García Reyes Antonio (1817-1855) hijo de Antonio García de Haro (+1867), español, militar el ejército realista, regresa a Chile en 1843 y se dedica a la agricultura, y Tadea Reyes Saravia;

casado con Teresa Reyes Pérez-Cotapos, apoya manifiesto por cementerios católicos 1883, h. Ignacio Reyes Saravia.

García Reyes Luis, abogado, conv. Coalición en 1896, gobernador interino de Antofagasta cm Elcira Salinas de la Lastra

García Reyes Camilo (+1909) abogado, conv. P. Conservador cm Julia Rozas Pinto h. Ramón Rozas Mendiburu

García Reyes Salvador cm Carolina Cordovez Aguirre, h. Simón Cordovez Moure (1832-1901) colombiano, “distinguido educador”, abogado, juez,  y Carolina Aguirre Rivera

García Reyes Teresa cm Carlos Alcalde Reyes (1846)

García Reyes Sara, muerta párvula

[1] ORADORES página 61.

REH 30 p. 220.

(1) DIC_FIG tomo III página 290

García Reyes Antonio (1817-1855) [1] abogado en 1841, periodista, pelucón moderado (“suya es la redacción del tratado de Purapel, firmado después de Loncomilla, en cuya acción participó como secretario del general Bulnes” (1)), funda la Gaceta de loa Tribunales en 1841; miembro de la Facultad de Humanidades; diputado 1843, 1846 (en la discusión de la ley de imprenta ‘defendía las libertades públicas y conmovía con sus discursos a la sala’), diputado 1849 (cuando se discutía la nulidad de las elecciones de diputados de San Felipe afirmaba: ‘yo no soy si no representante de un gran número de ciudadanos vejados y contrariados en sus derechos y garantías’)  diputado 1855, Ministro de Hacienda 1949-1850, fiscal interino de la Corte Suprema 1850, embajador en EE.UU. 1855, participó en la redacción de diversos códigos. “El talento, el patriotismo, la laboriosidad, la honradez fueron los precioso adornos de su vida… nunca hubiera querido el triunfo de su causa a costa del desprestigio de sus adversarios”

[1] ORADORES página 61.

Revista de Estudios Históricos 30 página 220.

(1) DIC_FIG tomo III página 290

«El talento, el patriotismo, la laboriosidad, la honradez fueron los preciosos adornos de su vida… empezó a brillar como orador en la legislatura de 1846 cuando la discusión de nuestra actual ley de imprenta. Con entusiasmo, con calor defendía las libertades públicas y conmovía con sus discursos a la sala… en la época aciaga de elecciones, he visto allí hombre que estaban hirviendo de indignación por la multitud inmensa de atentados que se había cometido:… se trata de una cuestión en que van a salvarse los derechos sagrados de un pueblo burlado en el uso de sus libertades… el verdadero respeto a los principios está en los hechos, en la práctica, en los acontecimientos,… para mi, señor, no hay partido, sino el de la razón y el de la justicia…» (Oradores chilenos: retratos parlamentarios, 1860)