10 Mar Viente Reyes Palazuelos
Biografía Personal
Reyes Saravia Manuel casado con Mercedes Palazuelos Astaburuaga, hija de Pedro José Palazuelos Aldunate y Teresa Astaburuaga Pizarro
padres de:
Reyes Palazuelos Vicente (1835-1918) [1] abogado en 1858, casado con Luisa del Solar Valdés (+1918), hija de Félix del Solar Varas y María del Rosario Valdés Lecaros
(1) DIC_FIG V p. 624. (2) RODRIGUEZ P. 59. “La discreción ha encontrado en la personalidad del señor Reyes su expresión más completa y seductora. La solidez de su talento, la chispeante viveza d su ingenio, la afabilidad y nobleza de su índole reciben de su discreción un realce suave y agradable.
Descendencia
Reyes Solar Ricardo (1864-1933) abogado en 1887, Alianza Liberal, juez, Ministro de la Corte de Apelaciones; fiscal de la Corte Suprema, consejero de Estado; casado con Amelia Montt Herrera s/s
Reyes Solar Sara (+1935) casada con Alberto Llona Alvizu (1858-1933) ingeniero, hermano de Emiliano Llona Alvizu
Reyes Solar María Luisa cm Carlos Llona Alvizu, conv. P. Conservador 1918, regidor de Santiago, alcalde de Maipú, hermano de Emiliano Llona Alvizu
Reyes Solar Elvira
Reyes Solar Marta
Reyes Solar Amelia cm Adolfo Valdés Riesco
Reyes Solar Patricio (+1925) funcionario, inspector general de las oficinas del Registro Civil; conv. PL, cm Beatriz Letelier Matta, h. Valentín Letelier Madariaga
Reyes Solar Vicente (+1920)
Reyes Solar Inés cm José Letelier Espínola, abogado, Partido Nacional, regidor, h. José Letelier Sierra, cm2 Manuel Antonio Prieto Nieto, h. Manuel Antonio Prieto Muñoz
Fuentes
Trayectoria Política
Reyes Palazuelos Vicente (1835-1918) miembro del Partido Libeal, diputado 1861-1864 por Ovalle, 1870-1876 por Talca y 1876-1882 por Valparaíso; senador 1888-1891, 1894-1918; Ministro del Interior 1877-1878, “en el conflicto de 1891 no tuvo participación, no firmo el acta de deposición de Balmaceda, declaró terminantemente que condenaba todo movimiento revolucionario, fundándose para ello en la experiencia de la historia, y especialmente en las rebeliones de 1851 y 1859, no aceptaba tampoco la política presidencial” (1);
candidato a la presidencia de la República 1896 por la Alianza Liberal: “mientras él se encerraba en el silencio de su valer y se negaba a prometer lo que honradamente no podía cumplir, su rival tocaba la fanfarrias de las promesas fascinadoras y seducía a las masas con el espejismo de sus halagos (1), “Vicente Reyes no tardó en ser ungido candidato de los elementos liberales, más radicales y balmacedistas, llamados a la sazón a la sazón liberales democráticos. Don Vicente era un ciudadano consular, grave, provecto, sereno como un Washington, cuyo busto de mármol tenía en su gabinete” (2). «Los liberales democráticos le miraban con benignidad, porque, no obstante haber pertenecido a la oposición parlamentaria del Gobierno de Balmaceda, no firmó con el resto de la mayoría del Congreso el acta de deposición del Presidente. A las adhesiones de radiales y balmacedistas pudo añadir, por otra parte, el señor Reyes la muy valiosa, dentro del Partido Liberal, del círculo de don Eduardo Matte, que le trajo el auxilio nada desdeñable de su dinero y de su prensa» (3).
Fue precandidato presidencial en las convenciones presidenciales de 1910 y 1915.
(1) DIC_FIGueroa tomo V página 624.
(2) RODRIGUEZ página 59.
(3) «Chile durante el gobierno de Errázuriz Echaurren», páginas 38-39. «Heredero de un nombre distinguido que aparecía asociado a los tiempos de la administración española, acababa de cumplir don Vicente los 60 años de edad y ejercía a presidencia del Senado. En sus tiempos de juventud había sobresalido por sus mordaces crónicas en «El Ferrocarril», que le valieron un elogioso juicio de Domingo Arteaga Alemparte en su «Constituyentes de 1870″. Después fue presidente del Club de la reforma y miembro de varios congresos. Aunque respetuoso en su hogar de las convicciones religiosas de alguno de sus deudos, tenía en sus actitudes públicas aires de librepensador y volteriano… no obstante, la candidatura <Reyes tenía en el mismo don Vicente sus obstáculos. Su genio sarcástico le había concitado enemigos fuertes en el seno de su propia tienda política, y su temperamento algo pasivo y abúlico, acentuado en los sesenta años, le restaban adhesiones entusiastas y el calor de la aureola popular. El señor Reyes aspiraba a la Presidencia de la República, pero no estaba dispuesto a desgastarse por conseguir esta meta. La esperaba tranquilo, con poco trabajo de su parte, como una fruta madura que tarde o temprano ha de caer inevitablemente en la mano».