22 Ene Marcela Rios Tobar
Datos Personales
Marcela Alejandra Rios Tobar (1966) socióloga de la Universidad de York, Canadá, país al que llegóa los 14 años por el exilio de su familia; doctora y agister en Ciencia política de la Universidad de Wisconsin-Madison en EEUU, y master en Ciencias Sociales de la FLACSO. Fue vicepresidene de Comunidad Mujer, directora de Espacio Público y docente de las universidades de Chile, Santiago y Diego Portales.
«Nací en la población Santa Adriana y me crié hasta los dos años en la casa de mi abuela, en la comuna de Lo Esepjo. Luego con mis papás nos fuimos a la población Sana Olga,. Con el golpe militar nos mudams a La Florida y estudié en un liceo comercial en el paradero 23 de Sana Rosa.
Mi papa era jefe de bodega y un militante cristiano de base en el MAPU. Después del golpe nunca más consiguió trabajo. Estuvo detenido porque era presidente de la junta de vecinos y de la JAP. Eran muy cercanos con Pierre Dubois; consctruyeron juntos la iglesia de Santa Olga. Fue gracias a su gestión con unas religiosas canadienses, que nos ayudaron a partir a su país como refugiados.
Fue la primera generación de su familia con estudios superiores.
«Mi mamá llegó hasta quinto básico. erminó el liceo y la segundaria en una escuela técnica en Canada. Luego aprendió peluqiería y se dedicó a eso hasa que se jubiló. Mi Papá terminó la secundaria en un liceo nocturno». La Segunda, 1 julio 2022
Fuentes
La futura ministra de Justicia, Marcela Ríos, tuvo una experiencia en Canadá. El 14 de febrero de 1981 fue el día en que Ríos y su familia se fueron de Chile. Querían dejar atrás los años de miedo, tristezas y pobreza que vivieron con la dictadura y, sin saber lo que les esperaba, viajaron más de 10 mil kilómetros para buscar una nueva vida.
En Santiago vivían en la población Santa Olga, en Lo Espejo, y en los años de Allende su padre era presidente de la Junta de Vecinos y de la JAP, la unidad local que administraba alimentos entre los vecinos. Eso le traería consecuencias durante ocho años.
“Después del golpe, estuvo preso un rato y nunca más pudo encontrar trabajo, por lo que decidimos irnos de Chile por una mezcla de persecución y una situación económica desmejorada”, relata Ríos. El viaje lo lograron gracias a un programa de refugiados que tenía el gobierno canadiense y a la ayuda de unas monjas.
A Canadá, Marcela Ríos llegó con 13 años. El gobierno los aceptó y los envió a Saskatoon, una ciudad de la provincia de Saskatchewan, que tenía 200 mil habitantes. Ahí también había otras 200 o 300 familias de chilenos, con quienes su familia forjó lazos.
Ingresó a un colegio sin saber hablar inglés, pero en septiembre ya estaba cursando su enseñanza regular. Pero pronto también empezó a trabajar como mesera en un mall y en una fábrica de costuras, algo que allá es común entre los adolescentes. Desde ahí en adelante, a los 15 años, no ha parado de trabajar.
También se involucró con la comunidad chilena. “Participé en grupos folclóricos y hacíamos clases de español para que a los niños más chicos no se les olvidara el idioma. Incluso, había gente de mi edad, que se había ido a Canadá muy chica, por lo que hablaban mal español”, recuerda.
Luego se trasladó a Toronto, a estudiar un bachillerato sobre Sociología y Estudios Latinoamericanos y del Caribe en la Universidad de York, para luego trasladarse a México, en 1992, a cursar una maestría en Ciencias Sociales en la Flacso.
Marcela Ríos, la ministra que nunca fue-Rafael Gumucio 7 enero, 2023
Cualquier cosa que se pueda decir sobre Marcela Ríos, ministra de Justicia, es una injusticia. Es imposible decir que ha hecho bien su trabajo. Pero casi todo lo que ha hecho mal no lo ha decidido ella, ni dirigido, ni controlado tampoco.
Marcela Ríos como ministra de Justicia es ante todo un desperdicio. Posgraduada en Estados Unidos, politóloga infaltable en todos los copuchentos WhatsApp de politólogos, número puesto en comisiones de estudio de los más diversos temas, toda una vida en distintas organizaciones en Naciones Unidas, nació para ser la jefe de estudios del gobierno o estar en algún lugar del segundo piso donde se pondere la información.
Feminista convencida y convincente, parte infaltable del directorio de Comunidad Mujer, habría sido también una regia ministra de la mujer, una de seguro mucho más convocante y popular que la actual. También habría sido, con sus variados estudios en la materia, una buena ministra de Desarrollo Social. Al menos una ministra mucho menos joven y alocada que el ministro actual.
En muchas otras tareas gubernamentales Marcela Ríos habría brillado con luz propia, pero no en todas. Es evidente que Marcela Ríos no está hecha para ser ministra de minería, de Deportes, de Ciencia y mucho menos, claro de Justicia.
Marcela Ríos no es abogada en un ministerio que hace de puente entre los tribunales de justicia y el gobierno. No soy de los que creen que todos los ministros de salud tienen que ser doctores, o los de educación profesores, o menos que los de cultura deban ser ex actores de telenovelas. Pero es evidente que él que no es parte de los gremios con los que debes conversar, debe compensar esta falta con una habilidad política que les permita, como a cualquier buen político, entender lo que no entiende, y ver lo que de demasiado cerca no se ve.
Marcela Ríos no solo carece de esta experiencia política, sino que pasó los años en que podría haberla adquirido, estudiando la política científicamente. Años de cuadros estadísticos, de estudios cualitativos y de bibliografía preferentemente en inglés, datos y data que es una forma como otra de ahogar la intuición, que es la base sobre la que cualquier buena política fundamenta su actuar.
Y claro hay buenos comentaristas futbolísticos que fueron buenos jugadores en su tiempo. Aunque lo contrario es casi imposible. Cuando se habla de la “falta de calle”, no se habla de saberse de memoria el precio del transporte público o el kilo de pan, sino justamente de ese prurito de objetividad, ese respaldo en cifras y metodología, que permiten hablar de tu país y tu sociedad como si se tratara de un Conejillo de Indias en el que no tendrías arte y parte.
Es lo mismo que se le critica a los “ñuñoínos”, la sensación de que los habitantes de esa comuna mental viven muy lejos, en un Uruguay que estuviera a tres kilómetros de Londres en que se suspira por lo mal que esta “este país” alias “Chilito”. Un extraño país improbable ordenado y limpio que creyó que el 18 de octubre de 2019 no solo era la culminación del malestar que llevaban años diagnosticando, sino la búsqueda de un nuevo trato, el comienzo de una revolución “rizomática”, la bendita purificación por el fuego de nuestras impurezas de la transición.
A la postre ese análisis condescendiente que no quiso ver que era el museo Violeta Parra lo que quemaban tres veces. La idea peregrina que esto era una continuación de la UP cuando era justo su negación. Es el error central de los indultos de fin de año que se han convertido en la pesadilla de la ministra Ríos. Pesadilla a la que se suma que el Presidente haya cuestionado una sentencia de la Corte Suprema misma. Una defensa, la del Presidente, que no solo necesita a alguien que haya estudiado derecho, sino uno de esos abogados tiburones que sacan a los narcos o los coludidos de la cárcel con felicitaciones de los tribunales.
Las monarquistas creemos en los indultos porque creemos que el monarca representa la justicia de Dios, o de los Dioses, una justicia que es superior a la de los hombres. Pero lo cierto es que los presos del estallido atentaron contra la democracia de todos, por los que deberían ser los últimos en poder ser indultados. Por lo demás merecían la cárcel solo por tontos, por no ser capaz de darse cuenta de que un soldado sin generales está condenado a perder siempre la batalla.
¿Qué hace la ministra Ríos ante la impulsividad de un Presidente que no entiende que no se puede regalar lo que no se tiene, es decir en su caso popularidad, autoridad, cariño popular? Porque la inflación, la falta de control migratorio, la guerra en Ucrania, la inseguridad, son todas cosas heredadas, pero poner una ministra de Justicia que no es abogada, es cosa suya y solo suya. Una idea fantasiosa e inútil que se hace más inexplicable si se piensa que es eso lo único que el Presidente ha estudiado: Derecho en la facultad ídem de la Universidad de Chile. Lugar donde debió conocer abogados capaces para el puesto.
No se tituló Gabriel Boric. No fue abogado y quizás piensa que los que sí llegaron a serlo son los que están equivocados. O aprendió de su contacto a odiar sus leguleyadas, a despreciar su soberbia, y desafiar sus sentencias. Poner una ministra de Justicia que no pasó nunca por las clases de Derecho Penal y Derecho Romano, puede ser parte de esa venganza inconsciente. Los caminos del subconsciente son impenetrables.
Sea cual sea la razón por la que este aprendiz de abogados ha decidido enfrentarse a los magistrados, el resultado no puede ser más que desastroso para todas las partes en conflicto. Empezando por la pobre ministra injustamente a cargo de un ministerio que no le queda ni grande ni chico, sino lejos, muy lejos. (Ex Ante)
Rafael Gumucio
Trayectoria Política
Marcela Rios Tobar (1966) militante de Convergencia Social, fue directiva del progrma de las Naciones Unidad par ael Desarrollo (PNUD).
«El diseño electoral no es inocuo en términos de las oportunidades para las mujeres. Los sitemas mayoritarios, donde se elige un solo cargo, históricamene y en distintos países, muestran que es donde más resistencia tienen los partidos a nominar mujeres» (1)
(1) El Mercuro, julio 2016.
Bibliografia
«Mujerez e igualdad: la promesa pendiente» en «El Chile que se viene» (2011): «¿Quién podría dudar lo mucho que se ha transformado nuestro pais en las últimas décadas? El crecimiento económico y la gestión del Estado han permitido que chielnos y chilenas mejorn sus condiciones dy sus oportunidades para construir sus vidas, a partir de sus capacidades y expectativas, no condicionadas por circunstancias al nacer. Cada vez más los individuos se conciben a si mismos como sujetos de derechos. Estas transformaciones han puesto a Chile en la mira dle mundo, mostrando a menudo esa trayetoria como un ejemplo a seguir por otros países del sur que buscan avanar hacia el desarrollo. El crecimiento y la prosperidad general esconden, sin embargo, la permanencia de desigualdades profunds que evidencian que el bienestar y las oportunidades no han alcanzado en forma equitativa a todos… la desigualdad entre mujeres y hombres es uno de los clivajes subterraneos que ha permanecido escondido bajo la superficie del crecimiento y el bienestar. Mas aún, la mantención de la subordinació de las mujeres en la sociedad chilena ha contribuido a reproducir otras desigualdades e imide en la práctica promver un proceso de desarrollo sustentado en la igualdad… en Chile se ha avanzado en disminuir grados de discriinación y aumentar oportunidades para las mujeres