Juan Andrés Fontaine Talavera

Biografía Personal

Fontaine Aldunate Arturo (1921-2010) (3) abogado, periodista, subsecretario de Hacienda 1954, director de El Mercurio, donde escribió el editorial del 28 de marzo de 1982:

«sin duda atravesamos por malos días. El reducido y selecto equipo de Gobierno se está viendo aislado… el aislamiento del equipo de Gobierno no solo se da en relación a los opositores. La usencia sistemática de comunicación fluida con la ciudadanía, el desprecio por la capacidad reflexiva ajena y, por tanto, la repetición de consignas   razonamientos bastante primitivos, la actual desconfianza hacia la prensa…»

enfureció a Pinochet. Eo mismo dia del editorial Pinochet llamó indignado a Agustín Edwards pidiendole que tomara cartas en ela sunto. Edwards le dijo a Fontaine que tenia que cambiar el tono de sus editoriales… Edwards le propuso una salida pactada y «honrosa», pero Fontaine no aceptó,.. el 3 de mayo de 1982 Edwards decidió asumir la dirección del Mercurio (2);

embajador en Argentina 1984, casado con Valentina Talavera Balmaceda,  escritora, en 1998 publicó el libro “Silencios”, hijo de Luis Hernán Talavera Larraín (1884) agricultor, convencional P. Conservador 1941 y 1950; y Valentina Balmaceda Bello (de José Rafael Balmaceda Fernández). Bibl: “¿Como llegaron las Fuerzas Armadas a la acción del 11 de septiembre de 1973?” (1974). “Nuestro camino” (1976). “Los economistas y el presidente Pinochet” (1988). “La Tierra y el Poder. Reforma Agraria en Chile 1964-1973” (2001). “Todos querían la Revolución: Chile 1964-1973” (1999). “Apuntes políticos” (2003).

padres de:

Fontaine Talavera Juan Andrés (1954)[2] ingeniero comercial, presidente del centro de alumnos de su escuela en la UC unido al movimiento gremialista, máster de Economía en Chicago, en 1983 sostuvo que la crisis económica no puede adjudicarse al esquema de libre mercado, sino a los propios Chicago boys (“La economía en estos 10 años creció a un ritmo más alto que el histórico, que es del 4%. Eso es lo que resulta al ignorar o descontar los errores de los Chicago boys, y considera sólo los aciertos: cambiar el constructor, pero no el arquitecto” (1)); casado con María Inés Correa Amunátegui, 5 hijos.

[1] (1) Entrevista, El Mercurio 18  noviembre 2018. (2) Revista Capital, 11 octubre 2018.

[2]  (1) Revista HOY 31 agosto 1983. (2) Revista HOY 14 setiembre 1983 p. 73. (3) simposio 23 marzo 2012. (4) El Mercurio 14 julio 2013. (5) EM 27 diciembre 2015. (6) LT 5 agosto 2012.   “Sobre acuerdo tributario: Evitar un daño al país es un tema de principios, no de pragmatismo. Las reformas tributaria y educacional se toparon con el país real, con la clase media”, EM 13 julio 2014. “La primera lección de 2014 es que nuestro progreso económico y social no está para nada asegurado, sino que ha de construirse diariamente con perseverancia e inteligencia. La crucial importancia de las expectativas económicas es la segunda lección. La tercera lección es que, una vez apagados los ecos de las vociferantes protestas callejeras, ha emergido con claridad que el país que los ideologizados estrategas de la NM  se proponen construir no calza con las aspiraciones de las grandes mayorías, especialmente de la clase media” EM, Lecciones del año viejo, 28 diciembre 2014. EM 18 octubre 2015.

(1) Capitalismo para el pueblo, El Mercurio 15 noviembre 2015

(2) Agustín Edwards Eastman, página 435 y siguientes.

(3) Hermano de Jorge Fontaine Aldunate (1923-2021) subsecretario de minería en el gobierno de Jorge Alessandri, vicepresidente de la Sociedad de Fomento Fabril, presidente de Icare, presidente de la Confederación de la producción y el Comercio 1968-1974 y 1982-1986. «Empresario visionario, valiente y consecuente» El Mercurio 22 abril 2021

Descendencia

Fontaine Correa Gregorio (1983)[1] músico[2]

Fontaine Correa Juan Andrés (1981)[3]

Fontaine Correa Jacinta (1982) casado con Maximiliano Morel Rodríguez

[1] I. 2.500 nacimiento 1983 Las Condes

[2] Gregorio Fontén es su nombre artístico, QuePasa 31 de mayo de 2013

[3] I. 4.891 nacimiento 1981 Providencia

Hermanos:

Fontaine Talavera Arturo, escritor, académico, director del Centro de Estudios Públicos. Bibl: “Poemas hablados” (1986). “Oír su voz” (1992). “Tu nombre en vano” (1995). “Significado del eje derecha-izquierda (1995)”. “Los mil días de Allende” (1997). “Reforma a los partidos políticos en Chile” (2008). “La vida doble” (2010). “Continuidad republicana y legitimidad constitucional” (2018, con Juan Luis Ossa y Ado Mascareño).

Fontaine Talavera Paul[1], economista, asesoró a Marco Enríquez-Ominami en 2009 y Evelyn Matthei en 2013; “soy una persona de ideas, podría apoyar a cualquier candidato, independiente del partido en el cual milite… en estos momentos me considero más cercano a RN y más lejano del Frente Amplio y comunistas” (1); “soy liberal en todo. Estoy a favor, desde hace tiempo, de la legalización de las drogas, la eutanasia, el aborto y el matrimonio homosexual. Encuentro que Chile se está yendo a los extremos. El límite de velocidad de 50 km/h me molesta (2).

Fuentes

Familia

Hermano Paul Fontaine, ingeniero comercial, empresario:

sobre el «ente previsional»: «el perjuicio para los afiliados es aun latente, dado que las AFP han señalado que harían la administración sin costo adicional para los afiliados» La Tercera, carta, 27 julio 201

Arturo Fontaine 25 octubre 2021

Arturo Fontaine: “Nos han dado a entender que escribir una constitución es dibujar el país que soñamos. Los chilenos despertarán de ese sueño”

Novelista y profesor del Departamento de Filosofía de la U. de Chile y de la Escuela de Artes Liberales de la UAI, Arturo Fontaine reflexiona sobre la violencia del estallido social y las luces y sombras de la Convención Constituyente. “Vincular simbólicamente la nueva constitución con la quema de 255 millones de dólares a mí me parece una grave equivocación”, dice, en referencia a la destrucción del Metro.

-Se cumplen dos años del estallido social, y ha surgido la pregunta sobre el origen del proceso constituyente. ¿Era una demanda anterior a las protestas?

 

-La percepción de que la constitución actual tenía un vicio de origen que afectaba su legitimidad es muy anterior al 18-O. Su reemplazo fue ampliamente discutido en tiempos de la Presidenta Bachelet. Yo mismo participé en un libro que publicó Catalonia el 2018 con un grupo de intelectuales, donde argumentamos a fondo por qué era imposible proyectar la constitución vigente a futuro. Eso a pesar de sus reformas pasadas y  posibles reformas futuras. Chile necesita una constitución que no sólo sea democrática, sino que sea un símbolo de la democracia. La oportunidad que tiene la Convención es, en ese sentido, extraordinaria. Esperamos mucho de ella.

El 18-O, como todo el mundo sabe, ocurrió un atentado al metro motivado por el alza de 30 pesos de su tarifa. Nadie, que yo sepa, planteó entonces que incendiar las estaciones de metro tenía por objeto elaborar una nueva constitución. Lo que ese día ocurrió es que se quemaron 25 estaciones de metro. Es decir, se quemaron 255 millones de dólares. Ese viernes usaron el metro 2.663.000 pasajeros. El lunes siguiente, sólo 160.000. La reparación tardó algo más de un año.

-¿Fue una rebelión contra la élite sin un petitorio claro?

 

-La revuelta posterior — sus manifestaciones pacíficas y violentas— plantearon una multitud de demandas y quejas mayormente de tipo socioeconómico. Lo que, desde mi perspectiva, no es tan extraño en una sociedad que se había acostumbrado al crecimiento económico y se encontró con que, en líneas generales, desde el 2014, el ingreso per cápita se había estancado. Pese a lo cual se mantenía un discurso increíblemente autocomplaciente.

Se trató de una revuelta anti élite de un pueblo que se sintió —con razón— defraudado por todas sus élites involucradas en diversos escándalos de abusos, corrupción y colusión. Fue una revuelta contra las dirigencias y sin dirigentes. El sentido de la revuelta era derogatorio; no propositivo. Era un cuestionamiento al statu quo; no un movimiento inspirado en un proyecto determinado.

-Por un lado estaba la masa, que saqueaba y prendía fuego, por el otro una élite paralizada…

-Esa “asonada popular” la ha explicado con brillo Rodrigo Karmy en “El porvenir se hereda.”  En muchos momentos se desataron turbas sumidas en esa impunidad y emocionalidad irracional que Freud describió como psicología de masa, situación en la que se suprimen las represiones que caracterizan a la vida en la sociedad civilizada.  Lo analiza en profundidad García de la Huerta en su último libro, “Lecturas filosóficas del presente”. Recomiendo esos dos libros para pensar el fenómeno, como también el de Iván Poduje.

En buena medida, ha sido una revuelta de inspiración destructiva, tanática. Lo que una cuestionada y amenazada élite política intentó fue resignificar ex post ese proceso tanático y proporcionarle un horizonte constructivo, reposicionándose así como tal élite política. Para hacerlo retomó la idea de una nueva constitución. Eso cuajó el 15 de noviembre del 2019.

¿El vandalismo, los saqueos, la destrucción de barrios y del metro, serán ligados a la nueva constitución como una especie de lastre de origen?

-Vincular simbólicamente la nueva constitución con la quema de 255 millones de dólares a mí me parece una grave equivocación.  Ahora el desafío es otro.  ¿Quién quiere quemar dólares? Su alto precio indica que, más bien, se quiere tener dólares ante la amenaza de que se los queme. O, para ser más preciso, debido al temor de que se siga licuando el valor del peso. En la última encuesta de Pulso Ciudadano un 51.5% estima que “el país avanza en la dirección incorrecta.”

-En ese sentido, ¿qué riesgos ves en la nueva constitución?

-Como te digo, la nueva constitución es una gran oportunidad, una gran esperanza para Chile. Pero pese al actual auge del consumo, al alza del precio del cobre y al sólo 2.5% de pobreza este año —de lejos la más baja de la historia—  la verdad es que el país se está empobreciendo a gran velocidad. Y la violencia de distinta naturaleza rebrota por aquí y por allá. Y a menudo se la legitima por razones instrumentales. La violencia política tiene capacidad de cambiar las cosas — nadie lo duda— pero nadie sabe en qué dirección ni por cuánto tiempo. La Toma de la Bastilla abrió paso a la Revolución Francesa, pero bien pronto se había instaurado la terrible dictadura de Robespierre. Y la revolución devoró a sus propios hijos.

-¿Eres pesimista sobre el futuro socioeconómico del país?

-Cuando la nueva constitución entre en vigencia estaremos sometidos a restricciones socioeconómicas y desafíos de gobernabilidad y orden público que hasta hace poco parecían superados.  No por el mero hecho de ser nueva una institucionalidad se salva del riesgo de caer en esa deriva degradada de la democracia que Polibio llamó “oclocracia”, es decir, “gobierno de las turbas”. Se necesita algo más que novedad para conjurar ese peligro y la institucionalidad se legitime. Se necesita que sus normas sean racionales, coherentes, justas y funcionales, es decir, aptas, es decir, que permitan que las personas se expresen en paz y trabajen y progresen, cada cual respetando el modo de vida de cada cual.

-¿La democracia chilena es hoy más vulnerable?

-La democracia requiere contrapesar y equilibrar tres grandes pasiones sociales decía Tocqueville: la pasión por la libertad, la pasión por la igualdad y la pasión por el bienestar material.  Pensaba que el secreto de la sociedad democrática norteamericana —la única democracia consolidada entonces— era que la pasión por la libertad se conectaba estrechamente con la pasión por el bienestar material.  Foucault mostró cómo la legitimidad de la nueva institucionalidad del estado alemán post Hitler se basó en el desarrollo económico, es decir, en lo que Tocqueville llama pasión por el bienestar material. Es un rasgo propio de las sociedades modernas.

Desde mi punto de vista, la gran  tarea de esta generación es que el tránsito al desarrollo se produzca transitando a una economía verde. El cobre y el hidrógeno verde —ambos indispensables para una economía que combata el cambio climático— hacen que en Chile este sea un desafío grande, pero posible. Eso requiere, por ejemplo, toda una institucionalidad económica que sea confiable, pragmática y de verdad apta para atraer grandes inversiones. La constitución no debe incorporar normas constitucionales que impidan que las leyes futuras cumplan ese papel y atraigan a inversionistas y emprendedores.

-¿En qué errores no pueden caer los constituyentes, según tu visión?

-Necesitamos una constitución que no bloquee de antemano la libertad de los padres y educadores para diseñar, escoger e implementar proyectos educacionales diversos que sustenten una sociedad diversa. En ese sentido, necesitamos una constitución abierta para una sociedad abierta. Es decir, creo que las prohibiciones constitucionales que se establezcan deben permitirnos abrir puertas y ventanas; no llenarnos la sociedad y la vida de candados. Pero se nos ha dado a entender que escribir una constitución es muy simple, es dibujar el país que soñamos… Los chilenos despertarán de ese sueño.

De Arturo Fontaine

Arturo Fontaine y Pedro Guell: «Presidente, bicameralismo y visibilidad de la representación»: «Un parlamento unicameral difumina la representación de pueblos y territorios. La segunda cámara sería la representació nítida y visible de la reunión de las naciones de Chile»  «La fitura presidencial es uno de los símbolos de la vida cívica en común. Su elección sigue siendo en Chile un ritual de pertenencia. Es un cuerpo visible. Como tal visibiliza o simboliza «lo común en construcción». El Mercurio 28 enero 2022

“Tengo a la vista 17 libros sobre el estallido social del año pasado”, escribía en octubre de 2020 Arturo Fontaine para la revista Letras Libres. De esos 17, agregaba, “me parece que el más iluminador y profundo es El porvenir se hereda. Fragmentos de un Chile sublevado, de Rodrigo Karmy”. 18 septiembre 2022.

Trayectoria Política

Fontaine Talavera Juan Andrés (1954), durante la crisis 1982 sostiene que “el grueso de los malos resultados descritos son atribuibles a graves errores en la concepción de la política monetaria y cambiaria y que, por lo tanto, no son imputables al actual modelo de desarrollo” (2);  Ministro de Economía 2010-2011 donde impulsa una agenda modernizadora (“Creo que el amino a seguir, es haciendo de Chile un buen clima de negocios”(3)), aunque después formuló ciertas críticas (“El Gobierno se ha dejado estar, no ha podido o querido destrabar los proyectos energéticos, mineros y de infraestructura que necesitamos para seguir creciendo”(4)); sobre proyecto de reforma tributaria “se ha gastado demasiado energía en una reforma que es de importancia secundaria” (6);

colaborador del precandidato presidencial Andrés Allamand 2013; en el 2015 alertaba que “no hay impedimento alguno para que el Gobierno consiga aprobar leyes que involucren fuertes desembolsos más allá de su mandato. Ese expediente debería ser objeto de limitaciones o quórums especiales”; “Los mercados libre y competitivos son los creadores de la mayor riqueza jamás vista en la historia de la humanidad (Luigi Zingales)… desde luego, el emprendimiento es el gran motor de la creación de riqueza” (4); “Chile mantiene intacta mucha de su capacidad de crecer, y mucho del estropicio causado es reversible” (5);

Ministro de Obras Públicas 2018-2019; Ministro de Economía 2019: «El proyecto con el que asumo nuevamente es una Agenda de Reimpulso Económico» (1)

Bibliografia

Transición económica y política en Chile 1970-1990  Estudios Públicos N. 50

Las tareas de hoy: políticas sociales y económicas para una sociedad libre
Cristián Larroulet, Carlos F. Cáceres, Instituto Libertad y Desarrollo
Zig-Zag, 1994 – 502 páginas
«Christián Larroulet, Juan Andrés Fontaine, Andrés Concha, Patricia Matte, Rosa Camhi, Antonio Sancho, Mercedes Cifuentes, Claudio Osorio, Juan Eduardo Errázuriz, y Rosanna Costa

Otras publicaciones

«Para superar la pobreza y la desigualdad» 29 julio 2012, El Mercurio «en los últimos dos años hemos experimentado un crecimiento económico desde abajo, una suerte de chorreo a la inversa… solo la confianza en la capacidad de Chile para mantener un crecimiento alto y sostenido, alentada por buenas políticas maco y microeconómicas, puede explicar una auge tan potente de la creación y expansión de fuentes de trabaja. Ha quedado demostrado: ese camino sirve para ir paulatinamente superando la pobreza y brindando a todos oportunidades de progreso»

Columna «Costoso regreso» El Mercurio 24 febrero 2013, «el problema con el SIPCO es que su banda de estabilización es demasiada ancha… habría de ser acompañada de una mayor precisión en la fórmula que establece el precio de referencia y evitar así la tentación política de utilizarla para transferir subsidios encubiertos».

Columna «En el plano ético» El Mercurio 22 marzo 2015: «Una economía libre exige de regulaciones inteligentes y reguladores atentos. Los abusos y escándalos recientes revelan vacíos en nuestra legislación y falta de celo para parte de los fiscalizadores. La conmoción pública que han levantado demuestra que la sociedad se ha tornado mas exigente».

Columna «Irse» El Mercurio 8 mayo 2016, sobre decisión de Hernán Buchi: «pienso que ahora que el país ha probado el estropicio que dejan las retroexcavadoras, estará mas proclive que nunca a escuchar nuestro mensaje y reanudar su ascenso hacia el desarrollo. Por ello, mejor quedarse, reo»

Columna «Los años flacos» El Mercurio, octubre 2016: «ahora que los presupuestos serán flacos, habrá que poner mucho mas cuidado en que y como gastar».

Columna «no mas mala onda» 26 marzo 2017 «Estoy convencido de que Chile puede superar la mala onda y reanudar su marcha… en reciente estudio a 150 países, Chile ocupa el lugar 20 en el mundo y segundo en Latinoamérica. Durante los últimos 10 años es el noveno que mas ha progresado en esta dimensión

«La tarea que viene» columna El Mercurio, 9 abril 2017 «Habrá que obtener del electorado un mandato inequívoco para desandar el mal camino y reemprender el arduo ascenso… pero hay muchas y acuciantes carencias que sin un vigoroso crecimiento de la economía no será posible subsanar…»

«Déficit de credibilidad» El Mercurio 8 octubre 2017 «no habrá mejoría creíble en nuestra situación fiscal si no fortalecemos nuestra capacidad de crecimiento económico sostenido»

Entrevista como Ministro OOPP: La Tercera 27 abril 2018: «Sobre el puente Cau Cau, es curioso que no se haya tomado una decisión de sentido común ante… tenemos la recomendación de Vialidad de que el puente en su posición fija puede ser usado por vehículos livianos. Vamos a trabajar en habilitar. Mientras tanto el trafico de camiones debe estudiarse mejor…»

Entrevista, El Mercurio, 30 junio 2019: «Estamos en la época de la construcción de los tiempos mejores y esa construcción, naturalmente, tarda»

«El resultado del PIB para este y el próximo año dependerá de la economía global. Ese es un factor que no controlamos. Las medidas que el gobierno está adoptando ‘tienen como propósito mejorar a capacidad de crecimiento´. Subrayó que el proyecto de la reducción de la jornada laboral a 40 horas no es viable y que no llegará a ser ley» (2)

Juan Andrés Fontaine: “En el debate constitucional que viene hay que tomar muy en serio el riesgo de desatar la inflación” El exdirector de estudios del emisor y exministro cree que hay muchos riesgos de que se llegue a poner en duda su autonomía. La Constitución especifica la prohibición –salvo en caso de guerra- de financiar al Fisco (basada, seguramente, en la experiencia histórica ya comentada) y de operar con entidades que no sean instituciones financieras. Ambas restricciones son importantes y sería grave que se eliminaran, porque tanto el Fisco como las empresas no financieras son usuarios finales de créditos y tienen por tanto un interés directo en que el Banco Central emita dinero abundante y dé crédito barato. Ahora, me parece que sería muy inconveniente innovar en el sentido que la ley orgánica da al concepto de autonomía, al objeto y atribuciones. Pero es obvio que hay sectores políticos que quieren poder contar con el financiamiento inflacionario que podría facilitar el Banco Central, tanto para un mayor gasto público como para alimentar transitoriamente la demanda y el empleo. El problema es que la inflación, a que inevitablemente da lugar ese tipo de estrategias, es ineficiente (daña el dinamismo de la economía y la creación de empleos productivos) y es regresiva, porque golpea más a quienes viven de un salario fijo o no tienen sofisticación financiera para proteger sus ahorros”. (3)

(1) Entrevista, El Mercurio, 30 junio 2019

(2) Entrevista, La Tercera, 7 septiembre 2019

(3) Diario Financiero, 15 septiembre 2020

Entrevista La Tercera 7 noviembre 2021

Juan Andrés Fontaine: “En este momento estamos atravesando un campo minado”
El exministro hace un balance de los últimos 10 años de la economía chilena y asegura que el futuJuan Andrés Fontaine asegura que cada cana que hoy luce orgullosamente cuenta a la hora de mirar la historia reciente de la economía chilena. Desde su nuevo centro de operaciones en las cercanías de la costa y alejado del ruido de la capital, este economista y exministro de Sebastián Piñera hace un balance de los últimos 10 años de la economía chilena y lanza sus expectativas sobre lo que nos depara la próxima década.ro económico del país se jugará en los próximos dos años, dados los riesgos asociados a los resultados de la Convención Constituyente y el inevitable ajuste macroeconómico que debe hacer el próximo gobierno. “Tarde o temprano exige pisar el freno con mucha energía”, advierte. También cuestiona el programa de gobierno de Gabriel Boric y afirma que es una “batería antiempleo”.

Juan Andrés Fontaine asegura que cada cana que hoy luce orgullosamente cuenta a la hora de mirar la historia reciente de la economía chilena. Desde su nuevo centro de operaciones en las cercanías de la costa y alejado del ruido de la capital, este economista y exministro de Sebastián Piñera hace un balance de los últimos 10 años de la economía chilena y lanza sus expectativas sobre lo que nos depara la próxima década.

En su tradicional tono pausado y reflexivo, expresa sus dudas sobre si el estallido social y sus efectos colaterales se transformarán en el “obituario” del modelo neoliberal que ha tenido Chile en los últimos 30 años y asegura que los próximos dos años serán claves para el futuro de la economía chilena.

¿Cuál es su balance del Chile de los últimos 10 años en materia económica?

El resultado de los últimos 10 años es decepcionante en materia de crecimiento económico, especialmente en los últimos 5 años, cuando esta economía dejó de crecer en términos per cápita, lo que es muy frustrante si se trata de un modelo que lo que promete es generar crecimiento.

En conjunto con eso ha habido dos temas positivos: se ha logrado mantener la estabilidad macroeconómica, pese a situaciones complejas durante los últimos años, y ha habido un leve progreso en materia de desigualdad, situación que no había ocurrido en esa magnitud en décadas previas.

¿Qué gatilló entonces el estallido social de 2019? El filósofo francés Guy Sorman asegura que el estallido social en Chile fue de la clase media y no de las clases populares, al igual que lo que sucedió en Francia con los llamados “chalecos amarillos”.

Tiene razón esa visión de que el fenómeno en Chile estuvo bien asociado a las clases medias. Entre las causas del estallido está el estancamiento del progreso económico. Este es un modelo económico que exige un rigor técnico, sacrificios y aceptar cosas que a veces son contraintuitivas como -por ejemplo- que subir el salario mínimo exageradamente sea problemático para la economía, en circunstancias que la gente podría suponer que eso es positivo.

Todo ese rigor asociado al manejo de la economía en el contexto de este modelo se hace mucho más digerible, más tolerable, si viene acompañado de crecimiento económico fuerte.

Tuvimos un crecimiento económico fuerte desde mediados de los 80 hasta 10 años atrás aproximadamente, en un contexto en que la desigualdad mejoró levemente, lo cual ya es una gracia, porque eso significa que todos los sectores de la sociedad a grandes rasgos estaban mejorando sus ingresos más o menos a un ritmo parecido. Por eso es que la distribución del ingreso no cambiaba mucho.

Pese a que había una desigualdad alta, incluso superior a la de la década del 60, teníamos la ventaja que íbamos mejorando todos al mismo ritmo, me refiero a la segunda mitad de la década de los 80 o a los 90.

Cuando se tranca esa máquina empieza a ser mucho más acuciante la desigualdad. En un contexto de una economía que no crece o de ingresos que no suben, se hace difícil de tolerar. Es el estancamiento lo que hace a la desigualdad difícil de tolerar.

¿Hay otras razones del descontento?

La segunda familia de problemas tiene que ver con la incapacidad de los gobiernos y del Estado de hacerse cargo de los problemas, de reformas defectuosas, de expectativas tronchadas y demandas insatisfechas. Por ejemplo, el Transantiago generó una enorme frustración en su momento. También el costo de la educación superior: la forma de financiamiento con el CAE derivó en un crecimiento muy rápido del costo de las matrículas y mensualidades, con la acumulación de deudas exageradas en carreras que no siempre eran las más rentables.

Asimismo, los problemas no resueltos en el sector salud, como las listas de espera; el tema previsional, que viene siendo discutido hace más de 15 años sobre la necesidad de hacerle ajustes y, más recientemente, el tema de la migración.

Hemos ido acumulando problemas que no se resuelven. Ha habido una falla del sistema político.

En el marco del estallido social, el economista italiano Luigi Zingales intentó explicar la crisis de expectativas de la sociedad chilena y aseguró que “si trabajas duro en Chile se supone que deberías tener éxito. Pero no es así, y eso frustra”. ¿Hay un dardo fuerte a la promesa del modelo y la sociedad liberal de que la meritocracia es la forma de ascenso social?

Sin duda hay algo de eso. Pero también hay aspectos especialmente dañinos en el trato. Más allá de que alguien pueda obtener mejoras en su nivel de vida o a través de su propio mérito, resiente que no hay un trato adecuado o digno y, particularmente, una distribución adecuada de los servicios que presta el Estado, en la distribución de áreas verdes o de servicios públicos de calidad en regiones, por ejemplo. Hay distintos temas de esa naturaleza que provocan ese resentimiento.

Sin embargo, hay estudios que no se condicen con esa apreciación. La Ocde muestra a Chile como un país de alta movilidad social. Pero, obviamente, esa movilidad se detiene si no hay crecimiento económico.

¿Dónde están las causas del estancamiento en materia de crecimiento?

Se habla de este modelo como una unidad, pero ha cambiado en el tiempo. No es lo mismo lo que tenemos hoy día versus 10 o 20 años atrás. Uno esos cambios, y que ha sido muy nocivo para el crecimiento, es el progresivo aumento de impuestos en actividades productivas y de regulaciones. Nos fuimos llenando de impuestos y regulaciones que fueron frenando la máquina del crecimiento.

¿El estallido social, el fin de la Constitución del 80 y la Convención Constituyente gatillan el fin del modelo económico neoliberal que primó en Chile durante los últimos 30 años?

He visto obituarios del modelo neoliberal varias veces en mi vida. Tengo suficientes canas para haberlas visto. Después de la gran crisis de principios del 80, el modelo se dio por fenecido. Después, cuando finalizó el régimen de Pinochet, también se pensó que venía un nuevo modelo. Si la pregunta es ‘¿este es el fin?’, mi respuesta es ‘no sé’.

Es decir, ¿usted pone en duda el fin o el obituario del modelo neoliberal de Chile, como muchos afirman?

Lo dudo, porque la economía chilena, más allá de los últimos 10 años de desempeño más mediocre, acumuló en estos 30 o 40 años un progreso social muy contundente. De un alumno mediocre en el curso de América Latina nos transformamos en el mejor alumno en lo económico y social. Creo que ese progreso es algo que nuestra ciudadanía valora, las clases medias valoran, las que han tenido un progreso sustancial. Están abiertos a que haya cambios y muchos de ellos pueden ser positivos. Pero no creo que quieran que se venga esto abajo.

En consecuencia, y llegado el momento de distintas votaciones, los ciudadanos harán sentir su opinión. No creo que quieran perder lo ganado ni hipotecar las oportunidades de progreso que este modelo les brinda.

Estamos asistiendo a un momento histórico de cambios a nivel social y económico en el mundo, en medio de una feroz pandemia mundial. A la luz de los hechos ocurridos en Chile, ¿es necesario refundar/reinventar/repensar al capitalismo?

En general no suscribo esas tesis escatológicas surgidas durante la pandemia. Tuvimos una pandemia mucho más grave el siglo pasado, la gripe española, en la cual murieron 50 millones de personas y salió el mundo en medio de una bonanza económica y bursátil. La actual pandemia tuvo efectos macroeconómicos durísimos el año pasado, pero básicamente está saliendo con una recuperación en “V”.

El mundo como un todo está recuperando con creces los niveles previos a la pandemia este año. En Chile, por ejemplo, ya estamos muy por sobre los niveles prepandemia. En conclusión, en lo económico no veo un gran cambio. En el rol del Estado, no veo que haya muchos cambios, excepto en su rol en materia de salud pública.

Se dijo en algún momento que esto ponía en jaque la globalización. Al revés, gracias a las videoconferencias, al internet hemos tenido más globalización que nunca.

Boric: batería antiempleo

¿Cómo enfrentará el país la entrada de la inteligencia artificial y que ya está revolucionando el mercado del trabajo?

Este es un proceso positivo, mayor productividad, mayores ingresos. Menos tiempo para el trabajo y más tiempo para el desarrollo de otras actividades; la vida familiar, cultural, deportiva. Pero exige un desafío de adaptación a este nuevo mundo para las personas, las empresas, los gobiernos, para la legislación.

La política pública tiene que estar sintonizada con esos cambios y en ese sentido en Chile estamos en un problema. Tenemos falencias en el sistema educacional y, en materia de la organización del mercado laboral, no estamos haciendo nada significativo en capacitación. También seguimos teniendo un mercado laboral rígido y para mi desazón observo que entre las propuestas que trae el programa de gobierno de Gabriel Boric no solo se mantiene lo que hay, sino que además agrega una y otra intervención estatal rigidizante.

Es una batería de medidas que incluyen la fuerte alza del salario mínimo, la reducción a 40 horas de la jornada laboral con la misma remuneración, la negociación colectiva por ramas, el aumento de la indemnización por años de servicios, la limitación adicional a los despidos por necesidades de la empresa, y la imposición de un impuesto de 18% a las contrataciones, a través de la conversión de lo que hoy día es un aporte al sistema previsional de la cuenta de ahorro individual. Se transforma en un impuesto al trabajo del 18%.

Son medidas atentatorias en contra de este objetivo de tener un mercado laboral mucho más flexible, más adaptable a las condiciones que se van a ir imponiendo debido a la globalización y al cambio tecnológico.

Se ha hablado mucho en el programa de Boric del aumento de impuestos y del gasto público, pero se ha hablado poco de esta batería antiempleo. Una receta para ahuyentar la inversión, como ha dicho René Cortazar y, agregaría, también para ahuyentar los empleos. Es una regresión laboral lo que plantea ese programa.

¿Cómo avizora el Chile de los próximos 10 años a propósito de lo que hoy se está decidiendo?

Los próximos 10, 20 y 30 años van a depender mucho de lo que hagamos ahora, en los próximos dos años. Creo que en este momento estamos atravesando un campo minado. Para donde se mire, hay posibles explosiones de minas que están ahí. Lo primero que va a tener que enfrentar el próximo gobierno, y no veo nada de eso en ninguno de los programas de los candidatos, es un ajuste macroeconómico de proporciones. Nos hemos dejado caer en una sobredosis de estimulantes que ha provocado un desequilibrio macroeconómico importante, que se refleja en creciente presión inflacionaria, alto déficit fiscal, alto déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos… y eso tarde o temprano exige pisar el freno con mucha energía. Algo está haciendo ya el Banco Central en esa dirección. Hay economistas que están avizorando una recesión para el próximo año y yo no la descarto para nada.

¿Cuáles son los riesgos que provoca este campo minado?

El primer riesgo está asociado a conducir un programa de ajuste como no hemos vivido en Chile desde hace ya muchas décadas y esos ajustes son dolorosos, dejan heridos en el camino. No es fácil hacerlo y menos hacerlo con las expectativas de progreso social que están muy altas.

El segundo riesgo está en el programa de gobierno de quien lidera las expectativas, del candidato Gabriel Boric, que es una especie de programa de Bachelet 2 elevado a alguna potencia. Es el mismo tipo de medidas, pero con mayor intensidad. Eso ya lo vivimos en el segundo gobierno de Bachelet en que se intentó avanzar en esa dirección, la economía reaccionó mal. Al reaccionar mal el gobierno perdió popularidad y parte de esas reformas quedaron inconclusas.

El otro riesgo, a mediano plazo, es el cambio constitucional. Los mismos elementos que me incomodan del programa de Boric están en una versión aun mayor en los planteamientos que se hacen por parte de la mayoría de los constituyentes. Puede ser nocivo y de mucho más largo plazo. El problema con este riesgo es que si un gobierno se encamina a políticas que están dando malos resultados, está la esperanza que el mismo gobierno pueda hacer un giro porque empieza a palpar esos malos resultados. Si una Convención Constituyente se encamina por un mal resultado, como ese mal resultado se ve una vez que terminó su trabajo, mucho tiempo después, no existe ese mecanismo de rectificación. De los tres puntos mencionados, por lejos este es el de mayor riesgo.

Veo enormes riesgos, pero espero que se puedan superar. Si los riesgos se superan, no veo algo tan distinto a la visión que empapaba al programa del actual gobierno del Presidente Piñera. Una visión de una economía administrada para que sea capaz de crecer, empujar el crecimiento económico, mejoramiento de regulaciones y burocracia y mantener condiciones tributarias favorables a la inversión, o sea no cargar de impuestos al emprendimiento.

¿En los próximos 10 años ve a Chile más cercano a un típico estado de bienestar europeo o al modelo neoliberal?

El modelo neoliberal chileno tiene muchos elementos del estado de bienestar, si lo pensamos en el momento actual, no en el original de los años 80. Pero este tiene grandes carencias que hay que mejorar. Pienso que en este camino, para ir generando más protección, requiere ir aumentando las transferencias gubernamentales y requiere un tamaño del Estado definido en un volumen de gasto y, en consecuencia, de impuestos mayores al que tenemos hoy. Pero eso no es algo que deba hacerse de inmediato, eso se puede hacer progresivamente en el tiempo a través de una tributación más fuerte sobre los ingresos de las personas, como en Europa.

En Europa la recaudación del impuesto a las personas como porcentaje del PIB es 4 o 5 veces superior a la nuestra y el contrato social que ahí se ofrece es: ‘pague usted impuesto y yo Estado le voy a dar buenos servicios sociales’. Creo que debemos avanzar hacia un esquema que vaya en esa dirección, con mayor financiamiento estatal proveniente del impuesto a la renta de las personas que en Chile son bajos, tanto los sectores de ingresos más altos como lo sectores medios.

Un camino complejo esto último…

Es complejo, por lo que no se puede hacer de la noche a la mañana. Ir muy suavemente creando esas condiciones. Deberíamos profundizar el modelo propio de Chile en que estos servicios sociales tengan financiamiento estatal pero puedan ser provistos por el sector privado y estén sometidos a una lógica de mercado a través de subsidios a la demanda y fórmulas de ese tipo.

Desde la otra vereda de la discusión, ¿es necesario también un cambio cultural la elite económica y empresarial chilena frente a los cambios que enfrentara el país a futuro?

Hay que decir primero que la actual elite económica fue enormemente visionaria e innovadora en protagonizar los grandes cambios que ha experimentado Chile. Por ejemplo, en transformarnos en una economía exportadora. Hay toda una innovación ahí. Pero como suele ocurrir con el éxito, el empuje ha ido bajando y a lo mejor el remezón que ha ocurrido en el país ayude a retomar cierto dinamismo. Dicho eso, veo con muy buenos ojos la transformación cultural que se está produciendo a través de esta enorme ola de nuevos emprendimientos. Nuevas generaciones de emprendedores que están pasando a constituir una nueva elite empresarial. Ese cambio cultural ya está en plena marcha y, hasta ahora, no se ha visto afectada por este contexto político complejo.

Prioritario: impulsar la inversión, Juan Andrés Fontaine 19 junio, 2016

Un país que no invierte se condena al estancamiento o la decadencia. Las experiencias más exitosas de desarrollo han sido con tasas de inversión cercanas o superiores al 30% del PIB. Alcanzamos un 26% durante el gobierno del ex Presidente Piñera, pero ya estamos de vuelta al 22%. El Banco Central pronostica que este año, por tercero consecutivo, nuestro esfuerzo de inversión no solo no se incrementa, sino que disminuye. Así, no es sorprendente que el crecimiento de la economía apenas llegue al 2%. Reactivar la inversión es la prioridad número uno.

Últimamente, las autoridades han manifestado su preocupación y anunciado medidas para estimular la productividad. Pero suelen ser las nuevas inversiones las que traen consigo una mayor productividad, ya sea porque se destinan a los sectores de mayor potencial o porque aportan tecnología más moderna. Además, las inversiones generan demanda interna y crean empleos, de modo que ejercen rápido efecto reactivador.

En Estados Unidos y Europa también se discute que faltan inversiones, pero ante la persistente renuencia del sector privado, la recomendación favorita es incrementar el gasto fiscal. Acá, en cambio, las empresas cuentan con atractivos proyectos y están prontas a acometerlos, si reciben las señales apropiadas. Un reciente estudio de la Sofofa sitúa en US$ 173 mil millones el valor de los proyectos en carpeta, además de otros US$ 70 mil millones hoy paralizados o ya desistidos. Entre los vigentes, en ejecución hay solo US$ 30 mil millones. En nuestro caso, no es a la política fiscal a la que hay que recurrir, sino que a destrabar el enorme potencial de crecimiento, de fuentes de trabajo y de bienestar que encierran los proyectos en barbecho.

¿Cómo hacerlo? De partida, las autoridades deben volver a creer en Chile. Cada vez que ellas aluden a que, por nuestro nivel de ingresos, ya no podríamos crecer como antes -ignorando el ejemplo de las naciones más exitosas-, o a que todos nuestros problemas provienen de la caída del cobre, hunden las expectativas empresariales en el fatalismo. Lo que a contar del 2010 -y con sorprendente rapidez- desencadenó esa ola emprendedora que elevó fuertemente la inversión y el empleo, fue precisamente convencernos que, como país, nos embarcábamos en la ruta del desarrollo y sabíamos cómo navegarla. Es cierto que entonces contamos con un cobre muy alto, pero hoy hay otras ventajas, como energía muy barata. Hay también una virtuosa combinación de intereses bajos y dólar alto, que hemos de preservar.

Será tarea ardua despejar -una a una- las incertidumbres y trabas tributarias o regulatorias que inhiben las inversiones. Pero a ese cometido habrán de abocarse las autoridades, ya sea del actual gobierno o del venidero. Al alcance de su mano está la llave para reencender el crecimiento. (El Mercurio)

Juan Andrés Fontaine

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