Zorobabel Rodríguez Benavides

Biografía Personal

Rodríguez Osorio José Martín casado con Francisca Javiera Benavides Carrera, hija de José María Benavides Mujica, gobernador de Quillota 1818,

padres de:

Rodríguez  Benavides Zorobabel (1836-1901) abogado en 1884, periodista, escritor,   estuvo en la redacción de El Independiente durante más de 20 años; fundador y redactor de La Unión;  casado con Carmen Rozas García, hija de Francisco Javier Rozas Urrutia Mendiburu y Jesús García Olivos.

Hermano:

Rodríguez Benavides Pedro Jesús, abogado 1866, Partido Conservador, diputado suplente por Rancagua 1870-1873, apoya representación ante Comisión Conservador en abril 1876, que denuncia «el carácter casi exclusivamente militar que la administración ha tenido a bien imprimir a las elecciones populares, y la negativa absoluta a las garantías individuales y el atropello de los derechos más obvios…”.

Descendencia

Rodríguez Rozas Zorobabel Segundo (1861-1927) abogado en 1884, periodista, juez letrado de Arica 1892-1898; cm María Villalobos; cm Adela Peña.

Rodríguez Rozas Alfredo (1884) abogado en 1904, P. Conservador, diputado 1909, cm Delia Valverde

Rodríguez Rozas Pedro Jesús cm Josefina González Otaegui

Rodríguez Rozas Simón (1864-1909) ingeniero agrónomo, fundó el periódico El Comercio en Quillota; director de la Oficina del Trabajo; cm Otaly Barceló, n. Perú

Rodríguez Rozas Domitila cm Jenaro Benavides González, médico cirujano

Rodríguez Rozas Elvira, monja

Rodríguez Rozas Carolina cm Arturo Rodríguez Vergara

Fuentes

Trayectoria Política

Rodríguez  Benavides Zorobabel (1836-1901) [1] miembros Partido Conservador, diputado por Chillán 1870-1873, reelegido 1873-1876 y reelegido 1876-1879, diputado por Santiago 1879-1882 y diputado por Santiago 1888-1891 y diputado por Linares 1885-1888,  estuvo en la redacción de El Independiente durante más de 20 años; fundador y redactor de La Unión; suscribió deposición del Presidente Balmaceda; no quiso aceptar la cartera de Hacienda que le ofreció Jorge Montt, pero aceptó la superintendencia de Aduanas.

[1] “Hijo de una familia de modestas circunstancias, el señor Rodríguez cuenta hoy unos 32 años. Alcanzó a graduarse de licenciado en leyes, pero la ciencia de la justicia no le cautivaba. Todas sus vocaciones gravitaban a las letras… la ironía, la burla y la inyectiva son sus armas favoritas de polémica, y las esgrime con particular maestría. Entregándose con deplorable frecuencia a excesos de diatriba y procacidad, consigue atenuarlos hábilmente bajo la felicidad de la expresión y bajo los aires de una convicción ardiente y arrebatada” CONSTITUYENTES página 182

Bibliografia

Miscelánea literaria, política y religiosa, volumen 1 (1873)
Diccionario de Chilenismos (1875)
La Cueva del loc Eustaquio (1877)

Reparos al diccionario de Chilenismos del señor don Zorobabel Rodriguez, Fidelis Pastor del Solar (1876)

Otras publicaciones

«Era gobernador de Rancagua el respetable caballero, don José Ciriaco Valenzuela, condiscípulo de  Errázuriz en el Seminario de Santiago y que mantenía estrecha amistad con él y con el señor  Ministro Covarrubias. Pues bien, el señor Valenzuela recibió cartas de uno y de otro en las cuales le ordenaban que impidiera mi elección como diputado a todo trance; que si para ello era preciso dejar sin funcionar mesas, substraer registros, falsificar actas, etc. todo debía hacerlo a trueque de impedir mi elección. El señor Valenzuela que era un conservador a carta cabal, que había sido juez integérrimo y fiel cumplidor de las leyes, se indignó de  que se le dieran semejantes instrucciones y les contestó que se admiraba de que lo creyeran capaz de cometer ales tropelías. Insistieron los Ministros en su empeño, a lo que el señor Valenzuela replicó que en tal caso dispusiesen de la gobernación y le enviasen un sucesor que fuese capaz de hacer lo que se le pedía. No paró en eso y se vino a Santiago a renunciar su puesto; pero antes de hacerlo fue a ver al presbítero Larraín Gandarillas, que era también amigo de Errázuriz, lo impuso de lo que pasaba y le pidió que lo ayudase a disuadir a éste de la oposición que hacía a mi candidatura; porque tenía grande estimación por mi y creía acertada mi elección. Fueron entonces a ver al señor Correa para discutrir como se podría arreglar el asnto ylo impusieron del conflicto. Don Juan de Dios Correa era amigo íntimo del Presidente Pérez,,, y muy indignado por lo que sucedía, fué en el acto a poner a ése sus quejas contra los Ministros que estaban haciendo todo lo posible para enajenarle al Gobierno sus mejores amigos y sostenedores. Pérez le prometió arreglar el asunto. Efectivamente, como se lo refirió después a Correa, en el primer Consejo de Ministros, el señor Pérez les había dicho que había llegado a su conocimiento las medidas violentas de intervención electoral que estan tomando algunos de ellos, lo que contrariaba profundamente a su política de libertad y de tolerancia; que extrañaba más esa conducta, desde que esas medidas se tomaban contra los amigos y partidarios del Gobierno, como esta pasando en Rancagua donde se está hostilizando dijo, a mis mejores amigos, que están bastante  irritados, porque ustedes rechazan la candidatura de  Cifuentes que, por defectos que tenga, no se puede negar que cien veces ha defendido al Gobierno en «El Independiente»… yo les pido que cese toda oposición a la candidatura de Cifuentes. Yo necesito llevarle hoy mismo esta seguridad a Juan de Dios Correa que estuvo a verme y a quejarse de esto con una exaltación de ánimo que me dejó mala impresión. … El hecho fue que Rancagua me eligió de diputado en marzo de 1867, sin oposición del Gobierno;  pero i compañero Zorobabel Rodríguez, candidato por Illapel, quedó fuera de la Cámara por la intervención abusiva de los Ministros… ni Rodríguez ni yo queríamos ser diputados. Por el contrario, Rodríguez recibió con singular contento la noticia de su derrota; porque todo su deseo era consagrase enteramente al estudio de las ciencias sociales y políticas para desempeñar con acierto sus tareas de periodista de alta escuela… llegó a ser el más eminente de nuestros periodistas y el más formidable polemista que hayamos tenido» (1)

(1) Memorias de Abdón Cifuentes, Tomo I, p. 150

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