Roberto Pizarro Hofer

Biografía Personal

Pizarro Hofer Roberto Guillermo (1944) hijo de Oscar Pizarro Gutiérrez e Inés Hofer Gladinier ingeniero comercial,  casado con Alicia Gariazzo Gavilán (1945), ingeniero comercial, hijo de Guillermo Gariazzo Gálvez (1910-1997 de Tancredo Gariazzo Suarez y Elena) y María Alicia Gavilán Lagos.

Inscripción número 1.428 nacimiento 1944 San Isidro;   I. 185 matrimono 1967 Moneda;   I. 792 nacimiento 1945 San Isidro

Descendencia

Pizarro Gariazzo Andrés (1967) [1] ingeniero

Pizarro Gariazzo Rodrigo (1969)[2] economista, Master en Economía casado con María Luisa Valenzuela Illanes

[1] Inscripción  numero 193 nacimiento 1968 Universidad

[2] I. 4.392 nac 1969 Universidad; I. 198 mat 2007 Macul

Fuentes

El audio, política exterior y modelo de desarrollo 30 enero, 2023

En los treinta años de democracia no había sucedido que la política exterior generara tanta controversia. Destacan la escandalera por la revisión de los tratados de libre comercio, en particular sobre el TPP11; la crítica de un embajador a los 30 años de la transición, que causó inusitada molestia y, lo más reciente: un audio conocido por la prensa, sobre una reunión privada de la canciller con su entorno inmediato.

En el caso del audio, se destacan opiniones críticas, poco delicadas y procaces, que tocan al embajador argentino, Rafael Bielsa, aunque, de paso, también al presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado, Jaime Quintana, e incluso a la misma subsecretaria de Relaciones Exteriores (RR.EE.).

Los ataques por el desaguisado no se hicieron esperar. Desde luego las fuerzas opositoras, y de sus amigos de la prensa, quienes no perdonan el más mínimo desliz al Gobierno. Pero, también, se conocieron duras críticas de exconcertacionistas y, en particular, de exministros de RR.EE., algunos que se dicen partidarios del Gobierno.

Los calificativos abundaron: amateurismo y desprolijidad, con bochorno para la política exterior chilena. Pero, más allá de insinuaciones, en este caso la responsabilidad no corresponde a los jóvenes del Frente Amplio, sino a una canciller madura, de larga experiencia en asuntos internacionales y de asesores, diplomáticos-socialistas, de carrera funcionaria, junto a la periodista Lorena Díaz, de trabajos conocidos en círculos de La Moneda, el Parlamento y la propia Cancillería. En este caso, los jóvenes están exentos de culpa.

El descuido del audio que terminó en los medios fue un hecho tonto y cuestionable; pero no de la gravedad que se le asigna. Porque hay hechos, muchos más graves que el del audio, que en años pasados han ensuciado la política exterior chilena y, sin embargo, no han producido el escándalo que conocemos hoy.  

En efecto, el propio presidente argentino, Alberto Fernández, con sabiduría, desestimó la gravedad de la filtración y aseguró que no le asigna «ninguna relevancia», incluidos los comentarios críticos de los funcionarios de la Cancillería al embajador trasandino, a propósito del rechazo al megaproyecto minero Dominga.

Es que los argentinos son menos complicados que nosotros y, además, nos quieren. Nosotros los queremos menos, pero amamos las callecitas de Buenos Aires. Además, Rafael Bielsa no es ningún loco (como se dijo en el audio) y, si lo es, es un loco lindo, igual que su hermano Marcelo.

Así las cosas, se ha impuesto de hecho el perdón y se cierra el capítulo sobre el asunto Dominga porque no es algo dramático para los argentinos, y los chilenismos, tan propios de nuestros hablar, pueden pasar de largo. La tragedia ha terminado.

En realidad, hay asuntos mucho más graves que lo del audio en nuestra relación con Argentina, a los que no se les atribuyó gran importancia en el pasado, probablemente por ese “consenso de los 30 años”, que guió la economía y la política nacional, y generó completa complacencia sobre la política exterior.  

En efecto, es difícil olvidar, durante el gobierno de Néstor Kirchner, el nombramiento como embajador en Argentina del abogado pinochetista Miguel Otero. El desatino del Presidente Piñera lo instala en Buenos Aires y lo primero que hace Otero es defender abiertamente al régimen de Pinochet, negando las violaciones a los derechos humanos. Sus dichos fueron un golpe al corazón a las Madres de la Plaza de Mayo y al propio canciller argentino de la época, Jorge Taiana, torturado por los esbirros del dictador Videla, homónimo de Pinochet en la represión a los demócratas. Piñera debió retirarlo. Esto es bastante más duro que las malas palabras contra el embajador Bielsa.

Por otra parte, durante el Gobierno del Presidente Lagos, y en medio de la salida de la crisis económica argentina, después del Gobierno de Menem, abundaron los cuestionamientos velados, y a veces explícitos, de políticos y economistas chilenos ligados al Gobierno chileno, frente a la política económica heterodoxa de Néstor Kirchner. Pero, peor que ello fueron las opiniones de Ignacio Walker, vertidas extensamente en diversos papers, donde acostumbraba a calificar, con liviandad, de fascismo al peronismo. Su nombramiento como canciller (quizás equivocado), lo obligó a pedir disculpas al Gobierno argentino.

Finalmente, y quizás lo más grave de todo, se produjo durante el mismo Gobierno de Lagos, en noviembre de 2003, cuando dos miembros de la inteligencia chilena de la Región Militar Austral ingresaron al Consulado de Argentina en Punta Arenas e intentaron sustraer información confidencial. El cónsul adjunto de Argentina descubrió a dos agentes que estaban violando una caja fuerte en el intento, frustrado, de llevarse los documentos clasificados que estaban en su interior, el que incluso debió forcejear con ellos para proteger la información. Nos perdonaron los argentinos.

Nada nuevo bajo el sol cuando se trata de desaguisados. Por cierto, siempre es bueno mantener la compostura, cuidar las formas y evitar afectar a nuestros vecinos. Es válido discutir sobre “los 30 años” o sobre el impasse con el embajador israelí y las controversias con el embajador Bielsa.

Creo, sin embargo, que hay algo más importante y muy preocupante en los cuestionamientos a la Cancillería: los ataques generalizados al ámbito económico de la política exterior y a los esfuerzos del subsecretario de RR.EE., José Miguel Ahumada, por desplegar nuevas iniciativas en las negociaciones económicas internacionales, cumpliendo así con los compromisos programáticos del Gobierno de Boric.  

Sorprendentemente, los ataques no solo provienen del gran mundo empresarial, de la derecha y de sus medios de comunicación, sino también de personeros de la ex Concertación, probablemente ignorantes del papel de la política exterior para avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo; o, quizás, porque simplemente el establishment, de derecha y centro, está satisfecho con el modelo exportador de recursos naturales vigente en nuestro país.

Pero el país y el mundo han cambiado. Y la elite debe entender que el Gobierno actual no es de continuidad, sino precisamente de transformaciones y no solo sociales, sino también productivas.

El programa del Presidente Boric ha comprometido una transformación del modelo de desarrollo en curso. Declaró la necesidad de un cambio productivo en favor de la industrialización, que permitiera superar la pura exportación de recursos naturales. Y, ello, obliga a modificar la política exterior seguida hasta ahora, en particular, algunos componentes de la apertura económica al mundo, ya sea por la vía unilateral o en los Tratados de Libre Comercio (TLC). Es lo que intenta Ahumada; y, lo hace contra el establishment económico y político del país.

La política de relaciones económicas internacionales de las últimas décadas en Chile ha sido funcional a la lógica neoliberal imperante y a los intereses de las transnacionales. Y la apertura indiscriminada al mundo eliminó toda protección a los bienes, servicios, inversión y a los flujos del capital financiero. Esto se hizo primero de forma unilateral y luego a través de los TLC. Así, el capital se dirigió a la explotación de recursos naturales y se cerraron las puertas a la indispensable diversificación productiva que exige el desarrollo. Es lo que se necesita modificar.

Es preciso modificar la política de inserción económica unilateral al mundo y revisar los TLC por las preocupaciones transformadoras del nuevo Gobierno, y también por el emergente proteccionismo en el mundo. Así se podrán superar las restricciones que imponen los TLC, entre otras cosas, por los requisitos de desempeño, los excesos de protección de la propiedad industrial, las restricciones a la transferencia de tecnología y los regímenes de resolución de controversias. Es lo que abrirá las puertas para que la inversión, nacional y extranjera, transiten desde la extracción de materias primas hacia nuevas actividades productivas. 

Precisamente, en esta misma línea de preocupación, los gobiernos de México, Canadá y los Estados Unidos se reunieron, el pasado 9 y 10 de enero, para impulsar una iniciativa de sustitución de importaciones para reindustrializar sus economías con el fin de que América del Norte sea más autosuficiente. Se trata de un manifiesto desafío a la globalización, característica de los últimos treinta años. Esto no es más que una continuidad del planteamiento, que iniciara Trump años atrás y que encuentra acogida en varios países de Europa.

La frágil matriz productiva chilena está afectando a la economía, en condiciones además en que la globalización cierra sus puertas. El PIB potencial se ha reducido, la productividad está estancada y la competitividad internacional se ha perdido.

La matriz productiva existente es la que impide mejorar la productividad. Agregar valor a los recursos naturales, procesar bienes o generar servicios avanzados es por cierto más complejo, pues exige una creciente innovación e incorporación de nuevas tecnologías. Además, requiere mano de obra más calificada y, por tanto, la elevación de la educación para el conjunto de la sociedad. Ello explica que entre 1970 y hoy día el sector manufacturero haya pasado de representar el 25% del PIB a menos del 10%.

Entonces, es correcta la propuesta del Gobierno de ir más allá de la extracción de recursos naturales y por ello intenta potenciar el hidrógeno verde, agregar valor al litio, al cobre y también a otros recursos naturales. Este es un compromiso programático con la ciudadanía, que además resulta fundamental para generar nuevas fuentes de trabajo, que terminen con la insoportable informalidad que recorre las calles de nuestro país. Más y mejor trabajo, recuperar la productividad y el crecimiento son los propósitos de la transformación productiva.

Sin embargo, la elite no acepta modificar el modelo de desarrollo. No quiere cambios. Se defiende para impedir cambios al modelo neoliberal, porque al gran empresariado, y a sus economistas, no les resulta cómodo trasladarse de la explotación de los recursos naturales al trabajo más arduo que significa agregar valor a los bienes y servicios.

Sin embargo, la elite económica, sus medios de prensa y los políticos que la apoyan deben entender que el cambio del modelo de desarrollo y una política exterior que lo acompañe resultan determinantes no solo para generar nuevos negocios y dinamizar la economía, sino también para generar condiciones decentes de empleo, educación, avance tecnológico y sobre todo estabilidad social. El audio ha sido una tontería, pero lo grave es el cuestionamiento comercial a la política exterior.

Trayectoria Política

Pizarro Hofer Roberto Guillermo (1944) militante del  Partido Socialista (no se re afilió en 2017: “estoy descontento con el sistema político por que está capturado por los grupos económicos” (1)); embajador, Ministro de Planificación 1996-1998; “Los asesinatos, el exilio, la represión y el neoliberalismo no podrán borrar de nuestra memoria que durante los mil días de la Unidad Popular, los obreros, campesinos, jóvenes y desamparados pudieron desafiar de igual a igual a aquellos que por siglos habían usufructuado de la riqueza y el poder en nuestro país. Ese periodo de felicidad no será olvidado. Y se lo debemos a Salvador Allende” (2).

Carta colectiva al Presidente Boric: su programa de gobierno ha comprometido la penan recuepración del rol del Estado en la explotación del litio, en concordancia con el mandato constitucinal de la nacionaliación del cobre de 1971… su gobierno tiene la oportunidad histórica de ejercer ese mandato patriótico para crear ahora una empresa nacioanl del litio ocmo filial 100% de propiedad de alguna de las mineras esttale, con autorización para foermar filiales en que eentualmente acepte participación minoritaria de privados para abordar proyecto sespecíficos de exploación de litio, con couotas y plaos conocidos y delimitados. 21 marzo 2023

(1) El Mercurio 7 febrero 2017. (2) eldesconcierto.cl 26 junio 2018.

Bibliografia

El Trimestre Económico abril-junio 2020 p. 333-365
Cuando los Chicago Boys chilenos, inspirados por Milton Friedman y Arnold Harberger, y apoyados en la fuerza militar del general Pinochet, implementaron el proyecto neoliberal, la preocupación exclusiva por la macroeconomía, el libre mercado y el crecimiento fue muy criticada por los opositores al régimen militar. Sin embargo, a partir del momento en que la oposición —la Concertación de Partidos por la Democracia— se instaló en el gobierno no se implementó una estrategia alternativa.

Otras publicaciones

Artículo en América Economía, 14 junio 2019: «Podre México, tan cerca de EEUU»: «Trump saber jugar con el miedo. Lo hizo durante su candidatura presidencial para debilitar a sus adversarios y ganar adherentes. México siempre ha sufrido con la cercanía de los Estados Unidos, pero ahora mucho más con las agresiones de Trump. Insultos gravísimos, militarización de la frontera y ahora la utilización de la amenaza arancelaria generalizada».

Artículo en América Economía, 28 junio 2019: »
Se equivoca el presidente de la Sofofa en su autocomplacencia con los grandes empresarios, esos que él representa. En mi opinión, son los principales responsables de la crisis institucional de Chile. Consiguieron capturar a la clase política para que opere en su favor. Desde la primera hora de la transición a la democracia instalaron a varios políticos en los directorios de sus corporaciones. Posteriormente, gracias a su poder económico y al pago de campañas electorales han corrompido a otros tantos: los casos Penta, Soquimich y Corpesca son emblemáticos del accionar del empresariado para comprar políticos y colocarlos a su favor en los gobiernos y en el Parlamento. La ley de pesca es la evidencia más sólida».

 

Columna «El renacer del Estado» 20 abriel 2020

Los gobiernos en todo el mundo han tenido que recurrir a políticas keynesianas, políticas estatistas, para la sobrevivencia de las personas y el sostenimiento de las empresas. Lo que antes era pecado ahora es bendición. Los gobiernos han inyectado inmensas cantidades de dinero para que las sociedades no se hundan en la miseria ¡Qué paradoja! Hoy día crecen al infinito los déficits fiscales y las deudas gubernamentales para enfrentar la pandemia.

Paula Narváez, candidata socialista a la presidencia, ha declarado que “el modelo no da para más”. “Y no hay que tener miedo para decir que el neoliberalismo fracasó”. Al fin una dirigente connotada de la Concertación-Nueva Mayoría se atreve a decir lo que no dijeron Frei, Lagos y Bachelet. Sus afirmaciones desafían especialmente al presidente Lagos, quien ha defendido, con la convicción que lo caracteriza, a los gobiernos postdictadura y ha sido explícito en señalar que “Los gobiernos de la Concertación no fueron neoliberales” (El Ciudadano, 10-01-2012).

NICARAGUA, VENEZUELA Y CUBA NO SON REFERENTES PARA
CHILE. Por Roberto Pizarro Hofer.
Se equivoca Daniel Jadue en su intento de desafiar al gobierno de Boric recurriendo a los modelos de Nicaragua, Venezuela y Cuba como referentes para cuestionar el camino que inician las nuevas autoridades chilenas. Esos tres gobiernos representan proyectos económicos fracasados, con regímenes políticos alejados de la democracia y que agreden derechos humanos. 1 mayo 2022

Gracias al estallido social de octubre 2019, se hicieron evidentes las demandas sociales, económicas y políticas del pueblo, las que fueron recogidas en el programa de Gabriel Boric: un nuevo modelo de desarrollo, la defensa del medio ambiente, feminismo, regionalización y profundización democrática. Fue la respuesta a los 30 años de una mala transición, que consolidó el modelo económico de injusticias, instalado por Pinochet, y que aceptó una democracia a medias. Fueron los jóvenes, primero los de la enseñanza media y luego los universitarios quienes prendieron la chispa de las transformaciones. Las movilizaciones en favor de una educación gratuita y digna se extendieron a demandas feministas, medioambientalistas, regionalistas, contra las AFP y por una salud decente. Eso no lo podemos olvidar.  Los que fuimos parte de la Concertación, pero que nos rebelamos ante una transición subordinada a los grupos económicos, y agotamos nuestra paciencia con la corrupción político empresarial, tenemos que agradecer a la nueva generación, la buena nueva de las transformaciones propuestas por el programa de Boric. Pero, su gobierno no ha estado sembrado de rosas. 11 marzo 2024

La urgente integración regional 2 febrero 2021

La urgente integración regional

La visita del presidente de Argentina a Chile es una buena oportunidad para insistir en la urgencia de la integración regional. Más allá de diferencias ideológicas y problemas pendientes, la complementación económica entre nuestros países es ineludible. Lo ha sido siempre, pero en el actual momento histórico es más relevante que nunca. La grave crisis sanitaria y el proteccionismo comercial internacional son inmensos desafíos, que obligan a Chile y países vecinos a reunir el máximo de sus capacidades humanas y materiales para superarlos.

En efecto, las políticas comerciales proteccionistas, iniciadas por Trump, se han acentuado como consecuencia del Covid-19. No hay indicaciones que el gobierno de Joe Biden las detendrá. La economía globalizada con segmentación de procesos productivos, que conocimos en las últimas décadas, cambiará a un sistema menos interconectado. No es que la globalización se revierta. Pero adquirirá nuevas formas.

Como en la crisis de los años treinta, el freno a la globalización obligará a cambios productivos, que permitan el abastecimiento de bienes y servicios que, hasta ahora, son cubiertos por importaciones. Ello será manifiesto en los sectores farmacéutico, equipos médicos, comunicaciones, inteligencia artificial y en alimentos.

Se abre así una nueva oportunidad en América Latina para modificar la matriz productiva en favor de la industria. Sin embargo, ello exige un paralelo esfuerzo de integración entre países de la región, para superar mercados estrechos y operar en escalas ampliadas.

Lamentablemente, las múltiples iniciativas y proyectos integracionistas que, desde los años sesenta, se han impulsado en Sudamérica no han servido para aumentar el comercio intrarregional ni para potenciar las industrias locales; y tampoco han ampliado la fuerza negociadora subregional.

A partir de los años noventa, los países de la región privilegiaron ad nauseam los tratados de libre comercio con los países desarrollados y, en los últimos años, con el mundo asiático. En vez de construir una fuerza regional propia en lo comercial, empresarial, educacional y tecnológico han competido entre ellos, en favor de una apertura sin condiciones hacia los países desarrollados, incluyendo extremos privilegios a las corporaciones extranjeras.

Esa incapacidad revela la fragilidad de un empresariado, subordinado al capital internacional; pero también muestra una clase política complaciente frente a ese empresariado y a la política norteamericana en la región.  En efecto, más allá de matices, han aceptado que las corporaciones nacionales y transnacionales sobreexploten nuestros recursos naturales, en favor del crecimiento de los países desarrollados y del mundo asiático. No han hecho mayores esfuerzos por impulsar la industria nacional, favoreciendo especialmente la exportación de alimentos, combustibles y minerales para la industrialización y urbanización de China.

Las esperanzas ciudadanas, cifradas en el liderazgo progresista y de centro izquierda, que emergió en Sudamérica en la década del 2000 se frustraron. Ese liderazgo, que se benefició con el superciclo de precios de las materias primas, perdió la oportunidad de impulsar un proyecto económico alternativo al neoliberalismo y menos convertir la integración regional en componente sustantivo de un nuevo modelo de desarrollo. El resultado inevitable fue su pérdida de legitimidad, lo que abrió paso a la derecha en todos los países de Sudamérica y a una crisis vergonzante en Venezuela. Más aún, gran parte de sus dirigentes fue capturado por las garras de la corrupción.

Así las cosas, la incorporación incondicional, y sin fuerza propia, de nuestros países a la economía global no ha ayudado al desarrollo y cerró las puertas a la integración. El comercio intrarregional se viene reduciendo año tras año -como lo destaca, con preocupación, la CEPAL en su reciente informe sobre comercio- y no existen mayores complementaciones productivas.

Por otra parte, tanto en las negociaciones bilaterales como multilaterales, el accionar divididos de nuestros países frente a los poderes dominantes ha colocado a la región en posición de debilidad en temas sustantivos de la agenda internacional: apertura financiera, servicios, propiedad intelectual, inversiones extranjeras, controversias empresa-estado, entre otros.

A pesar de las dificultades que ha tenido la región para integrarse, la unión económica de nuestros países sigue siendo un proyecto irrenunciable. Por tanto, sigue vigente la preocupación primigenia del Raúl Prebisch: la integración es un componente fundamental para la industrialización y el desarrollo.

Pero tampoco hay que olvidar la advertencia de la Teoría de la Dependencia sobre la incapacidad del empresariado nacional para impulsar un proyecto nacional de desarrollo. Y este es el asunto más difícil de resolver. Porque a lo largo de décadas las burguesías nacionales se han desnacionalizado y, ahora, mucho más que en los años sesenta, se encuentran estrechamente ligadas al capital transnacional.

El camino de la industrialización es difícil. Obliga al Estado, a políticos y economistas a independizarse del gran capital y comprometerse con un proyecto nacional de desarrollo. Además, la industrialización en estrechos mercados requiere integración y complementación productiva con países vecinos. Y, ello impone superar nacionalismos estrechos e ideologismos inconducentes.

Para manufacturar, agregar valor a las exportaciones, potenciar las pequeñas empresas, generar y utilizar tecnologías de última generación, mejorar la eficiencia de la fuerza de trabajo y negociar con las potencias industriales, la unión regional resulta fundamental, más aún en las nuevas condiciones de la economía global. Para ello se necesita de políticos y economistas con inteligencia para priorizar acuerdos entre nuestros países antes que con las economías desarrolladas.

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Roberto Pizarro

Mi experiencia personal con la Operacion Condor y los peligros de un gobierno de extrema derecha

Noviembre 2021

La propuesta del candidato presidencial de la extrema derecha recuerda mi experiencia personal con la Operación Cóndor, la que ahora intenta reeditar. La democracia, la paz y no violencia que anhelamos chilenas y chilenos se encuentra amenazada en varios ámbitos con la propuesta de Kast. Pero resulta particularmente preocupante que su política internacional, en vez de atender el mejoramiento de las relaciones vecinales, responder a las demandas por enfrentar el deterioro de los ecosistemas o favorecer la reducción del armamentismo, se concentre en la represión de personas que tienen ideologías distintas a las que el defiende.

Al leer el programa presidencial de Kast retornaron los dolorosos recuerdos personales y familiares que viví en Buenos Aires, hace precisamente 46 años atrás. En el apartado 33 de la página 27 del programa de Kast, bajo el título “Coordinación Internacional Anti-Radicales de Izquierda”, se lee: “Nos coordinaremos con otros gobiernos latinoamericanos para identificar, detener y juzgar agitadores radicalizados”. Fue esa coordinación, de los aparatos represivos de los gobiernos dictatoriales del cono sur, la que favoreció mi injusta detención, tortura y encarcelamiento en Argentina, gracias a lo que posteriormente se conoció como la Operación Cóndor.

En la mañana del 25 de noviembre de 1975, cuatro policías de Coordinación Federal derribaron a patadas la puerta de mi casa, en el barrio de Caballito. Mi esposa y yo fuimos tratados violentamente por estos repentinos visitantes que nos golpeaban, destruían la casa y se robaban el dinero y las escasas cosas de valor que teníamos. Amarrados, nos llevaron a las oficinas centrales de la Policía Argentina, donde estuvimos vendados durante diez días, a pan y agua, con golpes, torturas y amenazas persistente. A la incertidumbre por no saber qué sucedía con mi esposa, se agregaba un dolor intenso por la condición de desamparo en que habían quedado mis hijos Rodrigo y Andrés (de 5 y 7 años), quienes de vuelta de la escuela se encontrarían sin sus padres y con una casa semidestruida.

Me atreví, entonces, a preguntar a uno de los represores el motivo de la detención y nuestro futuro próximo. Me respondió que, a petición de la DINA, era buscado y que sería enviado inmediatamente a Santiago. Cuando pregunté, con sorpresa, qué tenía que ver la policía argentina con un profesional chileno que trabajaba en las oficinas del INTAL (organismo internacional dependiente del BID), se me respondió al mejor estilo porteño: “¿Sos gil o te hacés? Podemos tener diferencias con el Estado chileno, pero ninguna en el entendimiento y colaboración para aplastar a terroristas, marxistas, izquierdistas y quienes los ayudan”. Recordé, en ese momento, que aparte de mi trabajo profesional, apoyaba un programa del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), para reubicar en países solidarios con el exilio chileno a estudiantes y académicos que se encontraban detenidos en campos de concentración o que habían quedado sin trabajo en Chile.

Gracias a la solidaridad internacional, y probablemente debido al hecho que dos ciudadanos británicos fueron casualmente detenidos en la misma ofensiva represiva, no fuimos devueltos a territorio chileno. Mi esposa y yo, junto con los compañeros socialistas Juan Bustos, Ernesto Benado, Catalina Palma, Sergio (Cochin) Muñoz y algunos otros exiliados fuimos encerrados en la cárcel de Villa Devoto “a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”. Esto significaba que, sin juicio por delito alguno, quedábamos detenidos bajo la voluntad discrecional del gobierno argentino, por ser personas supuestamente peligrosas. Mi esposa y yo estuvimos detenidos durante un año sin poder vernos y sólo ocasionalmente tuvimos la oportunidad de recibir la visita de nuestros padres, que debieron instalarse en Buenos Aires, para proteger a nuestros hijos que durante varias semanas fueron amenazados telefónicamente.

La visita familiar en la cárcel de Villa Devoto contemplaba una revisión anal y vaginal para los familiares de los presos, con lo que se pretendía evitar el probable ingreso al penal de alguna lectura, lo que se encontraba terminantemente prohibido. Recuerdo hoy día, con el mismo dolor de hace 46 años, el llanto incontenible de mi hijo Andrés que en dos ocasiones no pudo ver a su madre, por impedimento caprichoso de los gendarmes.

El 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe de Videla en Argentina. En días previos nos visitaban unos individuos, vestidos de civil y en cada piso de Villa Devoto nos obligaban a identificarnos, nos desnudaban y nos apuntaban con subametralladoras. Los encierros habituales de 23 horas en las celdas se convirtieron en permanentes durante las dos semanas previas al golpe. La cárcel, que había sido difícil hasta antes del golpe de Videla, se convirtió en un infierno después del 24 de marzo. La relativa certidumbre, que por nuestra condición de chilenos alcanzaríamos la libertad, se transformó en miedo e inseguridad cuando varios compañeros argentinos fueron sacados de sus celdas y asesinados por la espalda en los alrededores del aeropuerto de Ezeiza o incluso cerca de Villa Devoto. Hasta el día de hoy no me puedo olvidar de Gonzalo Carranza, joven argentino, de 27 años, a quien conocí en una celda de castigo, donde por 15 días nos golpearon y tiraron agua fría durante todas las noches. Gonzalo se había enfrentado varias veces a la policía y, según me lo dijo, se la tenían jurada. Tiempo después me enteré que lo habían sacado de la cárcel y su cuerpo había aparecido ametrallado.

En ese periodo, en que la muerte nos rodeaba, se hablaba abiertamente de la coordinación militar represiva entre la DINA y los militares argentinos. En tales condiciones, nuestros abogados (amenazados a diario por los “servicios de seguridad”) aceleraron trámites y apelaron a todo tipo de instancias internacionales para obtener nuestra salida de la cárcel. Una mañana de septiembre de 1976, pocos días antes del asesinato de Letelier en Washington, la Policía Federal me condujo esposado hasta el aeropuerto de Ezeiza, para ser expulsado a Gran Bretaña. Al cabo de dos semanas me reencontré con mi esposa, la que poco antes de la partida debió sufrir, durante una noche de pesadilla, todo tipo de acosos sexuales de parte de funcionarios de la misma Policía Federal. Algunos días después llegarían nuestros hijos, con quienes nos reuniríamos luego de una dolorosa separación.

Mi familia y yo experimentamos en carne propia la Operación Cóndor, vale decir la coordinación policial y la actuación extraterritorial de funcionarios de la DINA en Argentina. Como se sabe, mi experiencia no fue única. En aquellos años, miles de chilenos vivieron la detención, la tortura, la desaparición y la muerte, en territorios chileno y argentino.

La propuesta del candidato presidencial de la extrema derecha recuerda mi experiencia personal con la Operación Cóndor, la que ahora intenta reeditar. La democracia, la paz y no violencia que anhelamos chilenas y chilenos se encuentra amenazada en varios ámbitos con la propuesta de Kast. Pero resulta particularmente preocupante que su política internacional, en vez de atender el mejoramiento de las relaciones vecinales, responder a las demandas por enfrentar el deterioro de los ecosistemas o favorecer la reducción del armamentismo, se concentre en la represión de personas que tienen ideologías distintas a las que el defiende.

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