19 Feb Claudio Orrego Vicuña
Biografía Personal
Orrego Vicuña Claudio (1939-1982) sociólogo, escritor, casado con María Valentina Larraín Bunster (1), hijo de Jorge Larraín Valdivieso, abogado y agricultor, convencional Partido Conservador y Valentina Bunster Saavedra.
(1) «no hay nadie menos político que mi mama, no habla ni entiende de política. Y cuando fue secretaria privada del Presidente Aylwin nadie le sacó nada más que ella trabajaba en el centro» Claudio Orrego hijo, El Mercurio 10 agosto 2021
Descendencia
Orrego Larraín Claudio Benjamín (1966) abogado, PDC, concejal y alcalde de Peñalolén, Ministro de Vivienda 2000-01, precandidato presidencial 2013, intendente de la Región Metropolitana 2014 casado con María Francisca Morales Ahumada, psicóloga, hijo de Hernán Morales Blanco y María Ximena Ahumada Morales. (1)
Orrego Larraín María Valentina
Orrego Larraín María Francisca
Orrego Larraín María Alejandra
(1) «Mi papá murió cuando yo tenía 15 años y alcancé a tener una sola conversación con él de algo que uno pudiera llamar «político». Yo venía llegando de colonias urbanas en Conchalí y Renca, era 1982. Un año de mierda en que murió un primo, mataron a Tucapel Jiménez, murió el Presidente Frei y mi papá. Yo le decía que por qué teníamos tanto: habíamos cambiado la citroneta por otro auto. Y él me habló de que casi había sido cura y que seguía a Mahatma Gandhi y a Luther King. Esa fue la única conversación con él de algo que no fuera cosas de niño….» El Mercurio, 10 agosto 2021
Fuentes
Los camaradas, 1975
LOS CAMARADAS
«Fuimos llegando de a uno en uno.
Unos veníamos de Santiago y nos quedamos aquí.
Otros venían de Chillán, de Los Andes. De Talca, de Valparaíso.
Marchábamos desde la vida acomodada que se entronca en la tradición,
de la vieja clase media y también de las familias modestas.
Éramos de la Católica y de la Chile.
De Derecho y de Ingeniería.
De Sociología y Arquitectura.
Éramos creyentes de intensa vida.
O tan sólo peregrinos en busca de una razón con que llenar la vida.
Fuimos surgiendo como de la nada.
Guiados por el hilo invisible de un Dios
que entrecruza las vidas para tejer el porvenir.
Pero teníamos una sed que nos hermanaba.
Queríamos saber, saber más.
Sentíamos Chile.
Nos preocupaban los pobres por sobre todas las cosas.
No nos satisfacía el mundo que habríamos de vivir.
Creíamos en la bondad. En la fraternidad. Y en la justicia.
Sobre todo en la libertad.
Interrogábamos cada libro.
Husmeábamos cada curso.
Necesitábamos maestros que nos dijeron aquello cuyo vacío sentíamos.
Y los maestros vinieron.
También de distintas vertientes.
De Dios y del mundo.
De la vida y el pensamiento.
De la política y el púlpito.
Fuimos bebiendo de esa nueva y la sed comenzó a aplacar.
Buscamos otros que nos siguieran.
Quisimos darles respuesta a todos los peregrinos del espíritu.
Pronto nos sentimos portadores de un mensaje.
Ello trascendía nuestras personas.
Por cierto, nuestros orígenes también.
El punto común jamás fue el pasado. Siempre el porvenir.
El cemento que nos dio consistencia no fuimos nosotros
si no que la preocupación por los demás.
La energía para continuar adelante
la obteníamos de un ideal antiguo como el hombre.
Inagotable como la mar. Limpio como un brillante.
Y fuimos caminando por la vida.
Cada vez más.
Todos de procedencias cada vez más amplias y diferentes.
Todas las edades entraron en el crisol
que funde a los individuos en personas y a éstas en militantes.
No nos percatamos demasiado cómo,
pero en un momento imperceptible fuimos camaradas.
Nos bastaba eso.
No exigíamos carnet de identidad,
ni certificados de estudios.
Nos conocíamos en el hablar y en el sentir.
Sobre todo en la ilusión de servir.
Caminamos veinte años sin descansos.
Fuimos a veces el camino mismo que no podía detenerse.
Trayectoria Política
Orrego Vicuña Claudio (1939-1982) ideólogo PDC (“Definirse como comunitario mantiene abierta una puerta clara hacia formas de organización del futuro que responden a la liberación más auténtica y profunda de los seres humanos, hermanándose así con aquellos hombres y movimientos que en todo el mundo reaccionan contra una civilización materialista podrida y contra la degeneración del colectivismo totalitario” (1)), participó en la Promoción Popular 1965: “la única forma de que el desarrollo económico no termine llevándonos a una sociedad de la abundancia materialista e individualista, es que junto a él seamos capaces de delinear una estrategia del desarrollo social que nos permita evitar los errores del capitalismo occidental y construir una sociedad humanista (2); director La Nación 1966-68, panelista del programa televisivo “A esta hora se improvisa”; decidido opositor al gobierno de Allende, a propósito del paro de Octubre de 1972 publicó “El Paro Nacional: vía chilena contra el totalitarismo”; diputado por Santiago 1973 (18.539 votos, 5%);
en su discurso en la Cámara del acuerdo del 22 de Agosto de 1973 viendo, finaliza con: «nuestra angustia por la grave situación de Chile, nuestra ansia de rectificación y nuestra petición expresa de que los que tienen la responsabilidad de gobernar el país entiendan que ha llegado la hora final y definitiva de que se tomen las medidas que le den a este país una solución pacífica, honorable y que lleve, una vez más, la paz a los hogares chilenos y la prosperidad a toda nuestra nación».
habiendo ofrecido inicialmente colaboración a la Junta de Gobierno, se transformó rápidamente en uno de los articuladores de la defensa de los Derechos Humanos, publicando “Para una paz estable entre los chilenos” (1974), “Manifiesto por la paz y la no violencia” (1978) y “Una herida Abierta” (1982); opositor al gobierno militar (“No ha habido un periodo más negro que éste para la inmensa mayoría de los chilenos” (3)).
(1) Revista Política y Espíritu abril 1971. (2) ORREGO página 106. (3) Septiembre 1979.
“El terrorismo de Estado adopta muchas formas. Las más benignas dicen relación con la clausura de periódicos, la censura intelectual, la proscripción de los partidos políticos, las leyes represivas, etc. En su escalón más alto se ubican el adoctrinamiento ideológico del pueblo, las campañas de intensa y abrumadora propaganda oficial, hasta llegar a los niveles de máxima represión con los arrestos masivos, los raptos nocturnos y los desaparecimientos de las personas detenidas” La difícil senda del desarrollo político en América Latina, 1983, página 37.
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Bibliografia
Esquema para una comprensión objetiva de la Revolución en Libertad (1966) Revista Política y Espíritu
Un análisis de la elección de parlamentarios de 1969, en Política y Espíritu, febrero-marzo 1969 «El principal error que se debe dilucidar es aquel que consiste en afirmar ue la existencia de la derecha política es un fenómeno económico. Según los defensores de esta tesis, la derecha aumenta su votación según sean manenidos intactos o no sus intereses económicos. El error es tan manifiesto, que se necesitan pocoa argumentos para dmeostrar que no puede sostenerse sobre ninguna base que no sea, estrictamente, emocional… la única forma en que ese poder económico hubiera podido afectar el desarrollo electoral hubiera sido por medio de la propaganda. Sin embargo, nadie puede negar que fue la Democracia Cristiana aquella que, de lejos, tuvo la mejor propaganda y la más intensa, mientras que los nacionales estuvieron a la par del Partido Comunista y a la saga de nosotros. En otras palabras, el poder económico no les significó una ventaja adicional»
Solidaridad o violencia: el dilema de Chile: una racionalidad democrática par ael cambio social (1969) 316 páginasa
El humanismo comunitario frente al totalitarismo (1971)
Socialismos, propietarismo y liberaación dle pueblo (1971) 101 páginas
Chile o la fuaerza de la razón (1972)
El para nacional: via chilena contra el totalitarismo, (1972) 94 páginas
Empezar de nuevo: Chile despues de la UP (1972) 238 páginas
Para una paz estable entre lso chilenos (1974) 151 páginas
Las sorprendentes memorias de Baltazar. Cuentos (1974) 105 páginas
NOstalgias (1975) 98 páginas
Conflicto, consenso y seguridad nacional (en Seguridad nacional y bien común) (1976)
Libertad e igualdad en la historia de Chile (1976) 4 tomos
Horacio Walker y su tiempo (1976) «Fusionada el ala socialcristina del Partido Conservador con la falange Nacional, para dar nacimiento a la Democracia Cristiana en 1958, Horacio Walker pasó a convertirse en un símbolo del ideal cristino renovador en el seno de la nueva colectividad»
Leninismo y democracia (un debate a partir del caso chileno) (1976) 218 páginas
La era tecnocrática ylos derechos humanos: la administración Carter y América Latina (1977)
Tres ensayos acerca del futuro (1978) 147 páginas
Una búsqueda necesaria (1978) 109 páginas
Ensayo sober Arturo Alessandri Palma (1979) «Don Arturo Alessandir Palma: el personaje en la historia de su tiempo» «En 1920… el monopolio políico de la clase aristocrática es desafiado por las masas y los grupos de clase media. De ahí el tinte revolucionario con que la subjetividad de la época percibe el momento y las pasiones que se desatan. La elección no tiene significado sólo por el nombre del ciudadano que ejercerá la Presidencia de la República, sino porque marcará la primacía de uno de estos mundos sobre el otro…»
Tobias Barros Ortiz, entrevista (1979) 129 páginas
El caso Letelier (1979, 1980, 1990) 160 páginas
El desafío político de Puebla, reflexiones de un laico para laico (1981)
Una herida abierta: deteniso desaparecidos, con Patricia Verdugo (1983, 1986)
Los desafios del futuro, una urgencia dle presentea (1989)
Acuerdo del 22 de agosto de 1973 de la Cámara de Diputados
Presentación del Acuerdo por el diputado Claudio Orrego
(Versión taquigráfica del discurso de presentación del proyecto de Acuerdo de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973, contenido en el libro «Para una paz estable entre los chilenos», edición privada publicada por Claudio Orrego Vicuña en julio de 1974).
El señor PARETO (Presidente).- La presente sesión ha sido citada a petición de 53 señores Diputados y tiene por objeto «analizar la situación política y legal que afecta al país». En conformidad con lo dispuesto en el artículo 166 del Reglamento, el tiempo previo de quince minutos que dicha disposición establece corresponde al Comité Demócrata Cristiano. Ofrezco la palabra.
El señor ORREGO.- Pido la palabra.
El señor PARETO (Presidente).- Tiene la palabra Su Señoría.
El señor ORREGO.- Señor Presidente, para nadie es un misterio los gravísimos momentos que está viviendo el país, ni nadie ignora que en esta Cámara, en su primera legislatura ordinaria, ya nos hemos reunido más de una vez para tratar el progresivo deterioro de la situación del país.
Con motivo de una comunicación que la Excelentísima Corte Suprema de Justicia le enviará al Presidente de la República, esta Cámara celebró una sesión especial para tratar el problema del quiebre de la juridicidad chilena. En aquella ocasión, reiteramos, en forma patriótica y elevada, la preocupación que, desde estos bancos, tenemos por un proceso que, cada día, se ha ido haciendo más grave y más costoso, hasta el punto de que el país está sufriendo actualmente una crisis que no tiene parangón en nuestra historia patria, a lo largo de ciento sesenta y tantos años de vida independiente.
Por esta razón, hablo hoy día con la preocupación que les asiste a quienes hemos sido elegidos por el pueblo para defender la Constitución y la ley; a quienes hemos sido elegidos recientemente en un plebiscito nacional, como lo fueron las elecciones parlamentarias del 4 de marzo, para exigir rectificaciones que son de tal «obviedad», que resulta realmente penoso que el Jefe del Estado no se compadezca de su patria y no asuma las responsabilidades que le competen.
Desde hace casi tres años, los Diputados democratacristianos hemos venido reiterando que el actual Gobierno, progresivamente, ha conculcado el Estatuto de Garantías Constitucionales que aprobara la Unidad Popular en este mismo Congreso y que permitiera el acceso al Poder del señor Salvador Allende Gossens.
Los últimos presidentes de mi partido –Senadores Benjamín Prado, Narciso Irureta, Renán Fuentealba y Patricio Aylwin–, cada vez con mayor insistencia, han ido señalando el camino de la palabra quebrantada, del incumplimiento de un compromiso vital para la República.
Desde la última vez que habláramos en esta Corporación han ocurrido hechos extremadamente graves; y la Democracia Cristiana, una vez más, le ha demostrado al país su conciencia patriótica, su responsabilidad y su deseo de evitarle mayores males. Así nuestro Partido fue a dialogar con el Presidente de la República; fue a dialogar para encontrar las soluciones mínimas que restablecieran el orden constitucional y legal del país, trajeran la paz a los espíritus y permitieran el normal funcionamiento de la democracia. Desgraciadamente –y desgraciadamente no es una novedad tampoco–, el Presidente de la República, en vez de tomar con el debido aprecio este gesto que los democratacristianos hicimos con mucho esfuerzo y con mucho sacrificio, porque el país sabe lo que sufren nuestros hombres de base, lo que sufren nuestros modestos militantes de manos de los militantes de la Unidad Popular y de los funcionarios de Gobierno, propuso una serie de medidas dilatorias que, lejos de resolver los problemas, los alargaban y no les daban solución alguna. Por desgracia, el señor Presidente de la República no tiene conciencia aparente de la gravedad de la crisis, de la urgencia, ya vital, de que las rectificaciones se hagan en forma inmediata.
En estas condiciones, se cerró, por culpa de Gobierno y, en especial del señor Presidente, esta alternativa política democrática y patriótica.
Posteriormente, el Presidente de la República llamó a ingresar a su Gabinete a los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y al Director General de Carabineros. El país sabe que este hecho, hasta hoy, no ha significado rectificaciones. Y hemos tenido conocimiento público, millones de chilenos, de la dramática experiencia de su paso por el Gabinete del señor Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de aquel entonces General don César Ruiz.
Hasta este momento la crisis no se resuelve; al contrario, se agudiza día a día. Por eso, nosotros, hoy día, en esta Corporación y ante la faz de Chile, queremos decir que ha llegado la hora, que ha llegado el momento de que digamos una vez más nuestra verdad responsablemente ante el país y ante la historia, porque el Congreso no puede seguir silenciando la grave situación porque atraviesa Chile y tiene que hacer un enjuiciamiento global de ella, porque la situación de ilegalidad pasa por atropellos reiterados a las resoluciones del Congreso Nacional, por atropellos reiterados a las atribuciones del Poder Judicial, por atropellos reiterados a las facultades de la Contraloría General de la República, por atropellos reiterados a los derechos de los ciudadanos, a los medios de comunicación de los chilenos y hasta, en algunos casos, a la libertad de las personas, como hemos tenido aquí demostración cada vez que hemos acusado a un Intendente.
En ese cuadro, señor Presidente, no caben soluciones de parche. Dentro de este cuadro, cuando un país se desmorona, no caben pequeñas maniobras de política superestructural. Aquí hay que resolver los problemas de fondo. Aquí, como lo hemos dicho miles de veces al señor Presidente de la República, no se puede seguir sirviendo a dos señores: al extremismo de izquierda y a la democracia chilena. La hora de la definición no puede seguir siendo postergada, porque este país vive en la angustia, y ninguno de nosotros, en esta Cámara, ignora como recurren a los parlamentarios para expresar la angustia de un pueblo que vive en el sobresalto, en el temor, en la paralización y, en algunos casos, hasta en la miseria física.
Por esta razón, es necesario que se restablezca con toda claridad el imperio de la Constitución y de la ley, y, en este caso, es obligación de los señores Ministros militares que han asumido tan altas funciones en representación de toda la Patria, que ellos también asuman su responsabilidad para restablecer el orden constitucional y legal, para que el Presidente de la República opte, de una vez por todas, o entre las exigencias técnicas, políticas y legales que pueden salvar a Chile de una catástrofe, o seguir siendo maniatado por un ultraizquierdismo que paraliza y que, como lo acabamos de ver hace pocos días, en el caso del Subsecretario señor Faivovich, llega hasta el punto de esterilizar las más altas y patrióticas intenciones de los más altos dignatarios de las Fuerzas Armadas chilenas.
Por esta razón nosotros creemos que aquí ya no se puede seguir con maniobras. Es necesario que el Presidente de la República opte por resolver los problemas de Chile dentro de la Constitución y de la ley, tal como él se comprometiera solemnemente; que el Presidente de la República opte a favor del clamor de un pueblo que pide trabajo, que pide orden, que pide tranquilidad, que pide medidas económicas de fondo y que no se siga sacrificando la economía por la toma total del poder por parte de algunos Partidos; un pueblo que exige en definitiva, que volvamos a la mínima institucionalidad, que a las Fuerzas Armadas se les permita mantener su unidad interna y que no sean víctimas de esta campaña que el país atónito presencia, de polémicas públicas, de infiltraciones y de todo tipo de maniobras destinadas a destruir hasta eso que todavía queda en pie en este país.
En este patriótico momento, en este momento de crisis profunda, los democratacristianos hemos asumido nuestra responsabilidad de llamar a esta reunión para que los señores Ministros militares obtengan, en definitiva, los poderes que necesitan para poder darle satisfacción a las necesidades de Chile. Y, vuelvo a repetir, ya no hay solución que se consiga en una conversación más o con una conversación menos. Aquí hay que tomar el problema a dos manos, y serán muchos los sacrificios que tendremos que hacer todos los chilenos para lograr algún día restablecer en este país su legalidad, su moralidad y su estabilidad económica.
Por estas razones, señor Presidente, los democratacristianos, por acuerdo de nuestro Consejo Nacional, hemos decidido presentar un proyecto de acuerdo, que ruego a la Mesa dar lectura en el momento pertinente, que refleja nuestra angustia por la grave situación de Chile, nuestra ansia de rectificación y nuestra petición expresa de que los que tienen la responsabilidad de gobernar el país entiendan que ha llegado la hora final y definitiva de que se tomen las medidas que le den a este país una solución pacífica, honorable y que lleve, una vez más, la paz a los hogares chilenos y la prosperidad a toda nuestra nación.
Es todo lo que quiero decir, señor Presidente.