Jaime García Covarrubias

Biografía Personal

Jaime Guillermo Garcia Covarrubias, nacido el 20 de octubre de 1947, hijo de Jaime Garcia Prieto y Maria de la Paz Covarrubias Cardemil (1); militar, doctor en Ciencias Políticas y Sociología.

(1) Certificado de naciomiento, número 1.527 de 1947 de El Puerto

Descendencia

Fuentes

Familia

¿Una socialdemocracia de derecha? 25 septiembre, 2020

Recientemente Joaquin Lavin, reconocido exponente de la derecha chilena se mostró abierto, ante un eventual gobierno, a entenderse o aliarse con sectores socialdemócratas. Esta declaración, por supuesto, provocó reacciones de lado y lado ya que pareciera inaceptable para la política nacional un “exabrupto” dirigido a romper el estructuralismo propio de muchos años de política anclada en fetiches ideológicos, relatos anquilosados, determinismos históricos y reticencia de abandonar los reductos ya conocidos.

Hace ya 20 años, el politólogo de origen polaco Zygmunt Bauman publicó el libro titulado “Modernidad Liquida” donde da cuenta, a través de esta metáfora, del fenómeno en el cual las estructuras tradicionales de gran solidez y envergadura valórica e ideológica, son superadas por un espíritu y un accionar que no se fija al espacio, ni se amarra al tiempo y que es capaz de disolver hasta lo que se ha considerado como sagrado.

Uno de los aspectos llamativos de esta novedosa situación liquida es que las creencias, valores e ideologías se han descontextualizados y desarraigados siendo su reconstrucción imposible porque el lugar y tiempo en que fueron construidos ya no existe.

El debate politico actual no logra asumir el cambio inminente que se está produciendo y solo se centra en el liberalismo o en la socialdemocracia como únicas instancias de proyecto económico, cada cual en su extremo recelosa de su contraparte. La socialdemocracia con su impronta de izquierda, nacida como producto de la revolución industrial en la Europa del siglo XIX y sujeta al desprecio por parte del marxismo ortodoxo. El neoliberalismo como una especie de subproducto del liberalismo clásico, obedeciendo a un estereotipo ya que es una propuesta de Alexander Rustov, economista alemán que en sus orígenes (1938) no tuvo la interpretación que se le concede hoy.   Estas definiciones extremas, corresponden a una sociedad solida ya que al final de cuenta en su extrema liquidez tanto la socialdemocracia como el liberalismo están en un mismo eje. La social democracia, se apoya en la economía libre para generar y solo se diferencia que interviene, encauza, canaliza y orienta con mayor animo el clásico “goteo” propio del discurso liberal.

Hay que reconocer que es difícil, estando en la trinchera política ilustrarse en la “episteme” o conocimiento, que nos va indicando hacia donde se dirige la sociedad y sus instituciones. En la política del día a día la síntesis es mas importante que el análisis, no habiendo tiempo para detenerse a pensar porque se hace lo que hace y si hay alguna justificación teórica.  La necesidad implacable de tener que ganar la elección no da tiempo para disquisiciones de filosofía política.

La reconocida filosofa y cientista política belga Chantal Mouffe, muy influyente en Podemos en España y en sectores del Frente Amplio en Chile declaro “los partidos socialdemócratas y los de centroderecha ya no se distinguen, porque ambos asumen que no hay alternativa a la globalización neoliberal”, agregando la politóloga, “un gobierno de centro izquierda puede manejar un poquito más humana, con algo mas de redistribución, la situación creada por la dominación del capital financiero. Así los ciudadanos, cuando van a votar, no tienen una voz real: la soberanía popular no se puede ejercer por falta de alternativas” (Diario la Tercera, 26 octubre 2019). Para Mouffe, la tercera vía se confundió con el liberalismo clásico, adjudicando a Tony Blair esta responsabilidad. Es verdad, lo que señala, pero cual es la mejor solución para el desarrollo cuando ella expresa, en la misma entrevista, que el error del socialismo chavista del Siglo XXI fue invertir todo en “redistribución” sin prever que en algún momento bajaría el precio del petróleo. Lo concreto, es que Venezuela quedo destruida económicamente.

Así las cosas, en la etapa política en que vivimos, ya advertida por Bauman, el liberalismo puede devenir en socialdemocracia y, ésta última en liberalismo. ¿Por qué? Simplemente porqué las ideologías clásicas se baten en retirada y han muerto, abriéndose las fronteras ideológicas. Todo lo que viene en política será nuevo y desgraciadamente muchos no se han enterado.

Las protestas sociales, más allá del aprovechamiento que se le quiera dar, representan una reacción a una determinada forma de hacer política que no representa a las nuevas generaciones estén donde estén ubicadas en el clásico espectro. El que se vayan todos es un llamado a flexibilizar mentes y criterios, para entender, alguna vez por todas, que son los ciudadanos los que “ponen la música”.

A diario vemos que los “trazados que los políticos hacen en su pizarra no coinciden necesariamente con la realidad”.

En respuesta al titulo de estas líneas, diríamos que no habrá socialdemocracia en lo que aún se conoce por derecha, lo que si habrá una es una síntesis de liberalismo y socialdemocracia, lo que identificara al ansiado centro politico.

Los chinos, con su sabiduría histórica que le dan los años y el recorrido en el planeta, percibieron el mejor camino y adaptaron su discurso.

Lo grave es que no se puede proyectar el futuro cuando no se tiene una comprensión del presente. Hay que entender que los procesos no son automáticos. Por ejemplo, el deterioro del eje derecha – izquierda viene desde hace años porque ha ido perdiendo sustento y cada vez se afirma más en el pasado que en el futuro.

En Chile, la realidad es que tanto la izquierda como la derecha se definen mas por su pasado que por su futuro. Parafraseando a Borges, nuestros partidos políticos” tienen todo el pasado por delante”. (Red NP)

Jaime Garcia Covarrubias

Trayectoria Política

García Covarrubias Jaime (1947) militar, subsecretario general de Gobierno, profesor de Asuntos de Seguridad Nacional del Centro de Estudios Hemisféricos para la Defensa de Estados Unidos

“Visto lo dispuesto en los artículo 274 y 276 del Código de Procedimiento Penal, se declara que se somete a proceso a Jaime Guillermo García Covarrubias en calidad de autor del delito de secuestro calificado en perjuicio de Jaime Emilio Eltit Spielmann, perpetrado a contar del 13 de septiembre de 1973” Alejandro Madrid Croaré, Ministro de Fuero, 30 junio 2014

«A propósito de EEUU» carta El Mercurio, 11 noviembre 2016: «¿no será que el discurso ‘políticamente correcto’ en la sociedad occidental está provocando el fenómeno del voto oculto? ¿será que el discurso ‘políticamente correcto’ es un relato impuesto por medio del cual se intenta ejercer un dominio en la sociedad?… lo mas delicado de esta situación es que estamos formando una sociedad hipócrita, donde la franqueza se va a constituir en un bien cada vez mas escaso»

Bibliografia

Otras publicaciones

La simpleza es la que mejor explica las cosas Si se comee un acto violento contra terceros o bienes, luego se asume y además se deja panfleto para lucirlo, es terrorismo. Con eso basta. La Segunda, carta, 25 mayo 2022

«Considerando que en la macrozona sur operan grupos con armas de guerra y métodos militares, y que no se encuentra conveniente el empleo de las FFAA, en su contra, pareciera que no es muy racional disoler a Carabineros o convertirlo en una policia civil de caracter urbano» cart 26 mayo 2022

Mejorando los debates: una opinión 13 agosto, 2022

Los ciudadanos y ciudadanas de los tiempos que se viven, son mucho mas informados y críticos que antaño. La razón principal es el mayor acceso a la educación, la profusión de medios de información y los medios tecnológicos de difusión al alcance de la gran mayoría.

Actualmente, estamos en una época de debates y entrevistas televisivas y de radio, donde día a día aparecen políticos, analistas, periodistas, académicos u opinantes interesados en los que ocurre, que nos dan pautas de cómo funcionan las cosas. Ellos, para bien o para mal, son los que marcan la diferencia entre la opinión pública y la opinión “publicada”.

La opinión publica es la que las personas comunes construyen a partir de sus vivencias y experiencias en el diario vivir. Esas opiniones podrán tener discordancias entre sectores pero también ejes que serán compartidos por una mayoría, En cambio, la opinión “publicada” es una construcción interesada o no, de solo partes de la opinión de la masa, para ser difundida por los medios de información. Por tanto, es una selección que se hace  `motivada por algún interés subyacente.

Lo importante en una sociedad es que la opinión publicada sea lo mas cercana a la opinión publica, ya que de esa forma los medios cumplirán en mejor forma y de manera mas independiente su importante labor. Esta tarea, no es solo de los profesionales de la prensa, sino que también de destacadas personalidades de distintos ámbitos que participan en debates, columnas de opinión, comentarios y análisis.

En este ámbito, los que ciudadanos y ciudadanas esperamos  que estos debates sean entretenidos, ágiles y muy substanciosos, dotados de un lenguaje directo, simple, un idioma bien hablado y una estructuración lógica de ideas que haga entender de inmediato el mensaje,  no exigiendo demasiado a quien lo recibe y lo exceptué de quedar cavilando sobre “lo que se quiso decir”. Pese a ello, somos testigos de que mas bien proliferan los oxímorón, tautología aburridoras, frases hechas, lugares comunes y uso indebido del “hubieron” y “han” habido”.

Se suma, que en varias oportunidades en estos encuentros los periodistas o moderadores se transforman en los principales protagonista, quedando los contrincantes en un lugar secundario.

Pues bien, en estos debates con cierta frecuencia, aparece alguno que señala que va a “redondear” las ideas que se han estado discutiendo. Como sabemos, redondear una idea es tan absurdo como escribir en el agua. Las ideas filosóficas, políticas y propias de las ciencias sociales son abstractas, surgen del razonamiento y o la imaginación, y no tienen formas tales como cuadradas, triangulares, pentagonales u otras. Por tanto, no requieren de la geometría para su estudio y sólo las cifras pueden aproximarse o como se dice también “redondearse” a un numero entero.

Para el estudio de las ideas serán las ciencias sociales y, en particular la filosofía, las que debieran usarse y, por ello, a falta de esos estudios, algunos optan por usar un lugar común absurdo e inútil como ocupar el tiempo en “redondear” ideas ya dichas por otros.

Por su parte, la debilidad de las ideologías entendidas como un “sistema de ideas” y reconocidas como tradicional sustento de la política y  motor de la argumentación, ya no son parte de la docencia en los jóvenes que ingresan al ejercicio de la política.

En rigor, el “redondeador” de ideas o de opiniones es alguien que no tiene opinión y que para hablar ocupa las de los otros, con el pretexto de resumir, aclarar y agregar elementos superficiales a lo ya dicho. Lo anterior, porque no están en condiciones de partir con una idea nueva o distinta y, menos ordenar ideas con lógica adecuada, esta ultima disciplina postergada en nuestra educación por el tráfago de materias propias de los tiempos que se viven.

Por cierto, habrá quienes digan que redondear ideas es una técnica para llevar la idea a la acción, pero eso es una entelequia comercial para vender programas de cualquier cosa por Internet.

En suma, el “redondeador” de ideas es un “latero” consumado y muchas veces bastante experimentado porque lleva  años practicando ese vicio dialéctico. Además, es alguien que pareciera tener la absurda creencia de que las ideas deben ser redondas como una pelota de fútbol y, por ello, advierte con realizar ese infructuoso trabajo. Por cierto, olvida que en nuestro país se ha usado el término “redondo” para resaltar algo despectivo como “fulano es redondo de flojo”.

En mis años de profesor, ya superados por el tiempo y las circunstancias, expresaba el primer día de clases,  que los “redondeadores” de ideas no eran bienvenidos. Además, recomendaba que quienes usaban este subterfugio como un simple lugar común introductorio para intervenir,  lo eliminaran por ser fútil y nada académico. Que, por tanto, esperaba ideas propias, análisis y metodologías para elaborar los conceptos.

A quienes ejercen esta importante labor de comunicar y de participar en debates, se les pide que se marginen de  “redondear” ideas porque no existen las herramientas para hacerlo ni la ciencia que enseñe como hacerlo, pero lo que es peor, no tenemos la paciencia para escucharlos.

Hay que aclarar, de todas maneras, que no son todos los comunicadores de cualquier condición y actividad, quienes usan y abusan de estos vicios dialécticos e idiomáticos, pero de que los hay, los hay.

En estos debates, creemos que se trata de seducir a la ciudadanía e interesarla en los temas de interés nacional, evitando que la audiencia se aburra o caigan en cuenta que son discusiones que mas bien confunden.

Convirtiendo el estudio la filosofía como un hábito, asimismo como de la lógica, pensamiento critico y buen manejo para denunciar las clásicas falacias, mejorarán los debates sin darnos cuenta.

Así las cosas, comprobaremos que las ideas no necesitan ser redondas, salvo que las empleemos para “chutearlas” como una pelota, en búsqueda de un “apurado” argumento de trinchera política y no de un concepto cargado de docencia. (Red NP)

Jaime García Covarrubias

Política y doctorados 24 septiembre, 2022

En los últimos años hemos visto proliferar en el ejercicio de la política personeros que lucen orgullosamente en sus curriculums ya sea master (magister) o doctorados. Lo anterior no es extraño debido a las oportunidades de estudio que han tenido las nuevas generaciones en los últimos 30 años y las variadas ofertas académicas que se ofrecen en programas a distancia (e-learning) tanto en universidades estatales o privadas.

Estos títulos propios de la academia, paulatinamente fueron derivando desde una necesidad universitaria hacia una tentación de lucirlos en otras áreas, propias de una sociedad donde la competencia y el éxito son la tónica.

Para ejercer la política no se requiere necesariamente tener un doctorado, ya que el enfoque de éstos es fundamentalmente para la docencia e investigación académica. Obviamente, un grado académico de doctor “bien llevado” puede tener un efecto multiplicador para la gestión política. Distinto es el caso del grado de master o magister que debe tener una orientación más ejecutiva y, por ende, ser más útil para el ejercicio público.

Todo lo descrito no es extraño y tiene explicación. Pierre Bourdieu (1930-2002) notable sociólogo francés tuvo la claridad de exponerlo en sus obras “La Distinción” y “Homo Academicus” entre 1979 y 1984. Bordieu nos señala que en las prácticas de una sociedad se distinguen y utilizan tres grandes ejes. El primero, son los “Hábitos” que orientan la práctica social, luego el “Espacio social” que es el escenario donde se plasman los procesos de competencia y, finalmente, el “Capital” que son los recursos que permiten afrontar la competencia y desafíos en la sociedad.

El sociólogo francés divide el capital en económico (patrimonio), social (relaciones sociales) y cultural (diplomas y títulos). Este último aspecto es el que sirve de motor para incentivar a las nuevas generaciones a obtener diplomas y títulos, a veces en un afán por acumularlos para adornar biografías que requieren ser competitivas en el mercado.  Algunos, afirmaran que esto es resultado de un neo-liberalismo que llega a límites intolerables.

Antaño, el doctorado era una opción que se tomaba para ejercer posteriormente en la academia y, lo óptimo, era salir del país para concurrir a otro de mayor tradición académica, donde encontrar a los intelectuales generadores de las ideas que se estudiaban en el país de origen. Por supuesto que, en este punto, entra la evaluación de la calidad de la universidad a donde se concurrirá, programas y profesores.

En consecuencia, el titulo de doctorado no es un diploma para colgar en la muralla, es un proceso de consolidación intelectual en una determinada área del conocimiento que no termina nunca.

Lo anómalo es que lo planteado por Bourdieu respecto a la necesidad de competir en el espacio social, ha provocado que los doctorados sean esgrimidos, por algunos, como un patrimonio para reforzar prestigios sociales y políticos, más que traducirlo en docencia, investigaciones y publicaciones cuyos resultados retroalimenten a la disciplina.

Desaprobación aparte merecen quienes han usufructuado de becas para hacer doctorado en el extranjero, muchas veces postergando a otro postulante, sin hacer sus tesis, usando de por vida el clásico subterfugio de Doctor (c) que no tiene ningún valor, puesto que el doctorado en ciencias sociales se valora en la investigación.

Lo lamentable es que este perseguir doctorados incesantemente y a cualquier costo ha llevado a violentar seriamente la ética académica. No hace mucho, observábamos en la red que un “emprendimiento” ofrecía elaborar tesis con la más absoluta discreción, calidad y seguridad de que no habría riesgos de plagios. Sin duda que, quienes estén detrás de ese “emprendimiento”, no son dignos representantes de la esencia y significado de sus títulos.

La pregunta que cabe es como se podría poner, en alguna medida, las cosas en su lugar. No hay duda de que las universidades lo exigen por su propia naturaleza, pero de lo que se trata es que los currículos públicos de quienes vayan a actuar en política sean más precisos. Estos, debieran tener a lo menos el título de la tesis, profesor que la dirigió, nota obtenida y mención final. No es lo mismo, obtener un doctorado con solo “aprobado” que “cum laude”, “magna cum laude” o “summa cum laude” o los nombres equivalentes según el país.

El ejercicio de la política exige total transparencia y el hecho de colocar en la biografía, un título académico desprovisto de sus detalles más significativos pudiera estar ocultando una baja calidad en su obtención y, quizás más bien, un cierto “arribismo” intelectual.

Un grado académico no hará un buen político, lo hará la posesión de las virtudes políticas tales como sabiduría, sensatez, honradez y honestidad para identificar los intereses de sus votantes y representarlos siempre pensando en el bien del país. (Red NP)

Jaime García Covarrubias

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