06 Mar José María Pinedo Goicoechea
Biografía Personal
Pinedo Goicoechea José María (1893-1971) hijo de Serafín Pinedo Gandázegui (1866-1944) vice cónsul en Iquique y Juana Goicoechea Ibarrarán (1874); abogado, académico, casado con Inés Navarrete Benítez; 7 hijos; casado 2 con Carmen Lucia Navarro Arrau, hijo de Dario Navarro Ocampo, abogado, P. Conservador, juez, y Teresa Arrau Martínez; 2 hijos.
Descendencia
Pinedo Navarro María Beatriz (1963)[1] casado con Jorge Arturo Diez Voigt (1955) aviador
Pinedo Navarro María Virginia (1962)[2] parvularia, casado con Sergio Roberto Palma Arellano (1957) profesor.
Pinedo Navarrete Cecilia (1923)
Pinedo Navarrete José Ignacio (1928) abogado
Pinedo Navarrete José Tomas (1929)[3] abogado, casado con Inés Torres Echeverría (1927) hijo de Eduardo Torres y Carmen Echeverría de Torres
Pinedo Navarrete Liliana (1921)[4] profesor, casado con Eric Joseph Davis Mongard (1917)
Pinedo Navarrete Teresa de la Cruz (1925)[5] bibliotecaria, casado con Jorge Ruben Espinoza Valenzuela (1936)
[1] Inscripción número 3.897 nacimiento 1963 San Isidro; I. 2.210 matrimonio 1990 Las Condes
[2] I. 16 matrimonio 1990 Providencia, divorciados en 2008.
[3] I. 133 matrimonio 1956 La Cisterna; I. 51 nac 1929 Recoleta
[4] I. 44 matrimonio 1949 Las Condes
[5] I. 41 matrimonio 1974 Providencia
Fuentes
Trayectoria Política
Pinedo Goicoechea José María (1893-1971) miembro del Partido Conservador, diputado por Osorno 1941-1945 (952 votos de los 2.225 de la lista PL-Conservador-VPS).
Bibliografia
Otras publicaciones
En el libro «Voces de la política, el púlpito y la calle» de Ricardo Boizard (1948) hay un capítulo sobre Pinedo: «… ha recorrido, en inacabable marcha, numerosos partidos e ideologías. Ha sido conservador, independiente, demócrata cristiano, miembro de la Acción Republicana, simpatizante de la Falange y por último, orador oficial de la candiatura Ross,… la cultura de PInedo le llevará algún dia a los caminos modernos y dara s su frase y a su estilo esa epontaneidad y esa inquuietud, que está en su espíritu, pero no en sus discursos…»