Carlos Ominami Pascual

Biografía Personal

Ominami Pascual Carlos (1950) hijo de Carlos Ominami Daza (+1992) [2] comandante de la FACH se le hizo un Consejo de Guerra después de 1973, donde se le acusó de divulgar secretos militares, estando más de un año preso, reconocido por la Comisión Valech, y Edith Pascual Pascual (1928) [3]; Doctor en economía,

[2]“Lo que es real es que hubo prescindencia  del gobierno de la UP de hacer política dentro de las FF.AA. Por ejemplo, el coronel Carlos Ominami de la Fuerza Aérea, le pidió una entrevista a mi madre, Laura Allende, y ella me invitó para que escuchara. Él le planteó la situación que había en la Fuerza Aérea, lo estaban desplazando de todas las posiciones de mando dentro de la institución; lo que pedían –él y otros oficiales- era entrevistarse con el Presidente Allende. Jamás se dio la entrevista, ni esa ni tres o cuatro más que yo conocí que se solicitaron”. Andrés Pascal, MEMORIA 1971 p. 231.

[3] “Me acuerdo, durante la UP, que en algunas recepciones en la Escuela de Aviación, y en otros lugares, siempre se le hacía un vacío a la Tencha. Ángela Jeria se daba cuenta y me decía: ‘Vamos a acompañarla’. Uno se detecta: éramos solamente cuatro señoras de oficiales que teníamos más respeto a la UP, como mi marido. Él era constitucionalista” HIJAS p. 88. “Cuando supimos que Carlos pertenecía al MIR, casi nos dio un infarto. Fue por una confusión de cartas con una polola que nos enteramos. Mi marido estaba de comandante en la Base Aérea en Colina, imagínate el chancacazo para nosotros. Fue horrible. Yo no lo sospechaba para nada” EM 2 mayo 2015.

Descendencia

Fuentes

(1) En Consejo de Seguridad Nacional tratando el informe Rettig, TRANSICIÓN. (2) “Mis razones” documento explicando su conducta ante SQM en el 2009, El Mercurio 17 enero 2016.

“No estoy de acuerdo con el Banco Central como una institución uni propósito, que se vincula única y exclusivamente a la defensa de la inflación; no estoy de acuerdo con la legitimización de la medicina privada; no estoy de acuerdo en la capitalización individual en las AFP`s, como el eje ordenador del sistema previsional. Hay allí un agotamiento fuerte en la capacidad de transformación y una erosión de los pilares públicos, necesarios para construir una sociedad más democrática”.

(4) Entrevista, QP 8 julio 2016.

(5) En relación a acusación de corrupción en la V Región, Senado, 14 noviembre 2006.

(6) Columna “Vamos AMLO”, La Tercera 7 julio 2018.

(7) “Venezuela y Cuba” La Tercera 9 junio 2018.

(8) Entrevista, La Tercera 15 julio 2018: “una elección sin Lula es igual de ilegítima que una sin Capriles en Venezuela”;

Columna “Con el Papa en Santa Marta”, 4 agosto 2018.

(10) El Mercurio 26 octubre 2020

(11) 27 abril 2022 Declaración de 32 ex dirigentes de la Concertación

(12) Suscribe esta Declaración de Centros de Estudios, 8 mayo 2022

(13) Entrevista Ex-ante 4 julio 2022

Familia

Transición, ¿hacia dónde?, Carlos Ominami 11 diciembre, 2015

El ciclo ascendente de los gobiernos progresistas llegó a su término. Los hechos son irrefutables. La Presidenta Rousseff ha sufrido un agudo proceso de descapitalización. Su aprobación no supera el 10% y enfrenta un tortuoso proceso de impeachment.

Contra todo pronóstico, Mauricio Macri es el nuevo Presidente de la Argentina. El kirchnerismo perdió la mayoría de la que disponía. En Venezuela, el Presidente Maduro experimentó una derrota humillante. En un cuadro por cierto distinto, el Presidente Correa no consigue asegurar la continuidad de la “revolución ciudadana” más allá de su persona. En Bolivia, Evo Morales enfrenta un severo riesgo de cosechar una derrota en el referéndum de febrero del año próximo porque la ciudadanía no parece dispuesta a abrir paso a una reelección indefinida. En Chile, la Presidenta Bachelet ha perdido más de la mitad de su apoyo inicial y el camino de las grandes reformas propuestas en su programa se hace cuesta arriba.

En la mayoría de los casos, los gobiernos progresistas dejan una herencia valiosa. Condujeron la década de oro que vivió América Latina desde el inicio de los 2000. Nunca en la historia se había producido la convergencia de alto crecimiento, baja inflación, disminución de la pobreza y de la indigencia, solidez fiscal y desendeudamiento externo. Y todo esto en condiciones de democracia con políticas sociales más profundas como, por ejemplo, la bolsa familia en Brasil, la asignación universal por hijo en Argentina o el pilar solidario en Chile.

Sin embargo, los gobiernos progresistas no fueron capaces de resolver las cuestiones estructurales. No se transformó el modelo de desarrollo. Por el contrario, se profundizó la dependencia de un número limitado de recursos naturales. Se hicieron fuertes en lo social pero descuidaron la política. No se preocuparon de mejorar ni su calidad ni el funcionamiento de las instituciones. Brasil es el mejor ejemplo.

Paralelamente, surgieron nuevas capas medias. Se trata de sectores heterogéneos más vinculados a los servicios que a la industria, y de cultura fuertemente individualista.

Hay aquí una gran paradoja. Estos sectores surgieron al amparo de los gobiernos progresistas pero al mismo tiempo constituyen el principal apoyo de las oposiciones. Su descontento tiene base: reivindican salud, educación, transporte pero no de cualquier tipo. Exigen calidad. Es cierto que ascendieron socialmente, pero siguen siendo vulnerables. El riesgo de volver a la pobreza está siempre presente. Para alejarlo demandan también protección.

Sin haber resuelto los problemas estructurales, los gobiernos progresistas no pudieron hacer frente a estas nuevas demandas de protección social y mejor calidad en la oferta de bienes públicos. Este ha sido su talón de Aquiles, la razón principal aunque no exclusiva de su decadencia y derrota.

Las derechas festejan. No son los únicos. Se anuncia un nuevo ciclo. Se inició la transición.

Pero, ¿transición hacia a dónde? No abundan las respuestas. No es casual. En rigor todavía no existen, porque, cuidado, las recetas neoliberales tradicionales tuvieron como sello la exclusión, es decir, exactamente lo contrario de lo que hoy día se demanda.

Columna de Carlos Ominami: El nuevo comienzo 3 febrero 2023

Más allá de la resolución sobre estrategia electoral que deben en las próximas horas adoptar los partidos de centro y de izquierda, hay una cuestión más de fondo que no puede ser soslayada. De ella dependerá finalmente el éxito o fracaso del gobierno.

El 11 de marzo, con la entrada del Presidente Boric a La Moneda, parecía iniciarse una nueva época. Como rara vez ocurre, la historia abría una segunda oportunidad. Hace 50 años, la vía chilena al socialismo había fracasado. En condiciones por cierto muy distintas, era posible pensar en una nueva vía chilena, capaz esta vez de responder a las exigencias de la sociedad a través de la profundización de la democracia.

Cuando el populismo autoritario continúa avanzando en el mundo, cuando las democracias se muestran frágiles y faltas de energía la nueva vía representaba una gran esperanza.

Estos once meses han sido muy duros; el desánimo y la frustración asoman. Las complejidades propias de la gestión de gobierno y los resultados del plebiscito del 4S mostraron la imposibilidad de tomar el cielo por asalto. El infantilismo predominante en la Convención condujo a una derrota indiscutible.

El Presidente Boric acusó el golpe, pero no se doblegó. Rápidamente produjo un cambio de gabinete buscando crear las condiciones para un nuevo comienzo asentado en una verdadera alianza de gobierno. Las nuevas figuras encabezadas por la ministra Tohá trajeron nuevas energías y una mirada más cercana a las preocupaciones ciudadanas. Pero, es preciso reconocerlo, el nuevo comienzo ha sufrido traspiés importantes. Constituye todavía una promesa incumplida.

Algunos se han apresurado a decretar el fin del gobierno y el fracaso de la generación joven que asumió su conducción. Quieren volver a lo de antes. Olvidan que existe en la sociedad una demanda de cambio, imprecisa y ambigua pero no por ello menos real y urgente.

La posibilidad de hacer de Chile un Estado social y democrático de derechos no está clausurada. Si su consagración a nivel constitucional es seguida de iniciativas concretas que muestren que vamos transitando desde una sociedad de consumidores a una de ciudadanos y ciudadanas titulares de derechos, este gobierno habrá cumplido una tarea de envergadura histórica. Se habrá abierto una nueva vía. Para ello se requiere un esfuerzo enorme en todos los planos: seguridad, salud, igualdad de género, vivienda, educación, previsión, obras públicas, ciudad, trabajo, política económica y política internacional.

De ahora en adelante, la gestión gubernamental debe ser impecable. Se acabó el tiempo de las improvisaciones y las desprolijidades. Después de haber ganado con grandes promesas no se puede gobernar con puras excusas. El gabinete debe proteger al Presidente y no a la inversa.

Empieza febrero y para la mayoría es tiempo de merecido descanso. En el caso del gobierno, dadas las urgencias y los desafíos planteados, humildemente aconsejaría que por esta vez acorten las vacaciones al mínimo indispensable. El tiempo apremia, marzo espera.

Trayectoria Política

Ominami Pascual Carlos (1950) [1] milito en el MIR durante la UP (“en las circunstancias dramáticas que siguieron al golpe de Estado pude perder la vida. Sentí miedo. Muchos de los míos desaparecieron sin que todavía se hayan podido encontrar sus restos. Era un miedo que producía escalofríos… (2)), luego Partido Socialista, del Parido Progresista a partir de 2010, Ministro de Economía 1990-93 “No obstante ser hijo de un oficial de las FF.AA. que sufrió los rigores de los atropellos a los DD.HH. yo soy parte de un sector del país que, no entiende haber participado en guerra alguna, ha asumido su cuota de responsabilidad por la crisis institucional, y ha buscado hacer suyo el dolor de las familias y de orden por los que han caído y espera que ese mismo sentimiento pueda anidar en el corazón de las instituciones armadas en relación a las demás víctimas de las violaciones de los DD.HH.” (1);

generalísimo de la campaña presidencial de Ricardo Lagos en las primarias 1993;

«No hay que ser autocomplacientes con los resultados… me parece que es fundamental darnos una tregua y abrir un tiempo político para que la DC haga su discusión interna para que esté en condiciones de participar en conjunto con nosotros en las definiciones de esta nueva fase» luego del triunfo de Ricardo Lagos en las primarias presidenciales de 1999;

senador 1994-2010, “que quede fuera de toda duda: los desvíos de dinero, el aprovechamiento personal, pero también el político, no tienen -¡digámoslo fuerte y claro¡- ningún tipo de justificación. El argumento, esgrimido por algunos de nuestras filas, de que ‘como la derecha tiene el poder del dinero a nosotros no nos queda más que hacernos del poder del Estado’ es total y completamente inaceptable. Chile tiene un prestigio bien ganado en este ámbito… no destruyamos el producto de un estándar en materia de probidad que ha costado décadas, o incluso siglos, construir…” (5);

candidato a la reelección 2009 (“de un triunfo asegurado pasé de manera intempestiva a un competencia casi imposible. En ese cuadro solicité ayuda como lo hacen todos los candidatos y la ley lo permite. Reconozco que actué con cierta precipitación. Lo asumo y me arrepiento. Lo hice sin embargo de total buena fe. No pensé ni por minuto que la ayuda de SQM podría terminar siendo un instrumento de fraude al fisco. Jamás pensé que podía ser un regalo envenenado. No actué de manera maliciosa… (2)); al ser absuelto por prescripción de facturas ideológicamente falsas de SQM: “Tengo responsabilidad política, sin duda. Mi principal reproche es haber aceptado competir bajo reglas que no eran justas… tenemos un gobierno que esta vez se siente débil, un Parlamento que se siente arrinconado y amenazado, y hay un cierto vacío institucional. En ese vacío irrumpe con mucha más fuerza, para llenar dicho vacío, el Poder Judicial” (3);

«La Nueva mayoria es, básicamente, un nombre de fantasía… el centro político no puede ser un factor que busque limitar los cambios. El cambio ganó, el cambio se impuso en la primaria» La Tercera, 4 agosto 2013,

“frente a la crisis política, yo creo que Ricardo Lagos es la gran reserva moral de Chile” (4); “sigo pensando que, finalmente, la historia la hacen los pueblos” (6).

Ominami sostuvo un distendido encuentro con Lula, cuando participaba en conferencias en el Instituto Nuevos Paradigmas de Puerto Alegre. 25 marzo 2018

“Venezuela es una dictadura corrupta… Cuba es un país serio, que no s modelo de democracia pero ha logrado avances incuestionables en áreas decisivas como salud y educación” (7); apoya carta pidiendo permitir la candidatura Lula en Brasil (8).

«El éxito del plebiscito aporta certeza», la constitución de 1980 consagra un modelo político autoriario, centralista y neoliberal. Por esto, debe ser sustituido por una nueva. «Esta contiene, sin embargo, normas importantes que deben mantenerse, como las originadas en la Constitución de 1925 en materia de propiedad, la incorporación a la Constitución de los tratados internacionales, en particular el de San José de Costa Rica, así como el recursos de protección, que ha probado ser una institución de gran utilidad» «Espero que la elección de delegados a la Convención Constitucional sea consistente con el espíritu de la movilización social» (10)

Apoya la candidatura de Helia Molina a las primarias de gobernador de la Región Metropolitana 2020.

Quienes firmamos este manifiesto, votamos por distintas y distintos candidatos democráticos en la primera vuelta. En una elección limpia y transparente, el pueblo quiso que el candidato progresista que pasara a segunda vuelta fuera Gabriel Boric. Y con el voto mayoritario de la ciudadanía, especialmente de mujeres y jóvenes, también con el nuestro, Boric es Presidente de Chile. Queremos que le vaya bien, a pesar de las duras condiciones internas y externas que enfrenta. Por Chile, por la gente más golpeada con las desigualdades y abusos, para que la nueva Constitución de todos sus frutos, necesitamos que le vaya bien. (11)

«Una Constitución no es un programa de gobierno. El interés de unos y otros por ver reflejadas las diferentes identidades y sus aspiraciones son menos que el todo. Un hombre muy sabio, el ex Presidente Mujica dijo palabras que conviene recordar: “a menudo quienes van a por todo se quedan sin nada”. El borrador de Nueva Constitución debe ser revisado a la luz de este objetivo fundamental: concitar un respaldo mayoritario».  (12)

El ex ministro y ex parlamentario, Carlos Ominami, sostiene que la noche del plebiscito habrá un país polarizado. “Nadie esa noche debiera estar contento. Porque habremos constatado que no se tuvo éxito en el proceso de reunificar al país, de generar un gran pacto social”.
-Yo soy partidario de aprobar. En primer lugar el texto contiene avances: un amplio catálogo de derechos sociales, democracia paritaria, reconocimiento a los pueblos originarios, centralidad del medio ambiente, regionalización. Y me parece que hay una respuesta a lo que el país estaba buscando; una respuesta al estallido; a la crisis social y política que vivimos tan intensamente el 2019.
-Dicho esto, hay que reconocer que el texto propuesto genera dudas fundadas y razonables. Tienen que ver con los alcances de la plurinacionalidad, en particular el pluralismo jurídico, el tema del consentimiento, que quedó ambiguo. Hay que ver cómo funciona el equilibrio de poderes en un sistema político híbrido, que fue lo que se generó acá. Era perfectamente razonable haber planteado un sistema unicameral, pero en el marco de un régimen parlamentario.
-¿Por qué crees que no se hizo?
-Yo creo que en Chile no había condiciones políticas para un régimen parlamentario. Pero desgraciadamente se desechó de manera muy anticipada la opción por un régimen semi presidencial. El bicameralismo asimétrico hubiera tenido más logica, como el caso francés, donde hay una Asamblea Nacional que es mucho más poderosa que el Senado, pero es un régimen semi presidencial, en donde el primer ministro responde a la mayoría parlamentaria.
Otros problemas son los riesgos de politización de la justicia, la forma de integración del consejo de la magistatura. Además, es posible que las autonomías finalmente terminen limitando la capacidad del Estado para hacer cumplir los propios derechos que el texto establece. (13)

Bibliografia

«Notas sobre maxismo y socialimo, hoy dia» (1982, presentado al segundo encuentro de Chantilly, Francia, 1983) «Al suponer que las contradicciones pueden ser simplemente abolidas, el marxismo introdujo la idea de la extinción del Estado, eliminando con ello toda la prolemaática del ejercicio democrático del poder. No es pues de extrañar la dificultad manifiesta para pensar, en el cuadro del marxismo, nociones tales coo pluralismo y democracia… marxismo y socialimo no son categorías equivalentes. Es posible ser socialista sin por ello ser marxista. La diferencia es pues capital… la propuesta de vía cihlena al socialismo no se apartó de la lógica del modelo, circunscribiendo su elaboración al terreno de los medios para llegar a él…. el respeto a la democracia spone, forzosaente, el desarrollo del diálogo y la negociaicón política: ello es lo propio de la democracia… pensar el socialismo como práctica cotidiana de transformación social al interior de un régimen democrático, debiera conducir a superar el antagonismo histórico entre reforma y revolución… la intuición del Presidente Allende de hacer socialismo en democracia está hy más vidva que nunca. Se trata esta ez de dotr a la política de los medios para llevarlo adelante….

«El tercer mundo y la economía mundial» (1985)
«La tercera revolución industrial, impactos internacionales del actual viraje tecnológica» (coordinador, 1986)
«El tercer mundo en la crisis: las transformaciones recientes» (1987)
«El desafio de la incertidumbre» con Sergio Bitar y otros (1988)
«Cambiar la vida: una nueva economía para Chile» con Ernesto Edwards y Sergio Bitar (1988)
«La inserción de Chile en los mercados internacionales» con Roberto Madrid (1989)
«América Latina en la reestructuración industrial mundial» en Industria, Estado y Sociedad (1989)
«Animales políticos: dialogos filiales, con Marco Enrique Ominami (2004)
«El debate silenciado: un testimonio, 1995-2009» (2009)
«Secretos de la Concertación» (2012)
«Claroscuros de los gobiernos progresistas. América del Sur: ¿fin de un ciclo histórico o proceso abierto?» (2017)

«Chile: el desarrollo esquivo» en «Radiografía crítica al modelo chileno. Balance y propuestas» (2013).

Columnas[1]: “La desesperación brasilera”: “el éxito de Bolsonaro se construyó en el barro de la inseguridad, el desempleo y la corrupción. Nada bueno saldrá de allí” (1). “¡A qué le tienen miedo?  Sin la Corte Interamericana jamás se habría conseguido un mínimo de justicia y la reparación de la honra de los condenados en el vergonzoso consejo de guerra de mi padre” (2). “El TTP-11 genera aprehensiones respecto de sus ventajas para un país como el nuestro que dispone de una aplia red de acuerdos de libre comercio”.

[1] (1) La Tercera 13 octubre 2018. (2) La Tercera 3 mayo 2019.  (3) “El TPP-11 y la nueva guerra fría”, La Tercero 17 ayo 2019.

Otras publicaciones

«Las exigencias del liderazgo» La Tercera 2 junio 2012 «en el debae chileno se están confundiendo dos conceptos, que se parecen, pero que son distintos: popularidad y liderazgo» «el ideal es que popularidad y liderazgo coincida; que quien tenga ideas constructivas suscite adhesión necesaria que las sustente»

«Chile y Perú: no basta con los negocios» columna La Tercera 24 agosto 2012: «Vienen días difíciles. Esa es la razón por la cual son importantes las iniciativas que apunten a multiplicar los puntos de encuentro que nos ayuden a superar el conflicto entre ambos países»

La Tercera «Aires de cambio», 30 de octubre 2013 «¿Representa el programa de Bachelet una guía chave para la acción gubernamental? La respuesta dista de ser clara. En primer lugar, por las definiciones ambiguas respecto de cuestiones claves».

La Tercera, entrevista, 15 febrero 2019: «Es un tremendo error del PC y sectores del Frente Amplio seguir defendiendo a Maduro. Maduro desgraciadamente le está haciendo una daño gigantesco a la izquierda latinoamericana. Creo que la política exterior de Chile se ha subordinado a los intereses de la norteamericana, de la política de Donald Trump».

La Tercera, 28 junio 2019, aboga por un consenso posneoliberal. “Frente a la emergencia de una nueva economía, las recetas neoliberales clásicas tienen bien poco que aportar”

La Tercera, 6 septiembre 2019 «El proyecto y su liderazgo»: «los retos que Chile debe enfrentar en un mundo cada vez más complejo y turbulento son enormes. Se requiere una gobernanza de alta calidad. Ésta supone un liderazgo firma, propuestas innovadoras, fuerzas políticas que garanticen una relación fluida con la ciudadanía, acuerdos y compromisos claros entre ellas y colectivos de trabajo dotados de las competencias necesarias.Un proyecto de país es bastante más que un conjunto de ocurrencias y no cualquiera puede ser Presidente»

El Mercurio 2 noviembre 2019: en carta a El Mercurio, ataca fuertemente publiación de Carlos Peña, en el contexto de las movilizaciones sociales de Octubre 2019. El 3 de diciembre, Leonidas Montes comenta: «en los difíciles momentos que vivimos, el valor de la tolerancia y la deliberación cobra aun mahor sentido. Y personas del calibre y la experiencia de Carlos Ominami deberian ser un ejemplo de moderación y apertura ald ialogo a la hora de debatir otras ideas diferentes a las propias. No en vano ese es el ideal de la sociedad libre por la que tanto luchó esa generación de la izquierda chilena»

«La madre de todas las batallas» 23 Julio 2020 La Tercera:
El 18/O bastó con un alza de $30 en el ticket de Metro para desatar una tremenda movilización. La tasa de desempleo en ese momento no superaba el 7%. Con una tasa por sobre el 20%, la pradera estará ahora aún más propensa a incendiarse. Hay que evitar que esto ocurra. Existe la vía para ello: el plebiscito del 25 de octubre. Es el mejor mecanismo para canalizar pacíficamente las tensiones. Es la oportunidad para que Chile se ponga de pie y se reencuentre con sus mejores tradiciones cívicas. Nos haría muy bien como país, después de todo lo que hemos vivido, hacer del plebiscito una gran cruzada republicana en donde, más allá de las opciones en competencia, afirmemos nuestra confianza en un futuro compartido.

«Buen comienzo» La Tercera 7 agosto 2020: «El nuevo canciller, Andrés Allamand, partió con el pie derecho. Su anuncio en una reunión de la Comisión de RR.EE. del Senado de que Chile apoyará la propuesta de postergar la elección del presidente del BID es una buena noticia. Desde diversos ámbitos, excancilleres, ex ministros de Hacienda, Foro Permanente de Política Exterior, se había planteado que Chile debía mantener su dignidad y no plegarse a la propuesta norteamericana».

«Una gran oportunidad para Chile» columna La Tercera, 21 agosto 2020: «El Canciller Allamand tiene aquí una buena posibilidad para que Chile, después de un cúmulo de abandonos, desaciertos y renuncias, pueda jugar un papel constructivo en la búsqueda de una salida al conflicto planteado. A estas alturas, no basta con declararse partidario del aplazamiento de la elección del presidente del BID. Hay que manifestar de manera nítida que no existen las condiciones necesarias para proceder a la elección de un nuevo presidente y para ello la vía es una sola: no dar quórum.»

Declaración conjunta: Chile necesita la convergencia de las fuerzas progresistas. Llamaos a los candidaturas del progresismo a privilegiar la construcción de puentes programáticos, facilitando la convergencia en la segunda vuelta presidencial y evitando una profundización artificial de las diferencias:
Compromiso nítido con trasformaciones profundas; ajustar las expectativas; responsabilidad fiscal; la herencia de un mal gobierno; evitar la recesión en 2022; resta aun un margen reazonable para elevar la deuda pública; una deuda pública sostenible; que los qu tienen, paguen más; cambios al prosupuesto 2022; imprescindible modernización del Estado; aprendamos de la historia (la confrontación entre el centro y la izquierda solo anticipan derrotas para el movimiento popular… los desencuentros entre el centro y la izquierda entre 1964 y 1973 abrieron paso al desplome de la democracia y a 17 años de dictadura) 4 de noviembre 2021.

Por una convergencia de la izquierda 2021

Carta abierta a los dirigentes de partidos y agrupaciones de izquierda y a los candidatos presidenciales del sector.

Nos dirigimos a Uds en nuestra calidad de militantes de la izquierda para plantearles nuestras inquietudes respecto de la situación actual. Por un lado, nos preocupa la ausencia, con raras excepciones, de un debate en torno a ideas y proyectos y la centralización en torno a temas estrictamente electorales sin base en lo anterior. Por el otro, nos preocupa la ausencia de un sujeto político mayoritario capaz de liderar un proyecto de transformación y de revincular a la política con la sociedad.

Nuestra intención es provocar un debate que permita avanzar en estas dos líneas.

1) Chile enfrenta una crisis profunda. Su origen se encuentra en la preservación de un modelo económico social neoliberal heredado de la dictadura y de un modelo político centralista, autoritario y elitista que impide su transformación. Los gobiernos democráticos de centro-izquierda no han sido capaces de superarlos y reemplazarlos por un proyecto de desarrollo nacional distinto pese a los avances realizados. La pérdida de confianza ha alcanzado al conjunto de las instituciones: iglesia, empresariado, militares e incluso sindicatos. Pero su efecto corrosivo en la estructura pública resulta más gravoso, pues erosiona las capacidades transformadoras del único instrumento consagrado al bien común: el Estado. El sistema político institucional ha alcanzado niveles insospechados de desprestigio. Ningún país puede desarrollarse bajo estas condiciones. El desarrollo es una construcción que resulta de la movilización de grandes energías, capacidades de innovación, concertación y cohesión social, despliegue de estrategias, liderazgos motivantes, concreción de voluntades. Para que estos factores converjan se requiere de un espacio propicio. Ese no existe hoy en Chile. Es preciso construirlo. Los logros y fracasos que registra nuestra historia han permitido un gran aprendizaje. Del desplome de la democracia en septiembre de 1973 hemos sacado muchas enseñanzas. Sabemos que las reformas profundas requieren del apoyo de grandes mayorías. Una alianza estrecha entre la izquierda y el centro es para ello crucial. Sabemos que el desarrollo de un país pequeño como el nuestro requiere una inserción activa en la economía mundial, y que una macroeconomía sólida es una condición necesaria, aunque no suficiente, para alcanzar el desarrollo. Chile tiene grandes recursos naturales y humanos. Está en nosotros convertirnos en un país moderno, dinámico y socialmente cohesionado durante los próximos años.

2) El malestar social es el producto de muchos factores: desigualdades, abusos, deficiente provisión de bienes públicos en materias trascendentales para la vida de los ciudadanos como educación, salud, transporte, pensiones, seguridad pública. Se constata también tráfico de influencias, corrupción, burocratismo e ineficiencia. La calidad de la gestión pública es baja y más grave aún, decreciente. Hay sin embargo un problema más trascendental aún: la idea de comunidad política está fuertemente cuestionada. El individualismo propiciado por el neoliberalismo ha calado hondo en la sociedad y en la gente. Existe en la actualidad un país contradictorio: individualista en lo económico social pero más bien progresista en lo valórico. A fin de cuentas, ninguno de los problemas planteados admite soluciones puramente técnicas resueltas una a una de manera autónoma. Hay que pensar en un gran esfuerzo de confrontación ideológico-cultural en contra del neoliberalismo y en un proceso global y radical de reformas con secuencias y graduaciones muy bien establecidas que generen dinámicamente nuevas fuerzas para continuar avanzando. La construcción de un Estado social de derecho que garantice una sociedad cada vez más igualitaria, es un objetivo deseable pero constituye una tarea ampliamente pendiente.

3) Solo un sistema político-institucional que goce de alta adhesión ciudadana es capaz de procesar y resolver positivamente las grandes demandas sociales. El caso de la previsión es ilustrativo: existe un enorme clamor popular por una transformación sustantiva del sistema pero al mismo tiempo una falta de claridad en las alternativas y, sobre todo, una incapacidad total de la política para generar respuestas consistentes. Pero no hay involucrada aquí solo una responsabilidad de la política y los políticos. La dificultad para salir adelante resulta finalmente de la fractura cultural producida por décadas de predominio neoliberal que ha conducido a la preferencia ciudadana por las soluciones privadas por sobre las alternativas públicas y colectivas.

4) Las tendencias anteriores se vienen manifestando de manera persistente desde finales de la década de los noventa del siglo pasado. Los esfuerzos de los sucesivos gobiernos para enfrentarlas no han sido exitosos. A finales de los 90 se intentó abrir debate sobre las insuficiencias de la conducción de la Concertación. Sin embargo este debate fue ahogado: las discrepancias graves que existieron al interior de la Concertación de la época no se resolvieron y por la vía de los hechos se impusieron las ideas conservadoras.

5) A su manera, los diversos gobiernos han buscado inaugurar una nueva época: Ello no se ha logrado, ahondando así el desprestigio de la política. Dotada de un respaldo electoral inédito para su segundo período, -aunque entre una minoría que participó en las elecciones, hecho también inédito-, Michelle Bachelet, recogiendo las demandas que vinieron de la sociedad expresadas principalmente en las movilizaciones de 2011-2012, se propuso abrir un nuevo ciclo en la política chilena que significara la superación del modelo socio-económico y la institucionalidad política establecidos por la dictadura y parcialmente corregidos por los gobiernos democráticos de centro-izquierda. Este objetivo no se cumplió. La definición precisa de las reformas, más allá de los enunciados generales, fue defectuosa y a veces incoherente al paso que fuertes intereses al interior mismo de la coalición impidieron, por ejemplo en educación, avanzar en una reforma más profunda. En estos años la crisis de la política ha experimentado una fuerte agudización. El curso de las cosas pudo ser distinto: una convocatoria a plebiscito, a partir de una reforma constitucional, al inicio del mandato para resolver la cuestión constitucional habría abierto un proceso diferente. La enorme fuerza que concentraba la figura presidencial no se puso en juego y la gran mayoría electoral y parlamentaria obtenida el 2013 no fue utilizada.

6) Pese a todo se avanzó parcialmente en algunas reformas y la idea genérica de una Nueva Constitución terminó transformándose en un consenso. Aunque no todas las adhesiones sean sinceras es un buen punto de partida para avanzar hacia el establecimiento de una nueva Constitución que dote a Chile de reglas equitativas, no tramposas, legitimadas a través de la soberanía popular. Es un hecho que el gobierno actual dejará la tarea inconclusa. Asegurar y garantizar una Nueva Constitución requiere el concurso de todas las fuerzas políticas, de derecha, centro e izquierda. Pero esta condición no resultará de un proceso natural; debe ser inducido y precipitado. Será tarea prioritaria de las fuerzas progresistas generar los impulsos que permitan desatar este proceso, lo que requiere a la vez la convergencia de todas ellas, de modo de evitar retrocesos y trampas por parte de las fuerzas conservadoras.

La construcción de una correlación de fuerzas favorable al cambio constitucional, requiere de una intensa pedagogía: se trata de explicar cómo ninguno de los problemas más sentidos por la gente puede resolverse en un marco constitucional que consagra la existencia de un Estado débil y centralista y hace de la propiedad el derecho esencial al cual se subordinan todos los demás. Y no hay mejor pedagogía que un proceso de Asamblea Constituyente generado por la vía institucional.

7) La cuestión central que Chile debe resolver es la de la recomposición de su sistema político y de las relaciones entre institucionalidad y partidos por un lado y sociedad por otro lado, que permita la superación del modelo socio-económico y político heredados. Para ello es cierto que se requiere de un pacto republicano entre las todas las fuerzas políticas representativas, pero la condición de existencia de éste es un acuerdo mayoritario entre el conjunto de la izquierda sin exclusiones y las fuerzas progresistas de centro con el fin de evitar que se reproduzcan los vetos y chantajes de los llamados acuerdos de la transición. En la medida en que enfrentamos una ruptura de la relación entre política y sociedad es necesario que los acuerdos entre las fuerzas políticas estén respaldados por la presencia activa de una ciudadanía que vaya más allá de sus demandas puramente particulares por legítimas que sean.

8) Es comúnmente aceptado que en Chile hubo un primer acuerdo que fijó las bases del cambio desde la dictadura a la democracia. En realidad, más que un pacto o consenso nacional fue un acuerdo obligado e impuesto por el poder existente y que hace ya mucho tiempo que cayó en la obsolescencia. Las fuerzas democráticas no debieron aceptar ese pacto. El curso del proceso pudo ser distinto. Fue, por ejemplo, extremadamente grave que las fuerzas políticas que construyeron una gran mayoría, que hizo posible el triunfo del 5 de octubre de 1988, hayan aceptado ser puestas en minoría en el Senado de la República a través de los senadores designados. Se agrega a lo anterior la renuncia a revisar las privatizaciones tal cual se había propuesto en el programa de gobierno de la Concertación. Así, más de una vez, le faltó a la izquierda fuerza y voluntad para impedir acuerdos tan lesivos para los intereses populares. Por su parte, el acuerdo entre las fuerzas mayoritarias de centro e izquierda que permitió avances significativos pero a unos costos, altísimos en cuanto a legitimidad y capacidad de transformación también se agotó. Se requiere, en consecuencia, reconstituir un pacto transformador, enraizado socialmente, por parte de todos los sectores de izquierda, que permita conformar con los sectores progresistas de centro una coalición mayoritaria y un proyecto que lleve a las fuerzas de derecha y conservadoras a aceptar la necesidad de los cambios profundos que el país necesita

9) La tarea es especialmente difícil. Son muchas las oportunidades perdidas y profundas las desconfianzas. Pero no por ello esta deja de ser imprescindible y urgente. El horizonte actual es el de la mediocridad. Mañana puede ser el de procesos de descomposición social, cultural y políticos que hagan imposible una salida democrática, como ya ocurrió dramáticamente en nuestro pasado. Valga también recordar la deriva populista que condujo a la elección del viejo dictador, el General Carlos Ibañez, en 1952 luego de tres consecutivos gobiernos de Frente Popular bajo hegemonía radical. Para los conocedores de la historia, la situación actual presenta inquietantes similitudes con la existente a principios de los 50 del siglo pasado.

10) La elección presidencial del 2017 ofrece una gran oportunidad para instalar el debate sobre un nuevo pacto constitucional. Más aún, estas elecciones debieran ser una suerte de plebiscito respecto de las propuestas de superación de la profunda crisis de las instituciones y de la sociedad. Una posición nítida en torno a la necesidad de un nuevo acuerdo nacional no elitista impulsado por las fuerzas de izquierda con la participación de los sectores de centro progresistas y con efectiva presencia social puede hacer de las elecciones un momento importante de deliberación informada e inteligente que permita avanzar en la reconciliación de la ciudadanía con las instituciones. En ausencia de un debate de este tipo la campaña presidencial se transformará en un proceso tóxico de alto poder destructivo como ya se puede advertir. Con toda seguridad, el gobierno que emane de un proceso con esas características, independientemente de su signo, estará irremediablemente condenado al fracaso.

11) La transformación de las elecciones en una confrontación democrática entre propuestas de resolución de la crisis política para asegurar el cambio del modelo socio-económico requiere de la existencia de un gran bloque transformador sustentado en una alianza entre el centro y la izquierda. Para ello, la izquierda debe resolver al menos tres grandes problemas. El primero es asegurar la convergencia entre todos sus componentes hayan o no estado en las coaliciones hasta ahora existentes. El segundo, asegurar que esta ampliación del espectro de fuerzas políticas corresponda a una ampliación de la base social con nuevos actores sociales y una ciudadanía activa. El tercero, establecer la alianza con los sectores progresistas de centro a través de compromisos públicos explícitos.

12) Las condiciones necesarias no son solo estrictamente políticas. Hay planteada una cuestión aún más trascendental: el reencuentro generacional. La vieja guardia que se enfrentó a la dictadura y protagonizó la transición no puede vivir de la nostalgia. Debe asumir la nueva realidad. Las nuevas generaciones que no vivieron la dictadura con todos sus rigores, que son hijos de una democracia imperfecta que garantiza sin embargo las libertades fundamentales y respeto a los derechos básicos, no pueden actuar como si la historia comenzara con ellas.

13) Hay que superar la división histórica de la izquierda que ha sido nefasta para Chile. La confrontación entre los que pretendían «avanzar sin transar » o por el contrario «consolidar para avanzar » representó una división profunda que afectó gravemente al gobierno del Presidente Allende e impidió la generación de un frente interno unido para enfrentar al imperialismo y las fuerzas reaccionarias que buscaban su derrocamiento. Luego en dictadura se enfrentaron también dos vías, la pacífica de masas y la armada. Esta confrontación produjo altos costos humanos e hizo aún más difícil y limitada la salida de la dictadura. En fin, con la división, protagonizada en primer lugar entre el PS y el PPD y la auto exclusión del PC y de otros sectores de izquierda, las fuerzas de izquierda no alcanzaron la masa crítica necesaria para orientar la transición hacia la superación de la sociedad heredada de la dictadura. En este sentido, la historia reciente es también la historia de la fragmentación de las fuerzas de izquierda. En la actualidad, la emergencia de nuevos movimientos sociales, está haciendo posible la aparición de una nueva izquierda. Se trata sin duda de un hecho positivo. Esta nueva izquierda `puede insuflar nuevas energías, promover debates más profundos y recuperar el sentido del compromiso militante que se ha venido perdiendo en los partidos tradicionales. Una izquierda de ese tipo puede sin dudas ampliar sustancialmente su espacio mediático y parlamentario. Pero, en el contexto actual de división del progresismo sus posibilidades de superar el ámbito testimonial y de llegar a gobernar Chile son más que escasas. Centrar la discusión en los éxitos y méritos de la Concertación y la Nueva Mayoría o en sus fracasos y culpabilidades o buscar el predominio de un sector como condición de los acuerdos, sin mirar a un nuevo proyecto y horizonte común, impedirá la convergencia de las fuerzas de izquierda y condenará todo futuro de ella a la fragmentación y el fracaso.

14) Concretamente, proponemos una convergencia de las fuerzas de izquierda que asuma con resolución el combate por la igualdad que ha constituido la razón de ser de la izquierda tradicional. La lucha contra las desigualdades y los abusos debe ser reforzada. La izquierda transformadora que proponemos debe asumir con la misma fuerza y decisión los nuevos desafíos: el democrático en contra de los residuos autoritarios de la sociedad; el de género en oposición al machismo; el de sustentabilidad en contraposición al productivismo extractivista que por la vía de la depredación agota el medioambiente; el de innovación en contra del arcaísmo y el burocratismo; el de la diversidad en contra de las discriminaciones; el de la solidaridad en contra del imperio unilateral del mercado y el individualismo.

15) En un horizonte previsible la izquierda, por mucho que unifique sus fuerzas, difícilmente conseguirá alcanzar la mayoría. La historia nos enseñó a sangre y fuego que no es posible sustentar transformaciones estructurales profundas sin contar con una sólida mayoría social. En consecuencia la realidad impone una alianza con las fuerzas del centro progresista haciendo de tal alianza una fuerza mayoritaria. Se requiere transitar desde una coalición de centro-izquierda de personalidad anodina a una alianza progresista entre el centro y la izquierda transformadora, en la cual cada fuerza pueda desplegar sus convicciones sin complejos. Hay que construir un nuevo pacto.

16) La vieja Concertación terminó agotando su capacidad de transformación. El bloque de centro – izquierda terminó confundiendo las identidades de cada cual. Fue así como la DC fue perdiendo fuerza por derecha mientras que la izquierda se desangraba por su propio flanco izquierdo. La Concertación dejó de ser mayoría al paso que la derecha superó ampliamente su tercio histórico y el resultado obtenido en el Plebiscito de 1988 hasta transformarse en una opción de mayoría estrecha que permitió en el 2010 la elección de Sebastián Piñera, primer gobernante de derecha electo democráticamente después de más de 50 años. La constitución de la Nueva Mayoría pareció al inicio un intento serio de recomponer un frente más amplio La cuestión clave fue la inclusión del Partido Comunista objeto durante toda la transición de una exclusión vergonzosa. Al poco tiempo, esa mayoría se fue esfumando, en la sociedad y en el Parlamento. La lógica del funcionamiento de la Nueva Mayoría no fue tan distinta de la de antigua Concertación. Los llamados «matices» terminó desfigurando todas y cada una de las grandes reformas que constituyeron las banderas con las que fue electa con una abrumadora mayoría Michelle Bachelet.

17) La arquitectura programática del progresismo reposa al menos sobre los siguientes pilares. Se trata de avanzar hacia: i) una Nueva Constitución con un sistema político representativo legítimo y transparente, transitando hacia un régimen semipresidencial; ii) un Estado a la vez descentralizado, activo, dirigente, promotor del desarrollo y la cohesión social, efectivo garante de la seguridad ciudadana, que reemplace en todos los campos los rasgos subsidiarios del Estado actual y que al mismo tiempo tenga mecanismos fuertes de control por parte de la ciudanía. iii) el predominio de lo público por sobre el interés privado, el dinero y el mercado, respecto de todos los recursos naturales y en todos los campos en que existen derechos como la educación, la salud, la seguridad social y la comunicación lo que exige la construcción de un sistema de medios que por la vía de la regulación y la presencia pública garantice un efectivo pluralismo; iv) estructuras productivas dinámicas orientadas a la generación de un mayor valor agregado sustentado en trabajo decente; v) nuevas regulaciones y medidas redistributivas que disminuyan las formas actuales y futuras de concentración de la riqueza y el poder y aseguren una creciente igualdad vi) la extensión de la protección social a través de derechos garantizados; vii) nuevas libertados como el matrimonio igualitario, el aborto como derecho de las mujeres y la profundización de la igualdad de género; viii) la autonomía e integración regionales, incorporando a nuevos actores como las universidades y las empresas; ix) el reconocimiento de los pueblos originarios y la construcción de un estado plurinacional; x) la conformación de un bloque sudamericano y latinoamericano capaz de insertarse autónomamente en la globalización.

18) Hemos experimentado de manera dramática durante este gobierno que los grandes enunciados son importantes pero insuficientes. Ellos deben ser profundizados hasta llegar a los detalles que pueden hacer toda la diferencia. Asimismo, debe definirse con claridad una estrategia que permita acumular fuerzas, aislando a los opositores más recalcitrantes e incorporando nuevas fuerzas al combate por las grandes reformas. La cuestión de las secuencias es, en este ámbito, crucial. La mala experiencia del gobierno actual en este plano, al no priorizar irrestrictamente la profundización de la educación pública es altamente ilustrativa. El estándar de diseño y ejecución de la política pública ha de ser exigente, riguroso, de excelencia, transparente y abierto a la participación efectiva de la ciudadanía.

19) La convergencia progresista debe asumir con resolución, sin medias tintas, los nuevos dilemas que trae consigo la actual revolución tecnológica. Las condiciones de producción se están modificando radicalmente. Otro tanto acurre con las formas de consumir. La inteligencia concentrada en el software es el factor decisivo. Nuevos desarrollos como la inteligencia artificial y la sociedad digital enfrenta a la humanidad a desafíos gigantescos. Se plantea entonces la pregunta ¿Quién gobierna a quién? Se requiere una acción deliberada para no sucumbir a los efectos perversos que también pueden producir las nuevas tecnologías. Por ejemplo, está demostrado por que de aquí a 10 años habrá desaparecido la mitad de los empleos actualmente existentes. El «big data» está en condiciones de proveer soluciones técnicas prodigiosas y al mismo tiempo de permitir nuevas y peligrosas formas de poder.

20) Los programas no operan en el aire. Se aplican por el contrario en condiciones objetivas que deben ser muy rigurosamente analizadas. Se está configurando una nueva geopolítica a partir de la emergencia del enorme poderío de la China. La potencia norteamericana hasta ahora hegemónica, muestra signos de declinación. Vivimos nuevas confrontaciones que entrañan grandes riesgos. Por su parte la globalización ha sido hasta ahora un dato clave puesto que parecía constituir una tendencia irresistible. Hay, sin embargo, muchos indicios de que ese mundo está dejando de existir siendo reemplazado por otro dominado por el neoproteccionismo y la construcción de grandes bloques más o menos cerrados. Toda la política económica y la política exterior chilena han sido pensados para insertar a Chile en ese mundo así globalizado. No podemos seguir practicando una política que dé la espalda a la realidad. La política basada en los acuerdos de libre comercio pudo ser coherente en la época anterior. Hoy día no lo es porque el mundo en el cual buscaba insertarse está dejando de existir. La vieja aspiración a la integración y conformación de un bloque económico, político y cultural de los países latinoamericanos y sudamericanos está más vigente que nunca. Esta es la única manera de enfrentar una globalización sin reglas con pocos ganadores y muchos perdedores.

21) Hay que asumir que estamos frente a una crisis muy profunda de la izquierda en el mundo. Se trata de una cuestión en extremo compleja. La socialdemocracia europea, cuna del socialismo democrático, no ha sido capaz de enfrentar los cambios de las últimas décadas y parece haberse empantanado en su decadencia. Los llamados gobiernos progresistas que dominaron durante los noventa en Europa, fueron en su mayoría barridos, y aquellos que aún subsisten como el de Francia, están a las puertas de sufrir una derrota histórica. La izquierda clásica se está acabando y terminará en la marginalidad y la irrelevancia si no es capaz de asumir los nuevos desafíos que hemos descrito.

22) América Latina experimentó en la década del 2000 grandes cambios de la mano de gobiernos progresistas que de manera desigual e imperfecta hicieron de la inclusión social su sello característico. Esos gobiernos tuvieron entre otros el enorme mérito de disminuir muy sustancialmente la lacra de la pobreza. Muchos de ellos fallaron en materia de reformas políticas que superaran la dependencia extrema de liderazgos personalizados. Además, no aprovecharon la bonanza de los commodities para a través de una política industrial inteligente diversificar la estructura productiva. Y más allá de la retórica, la integración regional algo avanzó en materia de concertación política pero retrocedió en el ámbito del comercio intrarregional.

23) La izquierda debe renovar su formulación programática, su arsenal teórico y sus formas de organización. La profundización de la democracia, que debe estar en el centro del programa, debiera buscar una politización de la ciudadanía y una ciudadanización de la política. En el plano teórico, hay que rescatar el legado de los clásicos pero al mismo tiempo, someterlo a la crítica formulada por las nuevas corrientes de pensamiento. En el plan organizativo hay que abrir un espacio grande a nuevas formas de militancia como la digital y a las agrupaciones temáticas de manera de complementar la clásica militancia territorial, al mismo tiempo que deben buscarse nuevos arreglos organizacionales que complementen la acción de los partidos.

24) En democracia las elecciones se ganan y también se pierden. Hay que agotar los esfuerzos para ganar. Una victoria efectiva es aquella que permite llevar a la práctica los compromisos que se adquieren. Las convicciones deben llevar la delantera respecto de los intereses. Las encuestas no pueden ser un argumento decisivo.

No hay peor derrota que aquella que suma al fracaso electoral el oportunismo y la renuncia explicita o maquillada a las ideas y valores propios. Es fundamental generar acuerdos, pero sin renuncia a las convicciones que sustentan nuestra identidad.

La próxima elección presidencial ofrece una gran oportunidad para instalar estos debates y superar el distanciamiento de la ciudadanía con la política expresado entre otros aspectos, en los altos niveles de abstención. A los autores de este texto, no mueve la convicción de sean cuales sean las definiciones que se adopten en la izquierda de cara a la elección presidencial, los precandidatos y candidatos(as) deben comprometerse con la reconstrucción del tejido social, la aprobación popular de una Nueva Constitución y la construcción de una gran fuerza progresista que opere como la palanca principal del cambio estructural.

Les pedimos a todos Uds generar las condiciones para este debate, en el marco del proceso electoral actual, y hacer todos los esfuerzos para lograr una convergencia de todas las fuerzas de izquierda para conformar un bloque progresista de centro e izquierda que realice la tarea de superar la sociedad que hemos heredado y nos inserte efectivamente frente a los desafíos de este siglo.

Manuel Antonio Garretón

Carlos Ominami

La nueva vía chilena 4 febrero 2022

A lo largo de su evolución Chile ha protagonizado, para bien o para mal, procesos políticos originales cuyo interés ha desbordado ampliamente sus fronteras. Entre los más recientes: la “revolución en libertad” de Frei Montalva, la “vía chilena al socialismo” de Allende, la “revolución neoliberal” de Pinochet y Friedman, y la “transición pacífica” de Aylwin.

La elección de Gabriel Boric ha suscitado un gran interés internacional. No es casual. Se trata, ni más ni menos, de resolver de manera democrática y progresista un conjunto de graves tensiones que condujeron a un enorme estallido social. En un mundo donde priman las salidas populistas autoritarias de derecha o de izquierda o las transiciones hacia “democracias iliberales”, se busca en Chile por la vía institucional profundizar la democracia y superar el neoliberalismo. En síntesis, una suerte de nueva “vía chilena” hacia algo que necesita una definición precisa, pero que necesariamente combine elementos propios de la socialdemocracia, la ecología y el feminismo.

La vía chilena al socialismo fue derrotada. Fue un intento de transformación social profunda en un contexto de Guerra Fría. El cuadro actual es enteramente distinto. A diferencia de Allende que obtuvo solo un 36% de los votos, Boric ganó con un 56%, lo que le otorga una base de apoyo mucho más amplia. Por otra parte, lo esencial del proyecto pasa por establecer un conjunto de derechos sociales y no por grandes traspasos de propiedad que generan siempre reacciones violentas de parte de los afectados. El proceso actual interviene además en un cuadro internacional, en donde Chile puede mantener una posición de no alineamiento respecto de las grandes potencias y enfrenta un entorno vecinal más favorable.

El proyecto de Boric no es por ello menos ambicioso. Desconstruir la sociedad de mercado a la que condujo el neoliberalismo y avanzar hacia un Estado social democrático de derechos es una tarea de envergadura histórica. Son muchas las condiciones que deben reunirse para asegurar el éxito del proyecto. Por de pronto, transformar una candidatura presidencial exitosa en un liderazgo potente capaz de superar las resistencias que enfrentará el proceso. Gabriel Boric tiene las condiciones para ello. Por otra parte, de la Convención Constitucional debe surgir un marco constitucional que permita la emergencia de una nueva gobernabilidad transformadora y no un simple catálogo de buenas intenciones a imagen de otras constituciones latinoamericanas, prolíferas en declaraciones líricas, pobres en instrumentos para hacerlas realidad.

Como la historia la hacen los pueblos, finalmente la condición fundamental, sine qua non, es la construcción de una fuerza social y política que le dé un sustento sólido al gobierno que comienza y permita proyectar su esfuerzo en el tiempo. De este modo, el cuadro de fragmentación política hoy día predominante debe necesariamente dar lugar a un reordenamiento del cual surjan partidos fuertes capaces de constituir un gran bloque por los cambios.

La nueva imagen internacional de Chile 4 marzo 2022

Chile proyecta al mundo una imagen internacional confusa, constituida por fragmentos que hablan de historias disímiles. Por un lado, la de un pueblo que buscó romper sus cadenas conducido por un Presidente que ante la evidencia de la derrota decide inmolarse. Por otro, la imagen que proyectó por años de un “jaguar” de la economía que, de la mano de los economistas de Chicago, alcanzaría en cuestión de algunas décadas la condición de país desarrollado.

Es una imagen en la que coexistieron durante mucho tiempo la tragedia con la soberbia. El estallido social de octubre de 2019 dejó al desnudo un país atravesado por enormes desigualdades que hicieron colapsar el orden surgido de la transición iniciada en 1990.

Hace ya casi cincuenta años, la “vía chilena al socialismo” fue derrotada por muchas razones, pero hay una principal: su incapacidad para constituirse en un proyecto nacional. La vía propuesta por Allende no consiguió superar la condición de proyecto de clases sustentado por importantes sectores populares pero percibido como un peligro por la mayoría de las capas medias y altas, cuya movilización terminó siendo decisiva para el derrocamiento del gobierno.

La vía que encabeza el Presidente Boric tiene que pensarse y ponerse en práctica como proyecto nacional. La “nueva vía chilena” que se inicia prosperará en la medida en que construya un respaldo mayoritario que la sostenga y garantice, al mismo tiempo que espacios para que la minoría tenga la posibilidad de desarrollarse y hacer posible la alternancia.

La simultaneidad de la instalación del nuevo gobierno con el proceso constituyente es una enorme oportunidad para el éxito de la “nueva vía chilena”. Una nueva Constitución que establezca reglas que favorezcan la inclusión y la participación es el espacio más apropiado para sustentar un proyecto nacional. El texto que se someta al plebiscito de salida en los próximos meses debe, sin embargo, ser aprobado por una mayoría significativa que no deje dudas respecto de su legitimidad. En una sociedad como la chilena hay infinidad de causas legítimas, muchas cuya solución genera consensos amplios, y otras que son motivo todavía de arduas disputas. La nueva Constitución no puede ser la portadora de todas las soluciones. Basta con que provea a unos y otros del espacio y los instrumentos que permitan resolver progresivamente los conflictos mediante el normal funcionamiento de las instituciones que ella cree.

La responsabilidad de los convencionales es enorme. Muchos, de hecho la mayoría, fueron electos sobre la base de compromisos específicos respecto de ciertas causas y reivindicaciones. No se le puede pedir a nadie que renuncie a impulsar las causas que estima justas. Se les puede sí pedir que no impongan signos identitarios que resultan violentos para sectores que deben sentir que la nueva Constitución es efectivamente la casa común.

Si la Convención actúa de acuerdo a estos criterios, hará una tremenda contribución al éxito de la nueva vía chilena y a la proyección de una nueva imagen del país.

 

Pena y rabia por el Instituto Nacional 6 agosto 2022

Pena porque el Instituto Nacional (IN), la catedral del mérito, el que hacía realidad la esperanza de un joven humilde y de su familia de progresar en la vida , el espacio donde estudiantes de hogares pobres podían convivir con hijos de profesionales o de empresarios exitosos, está agonizando, si es que no está ya muerto. Luego de dos años de suspensión de clases presenciales, mientras los otros establecimientos volvieron a la normalidad, el Instituto ha debido nuevamente suspender las clases presenciales porque en su interior un grupo, con toda seguridad minoritario, ha hecho de la violencia y el vandalismo su instrumento de lucha.

Los intentos de muchos estudiantes, profesores y apoderados por recuperar una cierta normalidad han sido vanos. El grupo de los violentos que digamoslo, cuenta con apoyo y complicidades externas y también de algunos profesores y apoderados, ha impuesto su ley, escondidos en overoles blancos para no dar la cara. Desgraciadamente, la tardía incorporación femenina, 500 mujeres sobre un total de 4000 alumnos, no consiguió revertir la situación. Más aún, algunas que intentaron oponerse a los violentos terminaron siendo ellas las golpeadas.

El Instituto, al cual miles se disputaban por entrar, el Instituto que hacía honor a su lema de “labor omnia vincit”, el “primer foco de luz de la Nación”, el que competía mano a mano y le ganaba a “los idiotas del Verbo Divino” según la expresión de un ex ministro de Educación para referirse a los alumnos de los colegios particulares pagados, la cuna de Presidentes y grandes servidores del Estado, ese ya no existe. En la actualidad sobran las vacantes y ha desaparecido completamente de los ranking de excelencia académica.

Tengo también rabia porque este estado de cosas no es herencia de la dictadura, sino responsabilidad directa de la democracia. Más allá de esfuerzos destacables pero aislados, el Instituto no pudo contar nunca con el apoyo que requería. Su infraestructura sigue siendo precaria pero sobretodo su papel como el gran liceo de la República fue sistemáticamente desconocido. La guinda de la torta fue la reforma impuesta por autoridades todas educadas en colegios particulares pagados que le impidieron seguir practicando una selección por mérito bajo el pretexto de la democratización del acceso. La tómbola que se propuso como medio de selección ni siquiera ha debido ser utilizada. No hay en la actualidad suficientes alumnos para llenar las vacantes ofrecidas.

El resultado final no podría ser más lamentable. En el listado de los mejores colegios no figura ninguno público, lo que acentúa una tendencia que se venía manifestando con anterioridad : la predominancia total y absoluta de los colegios particulares pagados (7% del total de la matrícula) en la composición de la elite gobernante del país con todos los efectos que eso implica en materia de exclusión social y concentración del poder.

La pandemia neoliberal 19 agosto 2022

Es el título muy bien escogido del último libro de Ricardo Ffrench-Davis (Ed. Taurus). Lectura obligada para todos los que quieran tener una visión menos prejuiciada de la evolución de la economía chilena en los últimos 50 años.

El neoliberalismo, bajo apariencia de conocimiento científico, de verdad revelada, de pensamiento único asumido acríticamente en universidades y medios especializados tuvo, como lo demuestra Ffrench-Davis, resultados menos que mediocres. En efecto, la tasa de crecimiento para los largos 17 años de dictadura no supera en promedio anual el 3%, el que se compara muy desfavorablemente con los primeros 17 años de transición democrática que alcanzan un promedio anual cercano al doble (5,6%).

El neoliberalismo fue una pandemia que causó estragos porque en su fundamentalismo de mercado y su prédica sistemática en contra del Estado impidió que Chile se dotara de una estrategia de desarrollo que hiciera posible una transformación progresiva de la matriz productiva. Así, no obstante los esfuerzos para avanzar en los inicios de la transición hacia “una segunda fase en nuestro desarrollo exportador”, lo cierto es que a pesar de algunos avances importantes como el de la industria vitivinícola o la salmonera nuestra estructura de exportación continúa concentrada en “piedras, palos y frutas” como un tanto despectivamente la caracterizó el ex economista jefe del BID Ricardo Haussman.

Las propuestas de Ffrench-Davis son extraordinariamente pertinentes a la realidad actual. Es un hecho que desde finales de los 90 la economía chilena viene perdiendo dinamismo (7,1% anual en los 90, contra 1,9% en 2014-2019) y que la productividad se ha estancado.

Es preciso poner la transformación de la matriz productiva en el centro del debate económico, hoy día concentrado en la coyuntura de muy corto plazo y la reforma tributaria. Como propone Ffrench-Davis, hay que avanzar en: el financiamiento con capital de riesgo y crédito de largo plazo a favor de las Pymes; un plan nacional de capacitación; un programa de infraestructura de banda ancha que facilite la digitalización de las empresas; la incorporación de nuevos rubros exportables y el desarrollo de una estrategia de clusters en torno a las exportaciones principales; en fin, la creación de una banca de desarrollo que amplíe sustancialmente la escala y la cobertura de las acciones que actualmente ejecutan Corfo y Banestado. La cuestión compleja y delicada de orientar una parte de los fondos previsionales a la sustentación del esfuerzo de desarrollo debe ser abordada con el rigor que merece.

Todo lo anterior pasa por afirmar una voluntad de desarrollo que abra un espacio efectivo a una mirada de más largo plazo, permita una concertación fina de los diversos actores y la generación de una institucionalidad pública para el desarrollo dotada de tantas capacidades como tiene Hacienda para garantizar disciplina fiscal o el Banco Central para controlar la inflación.

Chile 21 Carlos Ominami 17 abril, 2015

La Fundación Chile 21 cumple 20 años. No es poco. La gran mayoría de los centros de pensamiento que venían de antes, o se constituyeron durante este período, ya no existen.

Chile 21 es hoy el centro de pensamiento progresista más consolidado y reconocido del país. La solidez de sus contribuciones y su capacidad de convocatoria son valorados nacional e internacionalmente. Chile 21 ocupa una destacada posición en los rankings internacionales correspondientes. La lista de figuras internacionales que han pasado por Chile 21 es interminable (incluye presidentes, primeros ministros y premios Nobel).

Chile 21 es miembro activo de redes internacionales junto a otras prestigiosas fundaciones progresistas como la Friedrich Ebert Stiftung de Alemania, Jean Jaurès de Francia o Perseu Abramo de Brasil.

Es bien conocido el trabajo que realizó Chile 21 -desde su creación en 1994- en la preparación del proyecto político que culminó en la elección de Ricardo Lagos. No es un detalle que haya sido desde Chile21 que éste saliera para asumir la Presidencia de Chile. Muchas de las ideas que alimentaron su campaña y su acción gubernamental fueron el resultado del trabajo que se desarrolló en la Fundación durante esos años.

Chile 21 jugó también un papel relevante en las definiciones programáticas del primer gobierno de Michelle Bachelet. La  protección social -concepto clave de su acción gubernamental- fue una contribución que resultó en medida muy importante de los trabajos realizados por la fundación durante esos años.

Durante el gobierno del Presidente Piñera, Chile 21 participó de diferentes iniciativas de carácter nacional. Especialmente reconocido fue el Diálogo chileno peruano: Pensando el futuro. En un momento delicado para ambos países, éste contribuyó a crear un clima que permitió que el diferendo se mantuviera en la vía jurídica, que las fuerzas políticas de uno y otro lado se comprometieran a respetar el veredicto y que surgiera una agenda de futuro en torno a la cual conducir las relaciones entre ambas naciones.

Asimismo, desde el 2010 Chile 21 orientó su trabajo en torno a cuestiones que terminaron siendo esenciales en las definiciones programáticas del actual gobierno. Este es el caso de la reforma tributaria, la necesidad de una nueva Constitución y de una rearticulación de fuerzas capaces de superar la antigua Concertación.

Chile 21 se inscribe de manera explícita en el campo de las fuerzas progresistas. Lo hace en un plano de total autonomía de los gobiernos y de los partidos políticos. No recibe ningún tipo de subsidio público, y por tanto, su existencia depende de manera decisiva del financiamiento privado. Sin él, Chile 21 no podría existir.

Chile 21 no participa como institución de campañas políticas y no ejerce actividad de lobby o gestión de intereses privados. Las opiniones institucionales de la fundación, así como de sus miembros, son autónomas y no responden a los intereses específicos de sus suscriptores. Y ellos lo saben. La autonomía para actuar de acuerdo a convicciones es su principal activo y lo defenderá a brazo partido. (La Tercera)

Plebiscito ahora Carlos Ominami 29 mayo, 2015

Se cumplirán -el 20 de julio- dos años desde el lanzamiento del “Manifiesto Plebiscito para una nueva Constitución”. Su presentación se hizo en el lugar más simbólico de la República: el Salón de Honor del Congreso Nacional en Santiago. Allí juraron presidentes tan emblemáticos como Arturo Alessandri Palma, Pedro Aguirre Cerda, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, y se resolvieron cuestiones cruciales como la nacionalización del cobre.

Fue una manifestación de la sociedad civil que interpelaba al mundo político. Intervinieron en la presentación figuras representativas de diferentes ámbitos del quehacer nacional como Raúl Zurita, el Obispo de Aysén Luis Infanti, Manuel Antonio Garretón, Fernando Atria, Gabriel Boric, Camila Vallejo, Raúl de la Puente, Elisa Loncón, Javiera Olivares, Jaime Parada, Edgardo Condeza, Patricio Rodrigo y Ana María Gazmuri.

En el manifiesto se planteó que “es tarea de las actuales generaciones refundar la República sobre la base de una Carta Fundamental fruto de un imprescindible proceso constituyente”.

La necesidad de una nueva Constitución fue asumida por la gran mayoría de las candidaturas que compitieron el 2013. Más aún, la idea de proceso constituyente ha sido recogida recientemente por la Presidenta Bachelet. Existe en la actualidad un debate respecto de las formas que debiera asumir este proceso. Urgen ahora definiciones más precisas.

El manifiesto propone una secuencia que es la que mejor responde a la necesidad de contar con un mecanismo participativo e institucional. El punto de inicio es una reforma a la Constitución que habilite a la Presidenta para convocar a un plebiscito que se pronuncie sobre la necesidad de una nueva Carta Fundamental y el mecanismo para producirla.

Evidentemente, un eventual rechazo a la idea de nueva Constitución significaría el término del proceso. La actual Carta Fundamental adquiriría la legitimidad de la cual carece. Por el contrario, aprobada la idea de una nueva, el plebiscito entrega la respuesta sobre el mecanismo. Cualquiera que éste sea, es el Congreso el que mediante una ley deberá normar el funcionamiento del procedimiento acordado. Una vez elaborada una propuesta del nuevo texto constitucional, ésta deberá ser nuevamente plebiscitada.

Esta secuencia es participativa y democrática. Es también institucional. Es el Parlamento el que debe votar la reforma constitucional y es este también el que debe normar, mediante ley, el funcionamiento del mecanismo aprobado.

El debate así abierto permitiría darle al sistema político una legitimidad imprescindible para restablecer la confianza en las instituciones. De esta forma se repararía la falla que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia republicana: la inexistencia de un sistema de reglas libre de los golpes de fuerza que impusieron las constituciones de 1833, 1925 y 1980.

El Parlamento discute en estos días una iniciativa de reforma constitucional sobre plebiscito presentada por más de cincuenta diputados. Su aprobación sería un paso importante para trasladar a la ciudadanía el poder de debatir y resolver sobre una cuestión tan trascendental.

Etiqueta:
No hay comentarios

Sorry, the comment form is closed at this time.