Enrique Correa Rios

Biografía Personal

Correa Ríos (Fernando) Enrique (1945)   hijo de Fernando Enrique Correa Ríos y Loreta Ríos Medina[2], profesor filosofía, dirigió la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, asesor de la Cancillería; crea una empresa de “Lobby” que tiene una gran importancia por sus implicancias en las relaciones entre empresas y los poderes públicos; elegido como el lobista por influyente en Chile en ranking de la revista QuePasa en 2015;

casado con María Catalina Bau Aedo (1948) ingeniera comercial, miembro del Partido Socialistaa, hija de Carlos Juan Bau Díaz y Angelina Aedo Jara; casado 2 con María Verónica Paz Eyzaguirre (1953), actriz, miembro del Partido Por la Democracia, hija de Julio Ernesto Paz Pereira y María Corina Eyzaguirre Escobar (1919); 6 hijos.

 I. 681 nacimiento 1950 Ovalle; I. 255 matrimonio 1969 San Miguel, anulado en 1991; I. 255 nacimiento 1949 Universidad; I. 229 matrimonio 1992 Providencia; I. 5.277 nacimiento 1953 Moneda.

[2] “Trabajaba en la boletería del cine de Ovalle cuando se enamoró del papá de Enrique, que era ayudante de un abogado” El Mercurio, 13 diciembre 2002

Descendencia

Correa Bau Carlos Enrique (1971)[1] ingeniero civil, PS, académico UDP, subdirector de la Secretaría de Comunicaciones y Cultura de la Presidencia 2014-2015; creo consultora Qualiz 2015, afirma que “Hay cerebros influyentes de La Moneda que quieren un bloqueo informativo. NO quiero pensar que en el gobierno se pegaron con una piedra en la cabeza y están copiando el modelo argentino”.

Correa Arriagada Nelson, gerente de administración de consultora Correa & Correa, relacionado con la investigación sobre financiamiento ilegal de la política en 2016 (1)[2]

Correa González Manuel, nacido en Alemania hij de María del Carmen González Urroz[3]

Correa Gómez Antonio (1981)[4] nacido en Italia, hij de Ana María Gómez Gómez

Correa González Tomás Daniel (1981)[5] nacido en Berlín, hij de María del Carmen González Urroz (1949 de Isidro Román González Varela (1924) y Carmen Ana Urroz Martínez (1925))

Correa Paz Sara Victoria (1989)[6]

[1] “El riesgo del realismo sin renuncia que ha planteado la Presidenta Bachelet, es que se convierta en la renuncia sin relato” 26 julio 2015. Entrevista La Segunda 30 octubre 2015. I. 4.469 nacimiento 1971 Universidad

[2] “Escribió en octubre de 2011 “Estimado Claudio (Canales): el cheque de pago de la factura le dejé firmado la semana pasada” EM 18 febrero 2016

[3] “Enrique ha sido un estupendo papá y somos muy amigos. Mantenemos una relación de amistad y compartimos la responsabilidad de padres en forma permanente”, El Mercurio, 13 diciembre 2002

[4] I. 1.744 nacimiento 1981 Recoleta

[5] I. 3.023 nacimiento 1981 Recoleta

[6] I. 2.673 nacimiento 1989 Providencia.

Fuentes

Trayectoria Política

Enrique Correa Ríos (1945) [1]  Presidente de la Juventud Demócrata Cristiana, militante del MAPU, luego MAPU-OC, Partido Socialista desde 1989, Ministro Secretario General de Gobierno 1990-1994: “demostró ser un gran operador político, un arduo negociador de lo posible y de lo imposible” (1); «todas las autoridades de gobierno coinciden en la necesidad de tener una legislación laboral que cree condiciones de equidad, pero conservando las debidas cautelas para que estas modificaciones no entorpezcan el desarrollo económico del país» (3);

en 2013 afirmaba: “Si queremos la paz, impulsemos los cambios. Si queremos cambios, busquemos los acuerdos y alejemos la confrontación” (2).

“Enrique Correa es amigo del gobierno” manifiesta el Ministro del Interior en el 2015;

[1] (1) OTANO página 229.

(2) Dos peligros: el statu quo y la confrontación, El Mercurio, 2 agosto 2013; “Correa es un tipo sagaz, inteligente, agudo, sobre eso no cabe ninguna duda. Se suma a ello que acumula gran capital social, gran cantidad de redes a las que accede porque ha hecho una larga vida política, un intercambio muy fuerte, con juegos de toma y daca.

(3) El Mercurio, 29 junio 1990.

´Él sabe usar bien… la idea del intercambio, de portarse generoso, de hacer regalos” Carlos Peña, QP 30 octubre 2015.

Bibliografia

“Iglesia y Dictadura” (1986 con José Antonio Viera-Gallo)

«El rol de las políticas públicas» (1997) en «Globalización, modernización y equidad en América Latina»: «tengo la  impresión que en este mundo efectivamente globalizado surge una nueva agenda política: la democracia y de todas sus complejidades, incluyendo la democracia de ciudadanía; el tema del mercado; el tema de la equidad social; el tema del medio ambiente, el rol o nuevo rol que el Estado debe jugar en el escenario político actual… Chile es presentado en todo el mundo como un ejemplo de modelo de reformas liberales… servicio público no es necesariamente aquel que presta el Estado, el punto es que el Estado establece las políticas, las diseña, las evalúa y prevee los mecanismos de financiamiento. Ello, en mi opinión, en Chile puede ser perfectamente válido para la salud y para la educación por ejemplo… no se puede descentralizar los servicios y mantener centralizadas las demanda salariales como ocurre en Chile con la salud y con la educación. Es un punto tremendamente controvertido … es el punto clave que genera las tensiones entre los gremios de la salud y la educación y el Estado.

Otras publicaciones

Enrique Correa sostuvo que la clase política debe entender que el esquema de consensos entre las coaliciones, utilizado en os 90, está agotado. «Lo que viene es la participación e igualdad, por lo que debe haber una reforma política profunda» La Tercera 16 noviembre 2011

Carlos Correa Bau «El museo de la ex Concertación» 12 agosto 2019 «si la ex Concertaión lograra construir un candidato competitivo, la larga siesta despues de la derrota de Guillier podría terminar. Nada despierta mas que la posibilidad cierta de llegar al poder».

“La responsabilidad fiscal y el restablecimiento del orden público serán una prueba de fuego para el próximo gobierno”

El exministro y presidente de Imaginacción Consultores analiza el nuevo ciclo político que se inicia con el triunfo de Gabriel Boric y los enormes desafíos que enfrentará. “El modo en cómo el Presidente conduzca el gobierno en su primer tiempo será clave para su éxito y para el éxito de sus reformas”, sostiene en la siguiente entrevista.

Hay consenso que se abre un nuevo ciclo político. ¿Qué características tendrá?

 

Se ha abierto, ahora definitivamente, un nuevo ciclo político. Llegó a su fin el largo periodo en que los líderes de la transición estuvieron en la conducción de la política y del Estado. Cumplieron su cometido y ahora llegan otros tiempos. Hay que respetar profundamente el enorme significado de este cambio de folio. Pero no es sólo generacional este cambio de ciclo. También es sustantivo.

Chile ha vivido una prolongada crisis en estos últimos dos años. Partió como estallido social y siguió como pandemia. El país ha vivido todo este tiempo como un periodo extraordinario. Hay que mirar algunas lecciones hemos aprendido de este tiempo.

¿Cuáles son?

 

La principal es que tenemos una economía muy fuerte y una sociedad muy frágil, donde emergió una nueva clase media en estas décadas. Una clase media con iniciativa, con aspiraciones, pero frágil, cuya situación ha dependido casi exclusivamente del crecimiento. La economía resistió y la sociedad, en sus segmentos más vulnerables, se derrumbó. No hay desarrollo posible con estos grados de fragilidad social. Si la economía es fuerte y la sociedad es frágil, es claro que el nuevo acuerdo que viene, el gran pacto que debe venir es, por un lado, afianzar las fortalezas de nuestra economía y, por otro, avanzar gradualmente hacia un estado de bienestar, a nuestro modo, según nuestras reglas, las de Chile y sus habitantes. Obviamente, ello requerirá un nuevo pacto tributario y, a su vez, este pacto tendrá que convivir con una nueva agenda pro crecimiento.

La gran incógnita para muchos es qué tipo de gobierno hará Boric, si cumplirá sus promesas de moderación o se inclinará más hacia la izquierda. ¿Cuáles son sus expectativas y cuáles son los principales desafíos que el nuevo presidente tendrá que enfrentar?

El Presidente electo ya dio las señales de hacia dónde quiere avanzar. Lo hizo cuando era candidato en la segunda vuelta: ampliación de los derechos sociales como horizonte, con gradualidad, con acuerdo, respeto a los equilibrios macroeconómicos y con solvencia técnica. Subrayó una y otra vez que las fuerzas de su coalición no eran suficientes para estas transformaciones. Y dijo todavía más en su discurso en la noche de su triunfo, cuando aludió a que un Congreso más equilibrado es una oportunidad. Una oportunidad para los acuerdos. La gente confía en él, confía más probablemente que en los políticos. Hacía tiempo que la gente no confiaba en un político. Ello ayuda al Presidente electo, pero también ayuda al país. Una palabra más, como dice el dicho popular, que siempre nos repetía Clodomiro Almeyda, “Para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra cortita”. La escalera cortita es un año 2022 muy complejo, crecimiento bajo, por debajo del crecimiento potencial y a veces estrecho, estrechez fiscal, inflación y baja inversión.

El modo en cómo el Presidente conduzca el gobierno en su primer tiempo será clave para su éxito y para el éxito de sus reformas. Cuenta con un punto de partida muy relevante: la legitimidad que le otorga la cantidad de votos recibidos en esta elección. La responsabilidad fiscal, aunque duela, será una prueba de fuego para el próximo gobierno. De otro lado, la otra gran prueba será el modo cómo se restablece el orden público, gravemente quebrantado en este gobierno. Orden público y disciplina fiscal son los brazos que abrirán el espacio para las reformas que deben venir.

La señal inicial más importante que tiene que dar el Presidente electo es la designación de su gabinete. ¿A su modo de ver cuáles son los criterios que deberían primar? ¿Cuál debería ser el perfil del nuevo ministro de Hacienda y el nuevo ministro del Interior?

Difícil dar recetas al Presidente. Sólo un recuerdo. El Presidente Aylwin, presidente electo en ese entonces, designó con rapidez el nuevo gabinete, en tiempo de muchas incertidumbres. Probablemente, los ojos de los analistas, de los empresarios y del mercado, estarán puestos en el nuevo ministro de Hacienda. Lo mejor sería que ese lugar lo ocupe un o una economista profesional que cuente con un respaldo trasversal de sus pares. Hay muchas y muchos así entre los colaboradores, los adherentes y los votantes del Presidente electo. En cuanto al ministro del Interior lo clásico, lo conveniente es alguien que cuente con el respaldo del Presidente a todo evento y que pueda reportar a él con fluidez. Las relaciones del gobierno con la policía, que se ha visto dañada en este tiempo, es el punto clave del éxito. Buena relación entre el gobierno y la policía allanarán el terreno para la reforma policial urgente que se avecina.

Boric heredará un país con muchas fracturas y su elección despertó enormes expectativas, sobre todo porque las promesas de reformas son muy profundas y simultáneas. ¿Hasta qué punto eso conspira contra sus posibilidades de éxito?

Efectivamente, heredará un país con muchas fracturas y también con mucha gente que espera mucho de él. Tiene a su favor, sin embargo, que es el Presidente más votado de nuestra historia. Tiene, por tanto, fuerza propia para conducir al país por este estrecho sendero, entre reformas necesarias por construir en un país que emerge frágil después de este tiempo. Construcción de mayorías y de fuerzas propias del Presidente son la clave para salir de este tiempo difícil. Según he leído, las señales del Presidente electo van en esta dirección.

¿Cuál cree que debería ser el papel de la centroizquierda en el gobierno que se inicia en marzo?

La centroizquierda votó por Boric y por tanto tiene el deber de respaldarlo y ayudarlo en su éxito. Tiene sus propias ideas, su propia agenda y sus propias propuestas. Es una fuerza distinta del FA, pero ayudó al triunfo del Presidente electo y no puede ser neutral ante su éxito o fracaso. Por otro lado, la centroizquierda tiene sus propios problemas. Se ha visto disminuida, ha perdido peso político y no es ya la fuerza que gobernó el país y estabilizó la política chilena, reconstruirse a sí misma es el primero de sus deberes. Mirar de otro modo las obras de sus gobiernos, no para glorificarlos, sino para reconocerlos, no para repetirlos porque los países no tienen un futuro a sus espaldas.

El expresidente Lagos, en entrevista al diario El País, al ser preguntado si consideraba a Gabriel Boric un social demócrata respondió: “por sus obras los conoceréis”. ¿Usted comparte esa visión?

Creo que somos testigos de un esfuerzo del Presidente por gobernar dentro del campo de ideas, cultura y orientaciones que caracterizan a la socialdemocracia. No todos los que están con él piensan así. Veamos qué pasa.

Usted pertenece a la generación de los 60’, que también buscó hacer cambios muy profundos en la sociedad chilena y esa experiencia terminó en una tragedia. ¿Qué diferencias ven en la actual generación que va a gobernar y la suya?

Los tiempos son distintos. La generación de los 60 vivió en los tiempos de la guerra fría, de las creencias ciegas en las utopías, de las creencias ciegas también en el progreso continuo de la humanidad, como un movimiento inevitable. Con la toma de todas las universidades del país, nuestra generación iniciaba un largo camino, que pasó por el gobierno del Presidente Frei Montalva y el Presidente Salvador Allende, gobiernos transformadores que fueron la antesala de la crisis final y la dictadura. Nada de esto existe hoy. Todos, unos más que otros, buscan un capitalismo más equilibrado socialmente. Todos, unos más y otros menos, son maestros de las redes, de la informática, de la inteligencia artificial. Donde antes estaba la clase obrera, hoy las clases medias son las protagonistas, en su afán a veces tranquilo y a veces brusco por obtener accesos igualitarios a bienes de calidad. Las libertades personales, los derechos reproductivos, el matrimonio igualitario son parte del hábitat en el que vivimos.

¿Qué diferencia, qué similitud? Tal vez dirigentes estudiantiles que pusieron fin al viejo orden. Tal vez jóvenes políticos con ganas de gobernar, de desplazar a las generaciones que los precedían. Probablemente, sin embargo, la comparación será difícil, porque los sueños de esa generación se truncaron de pronto por un golpe brutal y por largos años oscuros.  Ojalá mejore la política con ellos.

¿Cuáles son sus expectativas respecto de la Convención Constitucional tras la elección de Boric? ¿Cuáles son los factores que permitirían que llegara a buen puerto y recibiera un amplio apoyo la nueva carta en el plebiscito de salida?

La Convención cuando fue electa representó la esperanza de las mayorías, fue en su momento el símbolo del cambio. Lamentablemente ese inicial momento virtuoso fue opacado por mucho verbalismo, mucho espectáculo y algunas conductas discutibles. Pese a ello y, conviviendo a veces con frases desafortunadas, la Convención está haciendo su trabajo. Nada indica que vaya a terminar en ningún desastre. Además, la propia Convención ratificó la norma constitucional de los dos tercios para aprobar cada una de las reformas. La posibilidad de plebiscitos dirimentes y de prolongación de su plazo desapareció. Dos tercios es lo que hay que reunir y ello obliga a un inmenso esfuerzo de acuerdos y consensos.  Además, se ha ido constituyendo en la convención un entendimiento al centro de los extremos, que puede ser el motor impulsor de cambios profundos, en la Constitución. Profundos, pero que nos interpreten, nos protejan y nos regulen a todos sin distinción. Se terminó la peligrosa ilusión de imponer una Constitución de los vencedores. La misma idea impulsó a Pinochet a dictar la Constitución de 1980. No más constitución de los vencedores, porque los derrotados de hoy pueden ser los vencedores de mañana, como ya ocurrió en Chile.

¿Cómo evalúa la situación en que quedó la derecha tras la derrota de Kast?

La situación de la derecha es paradojal, la elección de primera vuelta, del Parlamento y los Cores representó una victoria muy grande para el sector. Aprovecharon en su favor la permanente oscilación de la sociedad chilena entre dos pulsiones, la del cambio y la del orden. La pulsión por el cambio se impuso en la elección de convencionales, mientras que la pulsión por el orden se impuso en la primera vuelta, en la elección parlamentaria. La derecha conquistó la mitad del senado y el 42% de los cores. Tuvo la primera opción para ganar la segunda vuelta y la perdió. Hoy por hoy vive una lucha por el liderazgo con apariencia de guerra civil. La manzana de la discordia es el liderato de Kast, que apuesta a ser el nuevo líder de la derecha, apoyado en su gran votación, similar a la que obtuvo Piñera para ser electo Presidente. Kast es la antípoda de la derecha social en la dirección de los partidos, parece predominar una idea de colaboración crítica con los cambios que vienen. ¿Podrá compatibilizar la derecha estos dos mundos? Nada indica que será tan fácil.

¿Cómo visualiza la evolución de la derecha en los próximos años? ¿Y qué espera de su papel en el Congreso?

Para evolucionar positivamente, la derecha requiere revisar muy profundamente su concepto de libertad. Libertad es su palabra favorita, pero da la impresión de que cuando la pronuncian, es en libertad económica en lo que están pensando. Sin embargo, las libertades se atraen, la libertad es indivisible. El que quiere libertad económica, tendrá que querer libertad política y tendrá que aceptar libertades personales de cada uno para vivir a su modo. La derecha todavía es heredera del viejo sueño oligárquico del siglo XIX, trabajar como la Inglaterra de las industrias y vivir como en la España de los conventos. El papel que la derecha desempeñe en el Congreso depende en primer lugar de la resolución de su actual conflicto de liderato. Debiera esperarse de una conducta más abierta del liderato más tradicional y una más intransigente en el liderato vinculado a Kast. Mientras más se acerquen nuevas competencias electorales, más se va a agudizar en la derecha esa pugna entre el statu quo y la apertura de los cambios. También la relación con el Congreso dependerá de la consistencia en el diálogo y en la búsqueda de acuerdos en el nuevo gobierno.

“Esta segunda transición se caracterizará por buscar la convivencia entre buena economía y Estado de Bienestar” 16 enero 2022

Sonríe cuando se le pregunta, porque -seguramente- el chiste lo ha escuchado muchas veces en diferentes versiones.

El debut del gobierno de Gabriel Boric -que trae una nueva generación al poder- ahora sí que sí pone término a la transición, ¿o no?

En un cierto sentido, sí. Llegó a su fin el largo período en que los líderes de la transición gobernaron el país y tenemos una vuelta de página contundente. En rigor, sin embargo, la transición terminó durante los gobiernos de la Concertación, desde el punto de vista político cuando el Presidente Aylwin conjuró el riesgo de un retorno autoritario; el Presidente Frei trabajó sobre la base de una democracia más consolidada y el Presidente Lagos puso término a los enclaves autoritarios. Ahora vienen nuevos impulsos y los genera una generación que es completamente nueva, y desde ese punto de vista es correcto decir que es una nueva transición. La primera transición, la de los 90, se caracterizó por buscar la convivencia entre democracia y buena economía. Esta segunda transición se caracterizará por buscar la convivencia entre buena economía y Estado de Bienestar. Así que diría que no es sólo un cambio generacional, sino que también programático.

Una de las críticas más feroces a sus antecesores de quienes van a asumir el poder en marzo es a la política “en la medida de lo posible”, término que acuñó el expresidente Patricio Aylwin. La búsqueda de acuerdos, negociar las reformas y la gradualidad terminarán como sino del gobierno de Gabriel Boric…

Para mí esos son atributos de la política. La política es el arte de lo posible, no el arte de lo imposible, porque entonces no habría política habría guerra. Una buena política pública tiene en sí misma la atribución de la gradualidad para su buen desarrollo. A la vez, la solidez técnica y los acuerdos son esenciales.

Y ¿cómo se conjuga eso con las críticas que ellos han hecho a sus antecesores y también con las expectativas que genera este gobierno?

Sin duda, las expectativas son muy grandes, pero yo diría que en la medida en que el gobierno que viene va a mantener sus propósitos transformadores y los va a aplicar con gradualidad y buscando acuerdos, en esa misma medida puede llegar a muy buen puerto. La enorme crisis que hemos tenido, primero con el estallido social y después por la pandemia, nos dejó como lección que tenemos una economía fuerte -que va a tener muchas dificultades- y una sociedad muy frágil. Si uno mira esas dos características, uno debiera pensar que debemos transitar a niveles de protección mayor de la sociedad, conservando una economía fuerte. Yo diría que esa es la esencia del desafío que viene. ¿Cómo se va a hacer eso?, ¿cómo se va a negociar?, ¿qué gradualidad va a tener eso? Eso ya va a depender del próximo gobierno y del Parlamento.

¿Cómo cree que se vislumbra ese camino respecto del Presidente y la convivencia con su propia coalición, donde hay sectores con mayor voluntarismo, con interés en avanzar de manera rápida?

Me cuesta decir lo que pueda ocurrir y sería pretencioso de mi parte hacerlo, pero quiero establecer un concepto. Mientras el régimen presidencial exista, el líder de la política del país es el Presidente. Es decir, las atribuciones que él tiene no las recibe de su coalición, sino que del electorado directamente. Y desde ese punto de vista el Presidente electo, el más votado de la historia, tiene una fuerza propia inmensa. Un segundo principio, sin embargo, es que el Presidente debe contar con una coalición cohesionada y, por tanto, el tiempo que viene va a ser un tiempo precisamente de sucesivos equilibrios y desequilibrios. Hay que agregar otro asunto más, novedoso, y es que entre las fuerzas que apoyan al presidente electo probablemente van a convivir dos coaliciones. Una es la coalición de Apruebo Dignidad, que es la coalición propiamente gubernamental, y otra es la coalición de centroizquierda que va a permanecer siendo coalición, respaldando al Presidente, pero no formando parte plena de su gobierno. Entonces esos son los equilibrios que vienen. Pero el centro de la política es un Presidente muy votado y que tiene una fuerza propia muy grande, como la tuvo en su momento el presidente Frei Ruiz-Tagle. Muy grande, es mayor todavía la fuerza que tiene Gabriel, el presidente electo.

En esta etapa que se abre de la política, ¿hay espacio para alianzas nuevas’. Por ejemplo, una ruptura del eje DC-PS o un entendimiento entre ese centro y la derecha?

No se puede nunca predecir así, pero lo que uno debiera pensar es que tal cosa no va a ocurrir o no va a ocurrir tan fácilmente. No creo que el Partido Socialista abandone su coalición de centroizquierda para sumarse al Frente Amplio. Ni creo que la Democracia Cristiana se aleje de sus aliados socialistas para aliarse con un sector de la derecha. No lo veo como un escenario probable. Eso generaría, en ambos partidos, crisis difíciles de manejar. Siento que son fuerzas culturalmente distintas. La centroizquierda y la derecha son dos mundos culturales distintos. Coinciden naturalmente en una cantidad muy grande de asuntos, como en todos los Estados modernos ocurre, pero representan fuerzas culturales, reivindicaciones, demandas e historias muy distintas.

Los 90 se caracterizaron por la búsqueda de acuerdos y en ellos la coalición de gobierno se sumó a esa lógica. Usted sostiene que ahora pasará lo mismo…

Quiero volver a lo que hablamos hace un rato: esto es la combinación entre la fuerza y el liderazgo de un Presidente que tiene mucha fuerza propia y la necesidad de buscar la cohesión, de buscar la construcción de una coalición cohesionada. El gobierno de Aylwin, que hoy es mirado como un gobierno sin sobresaltos, no fue una taza de leche. Fue un gobierno que tuvo que mediar muchas contradicciones en su coalición interna y lo hizo de manera madura. Cada uno contribuyó a que en estos asuntos, que no fueron menores, tuvimos discusiones muy intensas y muy profundas, se lograra un buen acuerdo.

Quizás ahora hay una distinción no menor en el entendido de que en los 90 la hegemonía de la coalición estaba en sus sectores más conservadores -la DC- y ahora está en el lado más radical de la alianza de gobierno…

Yo considero que esa es una especulación. Perdón. El Partido Comunista es un partido que ha crecido mucho, pero creo que es un partido que va a integrar la coalición en condiciones de igualdad con sus socios y de las fuerzas de donde proviene el propio Presidente. Sí reconocería la existencia de eventuales tensiones, pero esas tensiones son las que tiene que resolver siempre todo gobierno con su coalición. No hay gobierno en el mundo que no tenga que resolver problemas con su coalición primero, van a ser tensiones, pero yo no auguraría ningún desastre mayor.

Está optimista del nuevo ciclo…

Leí con mucha atención una entrevista del presidente del Banco Central, de la semana pasada. Él traza un camino que va de la incertidumbre a la certidumbre. Casi dice que el país se va encarrilando a un esquema de mayor certidumbre. La suerte económica que vamos a tener en el país el año que estamos empezando va a ser muy dura y el presidente electo ha dicho que la va a enfrentar con gran responsabilidad fiscal. El año 2023 va a ser un año más estrecho todavía que el 2022, pero muchas de las incertidumbres van a estar despejadas. Vamos a saber que tenemos un presidente que tiene el mando y vamos a tener nueva Constitución. Yo no tengo la impresión de que el tren en marcha se descarrile, que va a tener sacudones grandes, va a tener momentos muy difíciles políticos, económicos y sociales también, pero no creo que Chile esté cerca de una crisis. Creo que si, además, todos contribuimos las cosas pueden ir bien.

Y, sin embargo, otros aún recelan de la polarización que caracterizó los últimos meses, eso de saltarse las reglas quienes hoy mismo deberán administrarlas…

Sí, pero el presidente electo fue parte del acuerdo que nos salvó, porque la crisis no la generó enemigo alguno, sino que un desajuste muy profundo en la sociedad, que se quebró por lo que le dije, porque las clases medias vieron sus sueños frustrados por un estancamiento del crecimiento que no fue bien resuelto en su momento. Pero el presidente electo fue parte del arreglo que nos salvó . En ese sentido, uno de los desafíos es tener orden público, que ha sufrido un deterioro muy profundo durante el segundo gobierno del Presidente Piñera y un elemento clave en ese sentido va a ser construir un buena estructura de una reforma policial que, por un lado, dote naturalmente a la policía de las condiciones profesionales para enfrentar una violencia tan extendida y que, por otro lado, sujete mucho más a las instituciones policiales a la autoridad civil.

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