la experiencia de 2011 y 2012 [con las movilizaciones de estudiantes] pero que además tenga la capacidad de ir más allá del estallido, que sea capaz de entender la necesidad de recomponer la relación entre la política y la sociedad, que es el gran problema de la sociedad chilena», dice el sociólogo al que Boric sigue llamando «profesor».

Ganador del premio nacional de Humanidades y Ciencias Sociales de Chile, Garretón se define como un «intelectual político». La relación entre el mundo intelectual y la política para él es imprescindible. Nacido en una familia de dirigentes sociales, en la década de 1930, su padre fundó lo que en ese momento se llamó la Falange Nacional y después se transformó en la Democracia Cristiana.

La primera participación de Garretón en la política la hizo en la universidad donde llegó a ser presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile a mediados de la década del 60. Poco tiempo después, el presidente Salvador Allende propuso su nombre como embajador en Cuba aunque el pliego de su designación no logró pasar el Congreso.

¿Por qué entendieron que Boric podía ser un buen candidato para estas elecciones? 

La candidatura de Boric tiene un componente generacional, es la expresión de lo que fue el estallido social de 2011 y 2012, de la movilización estudiantil. Pero también Boric es el diputado que desde una ruptura con su partido decide firmar a título personal el acuerdo nacional [para redactar la nueva Constitución en noviembre de 2019]. Ese acto por el cual fue repudiado terminó posicionándolo como el indicado.

¿Recuerda el momento?

Recuerdo la frase de ese momento: «Es él. No hay otro». No lo pensábamos en el sentido de «solo es él», ni en la idea mesiánica de un líder, sino en que era muy importante que el Frente Amplio tuviera un candidato presidencial con liderazgo y sensibilidad social sobre la experiencia del 2011 y 2012 pero, además, la capacidad de ir más allá del estallido, que fuera capaz de entender la necesidad de recomponer la relación entre la política y la sociedad, que es el gran problema de la sociedad chilena. Boric es una persona capaz de combinar esos dos mundos con un proyecto de transformación.

¿Estas elecciones marcan una ruptura con el modelo heredado de la dictadura de Pinochet?

Mire, ponga atención en el resultado del plebiscito de 1988 [consulta para decidir si Augusto Pinochet debía seguir en el poder]: 55.9% votó por el No,  44.1% por el Sí. En las elecciones del domingo, el 55.9% votó a favor de Boric, 44.1% lo hizo a favor de Kast: el porcentaje es exactamente igual. Claro, usted podrá decir que es una coincidencia, una simple metáfora pero entendamos que ese dato es un instrumento de análisis. Lo que está de fondo en el resultado es el gran clivaje de la sociedad chilena: la dictadura militar. Ahora, con los mismos porcentajes de votación, una mayoría social confirma que quiere una transformación del orden económico y social heredado de la dictadura.

¿Qué pasó entre estos dos momentos?

La sociedad cambió y eso provocó un distanciamiento creciente entre la política y la sociedad. En Chile, la sociedad se constituye a través de la política. En los últimos 100 años ha sido así, no hay un solo proyecto de sociedad que no haya sido generado por los partidos, con la excepción de los años de dictadura. Si usted piensa en la industrialización y la modernización en Chile, lo hace el Frente Popular. La reforma agraria, la Democracia Cristiana. La vía chilena al socialismo es una invención de la política. Todos ellos, por supuesto, imbricados con la sociedad. Eso es lo que la dictadura no logró romper, aunque reprimió la vinculación de la sociedad con lo político.

¿Cómo define lo que vino después?

Lo que ocurrió después es un creciente distanciamiento, la incapacidad del mundo político de entender las transformaciones en la subjetividad de los nuevos actores que estaban apareciendo. La política dejó de entender lo que pasaba en la sociedad.

¿Dónde quedó el centroderecha en estas elecciones? 

Noto incapacidad y agotamiento, sobre todo por la absoluta incompetencia del gobierno actual. Entonces, ante la incapacidad de la derecha, llamémosle liberal o derecha social, ¿quién puede asumir el liderazgo? Lo asume aquel que exprese la posición más dura. Por eso, por primera vez tenemos como representante de la derecha un sector que está lo más cerca de Pinochet que haya tenido Chile. No importa aquí la biografía personal sino lo que expresa esa posición.

¿Puede el centroderecha renovarse y volver ser cabeza de la oposición?

La derecha ha sido doblemente derrotada. Van a tener que recomponerse enteramente. Y así lo están planteando. Entonces tenemos un proceso que tendrá que refundar los actores políticos y que se dará en paralelo con el proceso constituyente.

¿Cuál será el mayor desafío para el nuevo gobierno?

El mayor problema será conseguir una bancada parlamentaria importante. Yo creo que va a buscar reconstituir un ideario socialista, entendiendo que va a tener que ser parte de una coalición con los partidos de la vieja Concertación y podrá hacerlo dentro del Frente Amplio o fuera de él. Eso es lo que está por verse. Lo está claro es que las nuevas fuerzas unidas a otras que no están en frente deberán ir camino a una convergencia que no sé si tomará la forma estricta de un partido pero creo que va a haber una recomposición de lo que llamamos la tradición socialista, en la cual es probable que sectores muy importantes del Partido Socialista se plieguen.

¿Hay puntos de contacto con la presidencia de Salvador Allende?

El gran problema de Salvador Allende -dejemos de lado la conspiración imperialista, la cooperación militar, la conspiración de la derecha y de los medios de comunicación controlados por la derecha- fue que no era un gobierno mayoritario [Allende ganó las elecciones de 1970 con el 36.6% y una diferencia de menos de 40.000 votos con el conservador Jorge Alessandri]. Allende nunca fue una mayoría social política expresada en las urnas. En cambio, ahora partimos de eso. Y el punto es cómo esa gran mayoría, que por supuesto sobrepasa al Frente Amplio y al Partido Comunista, se convierte en mayoría institucional en el Parlamento. Ese es el gran desafío.

¿Qué cree que estuvo en juego en estas elecciones? 

Una de las cosas que ha estado en juego ha sido la legitimidad de las calles, antes expresada en el proceso constituyente, ahora expresada en un proyecto político-institucional. Lo que tenemos es un presidente con una mayoría como no se conocía en el último tiempo, con una participación impresionante de la gente y eso le da una enorme legitimidad.

Entre los elementos simbólicos de esta victoria de la izquierda está que a Boric le va a tocar poner en marcha la nueva Constitución.

Y en su partido no hay nadie que lo exprese mejor. La Constitución, que va a ser un proceso fundacional, necesita implementarse y para eso necesita de las instituciones existentes como el Gobierno.

Si analizamos los procesos constituyentes de América Latina, casos como el de Bolivia, Ecuador y Venezuela, en todos ellos aparece un pedido desde abajo conducido políticamente desde arriba por un presidente. Acá la dinámica es distinta, Boric llega con el proceso constituyente ya en marcha. ¿Eso puede traer algún tipo de problema?

Es exactamente lo que usted dice. No son autoridades que surgen de la Constituyente, ni constituyentes que surgen de las autoridades que plantean el proceso. Aquí hay una particularidad. Por lo general, tenemos una revuelta que deriva en proceso constituyente y de ahí salen las autoridades políticas. Después, los que están arriba llaman a una nueva Constitución… En Chile, existen paralelamente dos procesos y hay dos legitimidades. La legitimidad del proceso constituyente, que viene del hecho de que la sociedad siente que está haciendo una cosa que nunca hizo en tantos años de vida, que es fijar cómo quiere vivir, y la del presidente. Pensemos qué hubiera pasado si ganaba Kast y la Constitución aprobada por la Convención no le gustaba. ¿Habría llamado a votar por ella? Habríamos tenido un conflicto de legitimidad enorme. En cambio, aquí tenemos exactamente lo contrario.

¿Hay dos procesos simultáneos que se complementan?

Exacto, estamos en presencia de algo inédito, que son dos procesos paralelos que tienen dinámicas y autonomías propias. La dinámica propia de un proceso constituyente que tiene un componente retórico fundamental, que busca responder a todo los problemas de una de la sociedad a plantearse todas las grandes principios y metas hacia el futuro, pero que no puede necesariamente implementarlo. Y aquello que es capaz de implementarlo, la política. Tenemos legitimidades complementarias. Y creo que esto es extremadamente positivo.

¿Estamos ante una nueva izquierda? 

Estamos en presencia de una izquierda que representa muchas diversidades, que tiene una cierta solidez y que ahora se ratifica por la elección del presidente. Esta es una izquierda que tiene sus raíces en las movilizaciones estudiantiles de 2012, que no fueron solo estudiantiles sino también territoriales, medioambientales, feministas y de los pueblos originarios. Esta izquierda nace allí y se organiza para convertirse en un actor distinto a lo que había sido la izquierda de la Concertación y de Nueva Mayoría en la cual estaba incluido el Partido Comunista. Esta es una izquierda muy vinculada a los movimientos sociales, muy crítica al modo de hacer política del centroizquierda. Hay ahí un componente generacional muy importante y sorprendente. Estamos hablando de una izquierda que pudo resistir el embate clásico de los últimos tiempos, el embate a lo efímero.

¿Cómo analiza el primer discurso de Boric como presidente electo?

El discurso de la victoria es enteramente distinto al tono de la primera vuelta. En el discurso del domingo hubo dos discursos en uno. Una primera parte, donde le habla a todo el país y le dice «yo tengo un proyecto de país que ha sido apoyado por la gran mayoría». Una segunda parte que es nítido el discurso de la primera vuelta, el de la radicalidad de la transformación. Entonces dice: «Tengo que contar con ustedes, haré las transformaciones pero con participación, conversación, negociación, porque están todos llamados a apoyar este proyecto». Y yo creo que en ese sentido es un gran discurso que muestra la tensión que va a haber en el Gobierno.

Muchos analistas lo definen como un momento de refundación ¿Estamos ante ese escenario?

Estamos en un período de refundación. Por eso vamos a ver surgir nuevos actores políticos que plantean una relación con la sociedad diferente. Por primera vez en la historia de Chile no hay centro político orgánico hegemónico. Chile era una anomalía en el mundo. América Latina no tiene el centro político orgánico. Bueno, Chile lo tenía y ahora no lo tiene, dejó de existir como tal.

¿Hay lugar para el centro?

Puede haber partidos de centro y los habrá. Hay electorado de centro, pero desapareció el centro político orgánico como eje de la política.

Y en ese contexto, ¿cómo ve al Partido Socialista? 

Pues creo que el Partido Socialista selló su decadencia con su incapacidad de llevar un liderazgo presidencial. La elección anterior boicoteó la candidatura de Ricardo Lagos, después de eso ha venido de tumbo en tumbo, se ha ido mucha gente.

¿De qué hablamos cuando hablamos del Partido Comunista en Chile hoy? 

El PC es un partido que ha sido muy democrático, que cuando ha debido apoyar a gobiernos que no eran propios lo ha hecho con mucha lealtad y esta veta la mantiene. El PC no pudo vivir el triunfo de la democracia de la misma manera que lo vivieron los partidos de la Concertación.

¿Qué lugar tendrá el PC en el nuevo gobierno?

Tengo la impresión que el Partido Comunista va a ser un partícipe muy leal en la coalición y no confundirá sus fines con los fines de la coalición. Tengo confianza en que va a ser un partido de apoyo solidario, coherente con sus matices y con su propia sensibilidad.

¿Qué significa la victoria de la izquierda en Chile para el progresismo en América Latina?

No sé si esto va a desencadenar una nueva ola pero lo que lo que sí creo es que abre la posibilidad de un proyecto de izquierda. Es capaz de darle forma política a las identidades, a las subjetividades que hoy no se identifican con la política. Boric representa un nuevo liderazgo que está con las movilizaciones pero también está más allá de ellas porque quiere representar al conjunto del país. Lo que se ha hecho aquí puede ser algo que ayude a las otras izquierdas.

 

Manuel Antonio Garretón: “Tenemos la amenaza de una regresión conservadora” 30 Noviembre 2022
Garretón sostiene que Boric requiere una sola coalición, cuestión que no se va a lograr si unos “les ponen la pata encima a los otros”. Cuestiona a la derecha –“su triunfo es efímero”- y critica a Ricardo Lagos por decir que el país “está peor que antes”.

Manuel Antonio Garretón es uno de los intelectuales más prominentes de la izquierda chilena. De ahí que su reflexión sobre el momento político siempre encuentre eco en ese mundo donde él habita desde muy joven.

Sociólogo, actual director del Laboratorio de Análisis de Coyuntura Social de la Universidad de Chile, Garretón fue una figura en la llamada “renovación socialista”. Desde entonces ha mantenido un pie en la academia y otro como agudo observador de los procesos políticos.

Garretón está preocupado. Ve en el horizonte la amenaza de lo que él llama una “regresión conservadora”. De ahí su advertencia de que el gobierno debe tener una sola coalición que le permita reconfigurar una mayoría política y social para mantener su proyecto transformador, pero con ajustes. Aquí explica cómo y por qué.

El expresidente Ricardo Lagos sostuvo esta semana que “estamos peor que antes”. ¿Qué interpreta usted? ¿Un llamado de atención al mundo político? ¿Un guiño a la ciudadanía?

Yo no sé bien lo que quiso decir Lagos. Tampoco voy a interpretarlo. Sí tengo mi opinión respecto a lo que fue su participación en el plebiscito y es muy negativa. Le hizo mal al país. Pero es una opinión personal, independiente del respeto y cariño que le tengo.

¿Es crítico del rol que está jugando Lagos?

Básicamente, veo más una preocupación por estar presente que por tratar de entender lo que le ocurre al país. Y eso lo lleva a posiciones que, a veces, tienden a ser más golpeantes que analíticas.

Pero sí hay una percepción de que el país ha involucionado. Hay analistas internacionales que se preguntan qué les pasó a los chilenos. ¿Tiene un punto ahí?

¿Pero qué se quiere decir con eso? El ejemplo que se ha dado respecto a que los chilenos están gastando más que lo que tienen no es nuevo. Viene sucediendo hace décadas. La pregunta es por qué. Bueno, eso es porque existe un modelo económico social que los ha llevado a endeudarse permanentemente. Es un modelo que generó promesas que no ha podido cumplir. Por lo tanto, la sensación de soledad, de falta de protección e incertidumbre que tienen los chilenos tiene que ver con eso.

¿Y qué quiere decir con eso?

Que, sin desconocer las excelentes cosas que hicieron los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría, hay que reconocer que existe una deuda. Que lo que estamos viviendo hoy es el resultado de políticas públicas que generaron consecuencias.

¿Los 30 años famosos?

O sea, las causas de todos estos fenómenos que se analizan tienen que ver con lo que hemos hecho en estos 30 años. Yo no entiendo qué me está diciendo Lagos cuando dice que Chile está peor que antes. ¿Que estamos peor que en la dictadura? ¿No se referirá estrictamente a lo que fue su gobierno? Quizá es una forma de decir: “Ahí estábamos tan bien y ahora ya no”. Por supuesto que las suyas son afirmaciones respetables, pero discutibles.

¿Usted diría que Chile está mejor o peor?

Yo creo que desde el gobierno de Piñera II hasta ahora estamos mucho peor. Pero eso se debe a problemas no resueltos. El estallido social es una expresión de aquello. Entonces, hacerse la pregunta es una cuestión fundamental, pero ese tipo de afirmaciones no dan cuenta de la profundidad del problema.

¿Cree que Lagos habla desde una cierta autorreferencia? ¿No desde una mirada más panorámica del país?

No creo que sea sólo un tema de autorreferencia. Hay un análisis más profundo. Evidentemente, Lagos sufrió personalmente las consecuencias del estallido.

Más precisamente…

El tema central del Acuerdo Nacional de noviembre del 2019 fue la Constitución. Lagos había dicho que estábamos en presencia de la Constitución del siglo XXI y que ahora sí que era democrática. Pero la gente nunca lo vio así. Hablaba de la Constitución de Pinochet-Lagos. Independientemente de si era justo o injusto, ese eje terminó siendo el punto de referencia central de su postura política.

¿Lagos se sintió cuestionado?

Por supuesto. Se sintió injustamente cuestionado, porque la Constitución que él hizo estaba siendo derrotada. Eso influye mucho. Y así como pienso que su intervención en el plebiscito fue un profundo error y que se hizo daño a sí mismo, creo que esta nueva intervención que ha hecho es confusa. No aporta en el debate.

Usted crítica a Lagos por su postura en el proceso constituyente, pero el Rechazo ganó con un 62%. ¿No será que recogió bien el sentir ciudadano?

Estoy de acuerdo con las críticas que se pueden hacer a la Convención y al proceso. Mi punto es que su intervención sirvió para reafirmar la posición de ese 20% que siempre estuvo por el Rechazo. No olvidemos que la derecha en Chile, y los poderes que ella expresa, es un 44%. Nunca hay que perder eso de vista. Cada vez que en el país ha habido proyectos de transformación, la derecha ha buscado la solución más radical.

¿Eso fue el Rechazo: la postura más radical?

Solamente para hacer un símil: la posición de la derecha frente al gobierno de Allende fue el derrocamiento. ¿Y qué pasó? Al final terminaron apoyándolos, silenciosamente, los sectores de centro. ¿Cuál fue ahora la posición extrema de la derecha frente al proceso constituyente? El rechazo a todo. Partieron siendo un 20% y terminaron imponiéndose. Esto hay que tomarlo en cuenta para entender la derrota de la propuesta constitucional.

También es un dato que el Rechazo terminó ganando con un 62%. No fue un empate. Fue bastante arrollador.

No hay dudas que lo más significativo fue la magnitud de la derrota. Pero eso muestra que quienes promovieron la estrategia del Rechazo tienen una enorme poder para fijar las reglas del juego y del escenario que viene. De alguna manera, son los dueños. Esa es la gravedad del actual escenario: que podría ser viable una restauración conservadora en Chile.

¿Y eso qué significaría?

Con el estallido se inició un proceso transformador que tenía tres canales: la movilización social, que dio origen a ese momento; el proceso constituyente, que era la canalización institucional del descontento y demandas de la sociedad, y el tercero era el gobierno de Gabriel Boric.

Una trilogía.

Así es. Esa era la trilogía del proceso transformador. Pero con una derrota de esa magnitud, esos tres elementos quedan truncados.

¿Y afecta la capacidad transformadora del gobierno?

Yo creo que sí. Por eso digo que el gran riesgo es que muchos empiecen a decir: “Aquí no ha pasado nada. Volvemos a como estábamos antes”. A eso está apostando la derecha. Lo grave es que bajo ese argumento se imponga un proyecto totalmente retardatario. Y ahí sí que Chile sería mucho peor.

El cientista político Juan Pablo Luna ha dicho que el 4 de septiembre fue el fin del gobierno de Boric. ¿Lo ve así también?

No. No es la muerte del proyecto, pero implica adecuarse al nuevo escenario y ver cómo lo implementas. Eso es lo que está en juego hoy día y abre un segundo escenario. ¿Qué posibilidad hay para reconstruir un proyecto transformador en las actuales circunstancias? Este es un gobierno minoritario tanto en el ámbito político institucional como a nivel social.

¿Ve capacidad para esa reconfiguración?

Sí, totalmente. Eso lo puedes recuperar haciéndote cargo de los problemas más angustiantes de la ciudadanía: el costo de la vida y la seguridad. Pero –y esto es importante- no puedes abandonar uno o dos elementos de cambio estructural que marquen el horizonte. Y la tercera condición es que el gobierno logre tener una sola coalición que se pueda hacer cargo de las dos cosas.

Eso no se ve fácil. Hay dos mundos allí.

No es fácil. Evidentemente, se requiere una amalgama de esas dos sensibilidades del gobierno, pero están exigidos a intentarlo al menos. Aquí hay un nuevo actor político: son esos cuatro millones de personas que votaron en el plebiscito y que, básicamente, son apolíticos, votan por lo que les afecta. Algunos dicen que es un sector que le tiene miedo al cambio. Eso quiere decir que tienes que empujar reformas que den certezas a la gente.

Con una baja aprobación en las encuestas y división en sus filas, ¿Boric tiene fuerza para hacerlo?

Boric tiene la capacidad y el liderazgo para hacerlo. El problema es su coalición de gobierno. Necesita que ambos mundos, el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad, tengan un énfasis común. Y deben construirlo.

¿Cómo? El Partido Socialista mira a esa nueva generación con cierto desdén y el Frente Amplio mira a la centroizquierda con un cierto desprecio.

Estoy diciendo exactamente eso. En el gobierno hay dos tipos de protoproyectos. Tienen que hacer un proceso de aprendizaje de la relación, porque necesitas construir una fuerza política mayoritaria. Si unos no aprenden de los otros y tratan de ponerle la pata encima, esto va a fracasar. Tienen que entenderlo, porque para poder ser mayoritaria hay que combinar distintas sensibilidades.

¿Y qué es lo que tiene que entender el Partido Socialista?

La dinámica generacional, la dinámica de las identidades. El PS debe ligarse a las demandas e inquietudes de los actores sociales, con los cuales ha habido una cierta distancia.

El problema es que hay una generación del PS que ya ha gobernado, que tiene experiencia. Y hay un mundo frenteamplista que se constituyó desde la impugnación a ellos. ¿Cómo hacen la amalgama?

Eso es cierto, pero tienen que superarlo. Es una responsabilidad. Boric y su núcleo cercano lo entienden. Pero si los distintos actores políticos no lo asumen, ya sea por conveniencia, cálculos o por ponerle el pie encima al otro, vamos a tener un escenario de descomposición permanente, como vemos en América Latina, o una restauración conservadora.

En el telón de fondo de la derrota, ¿cambia la lectura que la izquierda había hecho de la sociedad chilena?

A ver… Chile había entrado a un proceso de transformación. Era el proyecto de superación de un orden socioeconómico heredado que comenzó con el estallido social. Sin duda, eso está en crisis hoy día. Hubo una derrota que significó una detención o un retroceso. Mi preocupación es cómo se retoma ese proceso. Por eso planteo la necesidad de dejar de ser minoría. Pero ¿cómo construyes mayoría cuando tienes fuerzas políticas divididas internamente? Hay que readecuar el gobierno y reconstruir una fuerza política capaz de hacerlo.

¿Diría que, en esta pasada, la batalla cultural la ganó la derecha?

La derecha triunfó esta vez. Ellos querían hacer del Rechazo del 20% un voto mayoritario. Lo lograron. Pero, cuidado, eso no significa que la mayoría de las personas adhirieran a sus valores. Fue porque los problemas estructurales de un país afectan la subjetividad de la gente. La incertidumbre, el temor al cambio, todo eso coincidió y se ajustó al planteamiento que ellos habían hecho.

¿La derecha quedó con la llave del proceso?

No nos equivoquemos. Lo que podríamos llamar el triunfo cultural de la derecha es enteramente efímero. Si el próximo gobierno es de derecha, el siguiente va a ser contra la derecha. No hay una hegemonía, un cemento cultural establecido por ellos. Ahí hubo una estrategia. Pero la fuerza de la derecha está en el poder económico, en la dureza que han mostrado luego del triunfo del Rechazo. Además, la derecha tiene una capacidad de bloqueo de cualquier proyecto transformador en ambas cámaras del Congreso.

¿Qué quiere decir con eso?

Que la derecha no tiene un proyecto propiamente cultural. Lo que tiene es un proyecto de dominación para mantener las cosas tal cual y que nada cambie. Ese fue su triunfo.

Trayectoria Política

Garretón Walker Manuel Antonio (1909-1958)[1]  presidente de la Juventud Conservadora y de la Falange Nacional, “el grupo Renovación tenía representantes de claro porvenir. Manuel Garretón era su primera espada en las asambleas y hablaba con brillo y claridad, mostrando una fe sincera en sus planteamientos” (3);

en el corto gobierno de Juan Esteban Montero «el grupo Renovación, opositor pero moderado, su ideario es soialcristiano, con líderes que provienen de la ANEC, el de mayor prestigio, el rutoro ingeniero Manuel Garretón» (5);

diputado por Santiago 1937-1941 (2.073 votos, su lista tuvo 9.259 votos de un total de 53.527 votos, primera mayoría en la lista, P. Conservador elige 3 de 18 diputados),

reelegido diputado 1941-1945 (479 votos, de los 3.808 votos de la lista Falange nacional, que elige solo uno de los 18 diputados), embajador.

“Conoció la exaltación y la aprueba. En el éxito arrastró con su palabra idealista. En la adversidad nos enseñó con su cristiano silencio” (1).

“La justicia en todos sus dimensiones y la lealtad hacia los principios y hacia aquellos con los que se emprenden los caminos y proyectos para realizarlos son su legado fundamental” (2).

[1] “(1) Monseñor Jorge Gómez Ugarte ante su muerte. (2) Recuerdo de sus hijos al cumplirse 50 años de su muerte.  El Mercado 16 diciembre 2008. (3) WAISS página 44. (4) VALDES página 73.

(5) Gonzalo Vial, Historia de Chile 1891-1973, tomo V, página 104

Bibliografia

Otras publicaciones

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